Joven
Los primeros académicos, hace 300 años, concretaron en exceso los límites de la juventud entre los 14 y los 21 años

Madrid
La palabra joven nos llegó del latín iuvenis. Los primeros castellanos convirtieron la i inicial en jota, se cargaron la terminación y la cosa quedó en joven. La palabra no tiene más misterio, pero es muy interesante la evolución del concepto. Porque los primeros académicos, hace 300 años, concretaron en exceso los límites de la juventud entre los 14 y los 21 años. Hoy nos parece una extravagancia, pero en el siglo XVIII la esperanza de vida rondaba los 28 años.
De la juventud se pasaba a la madurez, "estado de perfección, prudencia, juicio y discreción", según la definición académica que no dejaba muy bien a sus jóvenes contemporáneos. En 1803, quizás porque la esperanza de vida aumentó o por la propuesta de algún académico presumido, se reformuló la definición de juventud como el periodo vital que media "entre la niñez y la edad viril".
Como en aquella academia no había ninguna mujer y fuera de ella la inmensa mayoría, como los hombres, no sabían leer, nadie fue consciente del contradiós que suponía lo de la "edad viril", siendo viril lo que es propio del hombre. ¿Y las mujeres? No sabemos si la llegada de Carmen Conde a la RAE tuvo algo que ver, pero ella ingresó en 1979 y en la siguiente edición, la de 1984, estableció un periodo más inclusivo: "desde la pubertad a la edad adulta".
Hoy los problemas para definir la juventud son otros, dependen de la circunstancia o la subjetividad de cada cual. Así hemos creado neologismos como adultescente o viejoven, y cada vez que palma alguien de nuestra edad, por mayores que seamos, decimos que ha muerto demasiado joven. Una condición de la que solo pueden presumir cerca de 2000 españoles que llevan Joven en uno de sus dos apellidos y 11 privilegiados que morirán, a cualquier edad, siendo Joven Joven.
