El editorial de Pepa Bueno: "Mano de hierro"

Margaret Thatcher decía de sí misma que ella no era una política de consenso, que ella era una política de convicciones. Y treinta años después de que gobernara con mano de hierro, todos los británicos, los que tenían sus mismas convicciones y los que no las tenían, siguen padeciendo las consecuencias de haber tenido al frente del gobierno a alguien incapaz de gobernar para todos los ciudadanos de su país.

El símil de la mano de hierro parece lo más alejado de la personalidad del presidente español, de Mariano Rajoy. Y sin embargo su gobierno está decidido a no gobernar para todos los españoles, ni siquiera para los votantes del PP, sino solo para una parte de ellos. El sector más ultraconservador.

Cuando más necesario es el consenso y la búsqueda de complicidades con la oposición para resolver la crisis económica o el reto catalán, más leyes ajenas a la realidad, excluyentes y regresivas saca el gobierno.

¿Cae el número de alumnos que estudian religión católica en las escuelas españolas? La ley Wert retrocede en el túnel del tiempo y la convierte de nuevo en asignatura computable.

¿Que España es un modelo de protesta pacífica y contención del estallido social que correspondería a 6 millones de parados, el desplome de los salarios, la pérdida de derechos y el copago de servicios esenciales?. Pues la ley Fernández Díaz de Seguridad Ciudadana amenaza con sanciones altísimas a quien se manifieste donde no debe y buscando de nuevo en el túnel del tiempo, les promete además un chorro de agua a presión.

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Y por último, de momento... ¿que el número de abortos desciende desde que entró en vigor la ley de plazos, que por primera vez en la historia las españolas ejercen su derecho al aborto con seguridad y garantías, que España entra en el club europeo de una legislación transparente y fiable, que no existe ningún debate ni conflicto social sobre el tema?... entonces se aprueba la Ley Gallardón, que arrebata a las mujeres españolas la condición de personas responsables y sujeto de derechos específicos, que vuelve a tratarlas como en el franquismo, como eternas menores de edad, sometiendo su decisión de ser madres a una tutela denigrante de políticos, jueces y médicos.

En definitiva, abortar deja de ser un derecho de las mujeres y se convierte en una carrera de obstáculos que nos devuelve 30 años atrás. A antes incluso de la primera ley del aborto de 1985. La que pueda pagárselo se irá al Reino Unido, a Francia, a Alemania, a Portugal, a Grecia, a Holanda o la catoliquísima Italia porque en todos estos países, gobierne la izquierda o la derecha, es posible abortar respetando la decisión de las mujeres. Y las españolas que no puedan pagarse el viaje y la intervención... que se busquen la vida arriesgando su salud, su futuro y el de toda su familia. Porque este Gobierno no gobierna para ellas, ni para sus hijos con malformaciones. Gobierna para sus convicciones.