Rusia ratifica el protocolo de Kioto, que tendrá que ser aprobado por el Parlamento

Tras acalorados debates que dividieron a los ministros en partidarios y adversarios de la ratificación, la decisión ha sido afirmativa, lo cual presagia que también pasará en el Parlamento, donde el partido oficialista Rusia Unida tiene abrumadora mayoría. Los adversarios de su ratificación, sin embargo, no se dan por vencidos y esperan dar la batalla final en el Parlamento.

El primer ministro ruso, Mijaíl Fradkov, quien no participó en los debates por cuanto estos días visita la Haya y quien ya antes se manifestó contrario a la ratificación, dijo a la agencia oficial rusa ITAR-TASS que "las discusiones sobre si la ratificación tiene sentido continuarán en la Duma (Cámara de Diputados)". "El debate está abierto, y seguramente las discusiones en la Duma no serán sencillas", advirtió.

DEFENSORES Y DETRACTORES

Andrèi Ilariónov, consejero económico del presidente de Rusia, que llegó a comparar el Protocolo con los campos de exterminio nazis y estalinistas, volvió a afirmar que dicho tratado "es ventajoso sólo para los países con bajos índices de crecimiento" y que su ratificación impediría alcanzar la meta planteada por Putin y que prevé duplicar el Producto Nacional Bruto (PNB) de Rusia en un plazo de diez años.

Otros, como Víctor Jristenko, titular de Industria y Energética, destacaron las ventajas económicas que la ratificación ofrece a Rusia. "Por su esencia, el Protocolo de Kioto supone la formación de un nuevo sector en el mercado global, sector interesante y prometedor", añadió el ministro en alusión a la venta de cuotas de emisiones de gases que producen en el efecto invernadero y que regula el tratado.

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EN BUSCA DEL NEGOCIO

El tratado prevé reducir la emisión de gases de efecto invernadero en 5,2 por ciento respecto a los niveles de 1990 en el período de 2008 a 2012. Los países que contaminen el entorno por debajo de las normas establecidas tienen derecho a vender cuotas de emisión a aquellos que superen los topes establecidos, y Rusia, que en el pasado decenio de crisis redujo la polución en más del 25 por ciento, podría beneficiarse del nuevo negocio.

Pero los adversarios de la ratificación aseguran que ya para 2012 el crecimiento industrial hará que los niveles de contaminación superen los equivalentes a 1990, lo que obligaría a Rusia a pasar al bando de compradores de cuotas. Sus defensores aducen que la adhesión al Protocolo podría proporcionar a Rusia en el próximo decenio hasta 20.000 millones de dólares en concepto de inversiones en la modernización ecológica del sector energético y del comercio de cuotas.

"El Protocolo de Kioto puede convertirse para nuestro país en la fuente de inversiones para modernizar el envejecido sector energético y de enormes ingresos para el presupuesto", manifestó hoy la organización ecologista rusa "Ecozaschita". Agregó que, además, "Rusia puede entrar en la historia como el Estado gracias al cual apareció un instrumento global de reducción de las contaminaciones".

EL CAMINO MÁS LARGO

El Protocolo de Kioto fue firmado en 1997 por más de 180 estados y, hasta marzo de 2004, un total de 121 países lo habían ratificado con el objetivo de atajar de forma paulatina las emisiones de los gases contaminantes que destruyen la capa de ozono y provocan el efecto invernadero.

La industria rusa es responsable del 17,4 por ciento de las emisiones de gases tóxicos del planeta, por lo que la ratificación por el Parlamento ruso del protocolo de Kioto pondría en marcha de forma automática este acuerdo.

El Protocolo entrará en vigor a nivel mundial cuando haya sido ratificado por un total de países que emitan más del 55 por ciento de los gases contaminantes, según los índices establecidos en 1990. Los países que han ratificado el Protocolo hasta el momento producen un 44,2 por ciento de esas dioxinas.