El secreto de la Dama
En apenas dos semanas se reabre el Museo Arqueológico Nacional. En SER Historia nos queremos adelantar a esa fecha y contar la leyenda que aún hoy rodea a la figura de arte ibérico más fascinante de todos los tiempos, la Dama de Elche
El 4 de agosto de 1897, don Manuel Campello Antón, un importante médico alicantino, aficionado a la compraventa de obras de arte, descubrió en su finca de La Alcudia, muy cerca de Elche, una figura de un mujer de apenas 56 centímetros de alto. Colocada entre seis losas verticales de piedra dentro de un estrato de época romana, en la actualidad se data a la Dama de Elche en el siglo V a. de C.
La importancia del acontecimiento no se hizo esperar. Varios investigadores franceses, encabezados por Pierre Paris, del Museo del Louvre, se acercaron hasta el lugar para tener una primera impresión sobre esta sorprendente obra de arte ibérico. Tasados su valor y autenticidad, por 5.200 pesetas de plata de la época, los arqueólogos franceses se llevaron la pieza al museo parisino, lugar en el que estuvo hasta que en 1941 se recuperó.
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Una sombra de sospecha
En 1995 John F. Moffitt, profesor de Arte de la New Mexico State University (EE.UU), publicó un polémico libro titulado El caso de la Dama de Elche, crónica de una Leyenda, en el que proponia que la Dama de Elche era una hábil falsificación encargada por el dueño de la finca en donde apareció, don Manuel Campello, a uno de los más diestros falsificadores de obras de arte del siglo pasado, Francisco Pallás y Puig.
El paso de los años ha negado la mayor al profesor Moffit. Sin embargo, no ha disipado todas las dudas que existen alrededor de la figura ilicitna. Nadie niega que la pieza sea auténtica, no obstante es cuurioso que su singularidad no encaje con los elementos característicos del mundo ibérico. En primer lugar, apareció en un estrato de época romana, lo que las acercaría a nosotros en el tiempo y desde luego que la aleja de la cultura ibérica. ¿Se trata de una pieza etrusca como se ha llegado a señalar?
Tampoco sería extraño que la pieza apareciera en otro lugar de la finca y que fuera colocada allí a sabiendas de la llegada de Pierre París, de visita por la ciudad esos días para disfrutar del célebre Misterio de Elche.
Sea cual sea su origen, la magia que emana la mirada de la Dama de Elche no tiene igual en la historia de la escultura española, argumentos sobrados para convertirla en la figura más emblemática de la Antigüedad.