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Gastro | Ocio y cultura
ENTREVISTA A DANIEL ORUSCO

“Muchos vinos de Madrid son tan buenos como los de Rioja o Ribera del Duero"

La Denominación de Origen Vinos de Madrid acaba de celebrar sus primeros 25 años de vida, pero hay bodegas en activo, como Orusco, en las que se ya elaboraba vino a finales del siglo XIX

La etiqueta de La Capital, D. O. Vinos de Madrid, es 100 % urbanita. Está a punto de salir al mercado y costará unos 5,5 euros. / C. G. CANO

La etiqueta de La Capital, D. O. Vinos de Madrid, es 100 % urbanita. Está a punto de salir al mercado y costará unos 5,5 euros.

Madrid

Tomás Orusco ganó una plaza de organista sacristán en Valdilecha (Madrid) y, al poco tiempo, en 1896, empezó a elaborar vino para la iglesia. “No había estudiado, pero era un señor inquieto y culto”, explica su bisnieto Daniel Orusco, actual gerente y enólogo de la bodega en activo más antigua de la Comunidad de Madrid.

Daniel Orusco.

Daniel Orusco. / C. G. CANO

Daniel Orusco.

Daniel Orusco. / C. G. CANO

Entonces faltaba casi un siglo para que el nieto del organista sacristán [y padre de Daniel], Juan Bautista Orusco, participara activamente en la gestación de la Denominación de Origen Vinos de Madrid, pero durante todo este tiempo, y aunque muchos no lo sepan, se ha elaborado vino cerca de la capital. En los años 70, de hecho, la superficie de viñedo era incluso mayor que la de La Rioja.

Ahora el sello acaba de cumplir 25 años con la vista puesta en la calidad y en la conquista del mercado local. “¿Mi primer recuerdo relacionado con el vino? Llenar cientos y cientos de garrafas de cristal forrado en plástico con un señor que se llamaba Cesáreo, para venderlas en otros pueblos”, recuerda Daniel Orusco. Las cosas han cambiado mucho…

¿Cómo es Valdilecha?

Pequeñito, no llega a 3.000 habitantes. Está a solo 30 minutos de la plaza de Conde de Casal [uno de los accesos a la capital], en la comarca de Las Vegas, que tiene mucha relación con la Alcarria de Guadalajara. Y hay un río muy bonito que nace en un pinar estupendo y discurre durante 7 kilómetros hasta llegar al Tajuña.

El vino de tu bisabuelo sería muy malo, comparado con el de ahora…

¡No, qué va! Con una uva buena es muy difícil hacer un vino malo. Cuando los vinos se hacen con cariño, ya tengas más o menos medios, es difícil que te salga mal. Diferente es que quieras elaborar a escala industrial, pero en aquella época se producían pequeñas cantidades.

¡Aún hay gente que se sorprende al saber que en Madrid se hace vino!

Nuestra bodega se fundó en 1896 y vendimos a granel hasta finales de los 70. Todo el vino se consumía en el pueblo o localidades limítrofes, transportándolo en garrafas y pellejos. ¡Venían hasta de Segovia! Pero a principios de los 80 instalamos la primera embotelladora y empezamos a comercializar de otra manera.

¿Qué vinos hacéis?

Blanco, tinto y rosado del año. Un crianza, un reserva, un Armónium, que es merlot con sauvignon, siempre en barrica de roble francés nuevo. Y bueno, aunque producimos poca cantidad, una de nuestras especialidades es el vino de misa.

¿Es muy distinto a los demás?

Su base es el arrope, mosto cocido al que le quitas una fracción de agua. Luego lo dejas fermentar y alcanza unos 15 grados de alcohol. Pero si cueces el arrope con calabaza te sale una especie de mermelada. A mí la daban cuando era pequeño. ¡La Nocilla de hace 40 años!

¿Qué es La Capital?

Un vino que está a punto de salir. La idea de unos bodegueros de Rueda, Vinos Sanz. Me llamaron para hacer un vino de Madrid que pudieran comercializar ellos, y aunque al principio tenían en mente hacer algo con garnacha, les dije que podíamos hacer un tempranillo 100 % muy rico.

¿Qué supuso la creación de la Denominación de Origen?

Fue algo fundamental. El resultado de una trayectoria larga y laboriosa, además. Al tener una uniformidad, los bodegueros de Madrid dimos un salto importante en la comercialización de vinos de calidad.

¿Qué tan buenos son los vinos de Madrid?

Tanto como los de Rioja, Ribera o cualquier otra denominación de origen española.

En Madrid vive gente de todo el mundo. ¿Pasa lo mismo con las variedades de uva?

Bueno, aunque usamos algunas de fuera, hay cuatro variedades emblemáticas que no se han perdido y que son la base de los vinos de Madrid. En la zona de Navalcarnero y San Martín de Valdeiglesias, la albillo y la garnacha. Y en Arganda del Rey, la malbar y la tempranillo o tinto Madrid, que es la misma que la ojo de liebre o la celcibel manchega.

¿Qué es más difícil: dar con un madrileño gato o beberse un vino de Madrid hecho solo con uva de variedades autóctonas?

Madrid ha acogido a un montón de gente y nosotros queremos hacer lo mismo con las uvas, pero también hay mucho tempranillo de cepa vieja y mucho malbar o garnacha monovarietal. Albillo, quizás un poco menos.

¿Cómo ves el futuro de los vinos de Madrid?

¡Tenemos un potencial increíble! Solo hay una pequeña pega y es que, desgraciadamente, está desapareciendo mucho viñedo. Se trata de un cultivo muy costoso, pero los bodegueros estamos intentado luchar para que las ventas repercutan en la sostenibilidad económica del agricultor y el viticultor.

¿Cuál es vuestro objetivo?

Que seamos capaces de triplicar o cuadriplicar las ventas? Exportamos más vino del que logramos que se consuma aquí.

Carlos G. Cano

Carlos G. Cano

Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...

 

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