El editorial de Pepa Bueno: "A ciegas"

Hay una regla básica del mercado, y es que cuando cae la demanda de un producto, cae también su precio. La mejor muestra de que algo falla en el precio de la luz que pagamos los españoles es que sea posible una subida del once por ciento en plena crisis, cuando tanto las familias como las industrias consumen menos electricidad, casi un tres por ciento menos en los diez primeros meses del año. El escándalo de la subasta de energía de ayer, se produce la misma semana en la que el Partido Popular ha tumbado en el Congreso la propuesta que pedía prohibir que se corte la luz o el gas en invierno a los cuatro millones de españoles que no pueden pagar el recibo. Y si la subida es del once por ciento en enero, esos españoles serán muchos más. Dijo el PP en el Congreso que pretender salvar a esas familias del frío y de la oscuridad, es demagógico. Lo demagógico es aprobar en septiembre una reforma eléctrica que, según el ministro de Industria, ordenaría definitivamente el sector y acabaría con el déficit de tarifa, y que ayer, tres meses después el mismo ministro se eche las manos a la cabeza porque su sistema de regulación permita una subida brutal del precio de la electricidad. ¿Cuándo nos engañaba, cuando anunciaba que todo estaba arreglado o cuando se asusta ahora?

La única virtud que puede tener la escandalosa subasta de la energía de ayer es que obligue a revisar las subastas en sí mismas, es decir, la manera en que se fijan los precios de la energía en España y que obligue además a ponerle foco de verdad al déficit de tarifa; esa deuda con las empresas del sector que los gobiernos sucesivos han ido echando en la mochila de nuestros hijos, sin pedirnos permiso , sin que nadie la explique...y que hace que debamos ya 30.000 millones de euros, más de lo que costó rescatar a Bankia.

Pero de momento, lo urgente es impedir que la incapacidad política de unos y la voracidad de beneficios de otros golpeen de nuevo las mismas espaldas de siempre.

Esta noche le han preguntado al presidente del gobierno en Bruselas. La respuesta ha durado cinco segundos: "Vamos a intentar arreglarlo".