La madre del chef de Diverxo
Rosa Rosillo compra "frutas raritas" por encargo de su hijo y come con asiduidad en el único restaurante tres estrellas de Madrid: es la madre de David Muñoz
Lo que más le gusta a Rosa Rosillo, hija y nieta de madrileños, son las croquetas. Se describe como buena cocinera y asegura que "todos" los platos son su especialidad. Como madre, además, es de las que guardaba para la cena lo que el niño no había querido comerse a mediodía. Un retrato que dista más bien poco de la madre media española pero que, en su caso, ha dado muy buenos frutos porque su hijo pequeño, David, es el único chef de Madrid con tres estrellas Michelin. Come en Diverxo cada 15 días y, durante años, acudía con la familia a Viridiana, al menos, una vez al mes.
¿Qué comía David Muñoz de pequeño?
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De todo, pero tenía preferencias, claro. Le gustaba mucho el cocido y le sigue gustando. También el cochinillo, el botillo, las legumbres... En casa había que comer de todo.
¿Qué no le gustaba?
Muchas cosas... pero al final se las comía todas porque, si no se lo acababa a la hora de comer, se lo guardaba para cenar. La verdura no le gustaba y la fruta tampoco.
Bichos y cítricos asiáticos, no le dabas, imagino...
No, eso no entró en casa... ¡hasta después! Ahora sí han entrado.
¿En serio?
¡Claro! Algunas veces, al menos. Pero le pido la receta porque, si NO, no sé. Cuando me manda a comprar cosas, yo cojo para mí también y le pregunto a qué se lo echa o cómo lo hace. A veces me dice que en casa no se puede hacer pero le digo: "¡Hombre, que ya lo he comprado!". Y me orienta un poquillo y, luego, ¡lo que me salga! [Risas].
David siempre dice que en Diverxo paga hasta su padre...
¡Sí señor! Desde un principio. ¡Hasta el vino! Todito, todito, todito...
[Risas].
¡No te rías, es verdad! Y no te da mesa si no es con un mes de anticipación. Si no hay mesa, no hay para nadie. Ni que sea el día de tu cumpleaños o el día de la madre...
¿Ni el día de la madre?
¡No, bonito! [risas] ¡Es cierto!
Pero tú tendrás enchufe. Seguro que te cocina en casa...
¡Si no viene nunca!
¿Y el día que libra?
Se va a correr. Como el otro día, a la maratón.
Le ves poco, entonces...
No, le veo mucho. Pero porque nos encarga cosas, a su padre y a mí, y se las llevamos al restaurante.
¿Trabajáis para Diverxo?
¡Pero no nos pagan! [risas].
¿Qué tipo de encargo os hace?
Nos manda ir a comprar cosas al mexicano, a por carbón al Makro, a por frutas de esas raritas a la calle Lista...
¿Frutas raritas?
No me acuerdo del nombre. Cítricos chiquititos que echa en los postres.
¿Recuerdas la primera vez que se puso a cocinar?
¡Cómo olvidarlo! ¿No ves que él cocinaba y yo recogía? Me acuerdo pero bien, bien... Además, si no le salía el plato, lo repetía y te lo tenías que comer.
¿Cuáles fueron sus primeros experimentos?
Hubo muchos pero, sobre todo, los dim sum: hacía la masa, el relleno... ¡Hasta se compró una máquina! Tendría unos 15 años, por aquel entonces. Recuerdo que, antes de comer, le sacaba una foto al plato. Las tengo en casa guardadas.
¿Y antes?
Con cinco o seis años me ayudaba a hacer las croquetas, las albóndigas o a lavar los garbanzos del cocido, pero se comía la carne cruda y yo le decía: "¡Tsst! Cruda, no". El abuelo le compró una banqueta, yo le ponía el delantal, y ahí se ponía a hacer albóndigas, que no eran exactamente redondas... y otras se las comía... pero bueno, hacía lo que podía y te ayudaba.
¿Es cierto que por su cumpleaños, en vez de una bicicleta o un videojuego, pedía ir a Viridiana?
¡Es cierto! Y recuerdo que el primer día que fuimos, Abraham [García] nos dijo que no era un restaurante para ir con niños. Y yo le dije que comían de todo, que no se preocupara. ¡Al final se quedó alucinado y nos trajo más platos diferentes!
¿Y fue así como se enamoró de la cocina o ya venía enamorado de casa?
Siempre le ha gustado la cocina pero esa, en concreto, le gustaba muchísimo. Una vez estuvimos mucho rato esperando para que Abraham le diera la receta del paté... ¡y se la dio! Luego había que hacerle paté todas las semanas.
Esa primera vez en Viridiana fue la primera de muchas, supongo...
Volvíamos, por lo menos, una vez al mes.
¡Cómo os cuidabais!
¡Sobre todo a él! Era caro pero no teníamos otro vicio. Siempre nos ha gustado comer. En casa o fuera.
Al menos parece que la inversión ha dado sus frutos...
¡Fíjate, no te digo nada! Pero de lo que más orgullosa estoy es de que tenga la cabeza en su sitio porque, a pesar de todo lo que le ha venido, sigue una persona muy cabal. ¡Estoy orgullosísima!
Pasó una temporada larga en Londres...
Yo le apoyé y le dije que se fuera pero lo pasé muy mal. Tanto que, aunque el avión me daba mucho miedo, fuimos tres veces a verle. ¡Y todas las noches le decía que me llamase, aunque fuese de madrugada!
¿Cómo habéis vivido en casa lo de la tercera estrella?
¡Con mucha alegría! A casa viene poco pero seguimos viéndole casi todos los días porque vamos a llevarle lo que nos ha encargado o, si nos dan mesa, a comer.
¿Cuándo supisteis que iba a ser cocinero?
Cuando le preguntamos qué quería estudiar nos dijo que "nada", que quería ser cocinero. Nosotros le pedimos que terminara de estudiar por si luego no se le daba bien o por si se arrepentía, pero él lo tenía muy claro desde el principio. También dijo que se compraría un piso para luego venderlo, como ha hecho, y así poder ser el propietario de su propio negocio. Y mira, lo ha conseguido. Le HAcostado, ¿eh? Económica, física y mentalmente. No creas que lo ha pasado bien... Pero bueno, ahí está.
¿Habéis visto evolución en su forma de cocinar?
Solemos ir dos veces al mes y nunca nos pone los mismos platos. Siempre va cambiando. A mí, aunque a veces no entiendo lo que nos explican, me gusta todo.
David es del Atlético, ¿y tú?
¡Del Real Madrid!
¿Y cuando se enfrentan, como ocurrirá en la final de la Champions, qué sucede?
¡Conmigo no lo ve! Cuando vivía en casa yo me quedaba en el salón y él, aunque a veces salía a tocar las narices al pasillo, se quedaba en su habitación. Pero bueno, bien. No llega la sangre al río.
¿Para el día de la madre te suele caer algún regalito?
No. Alguna llamada, a lo mejor. Pero no me importa. Con que me llame o me pegue cuatro besos, porque es cariñosísimo, a mí ya me vale.
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Rosa Rosillo: la madre de David Muñoz
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David Muñoz, de DiverXO: "En mi restaurante paga hasta mi padre, cómo no va a pagar el resto"
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Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...