"Si tan feminista eres, ¿por qué te metes ahí?": el libro que explica el amor-odio de las mujeres por la cocina

Madrid

Antes de querer ser periodista, María Arranz quiso ser cocinera, pero su decisión vino acompañada de un montón de preguntas que los hombres que estudiaban con ella no se habían hecho: "¿Debería gustarme cocinar? ¿Está bien que me guste?".

Tal y como cuenta en el ensayo El delantal y la maza (Col & Col), su primer contacto con la hostelería llegó casi a la vez que su "clic feminista", y eso le llenó la cabeza de contradicciones. "Si tan feminista eres, ¿por qué quieres entrar en un sitio tan asociado al sometimiento y la opresión de la mujeres? ¡Un sitio del que hay que pirarse", detalla en la entrevista concedida a Gastro SER.

Esas dudas, en realidad, respondían a una herencia repleta de buenos y malos momentos. Tal y como señala en el libro, feministas como Virginia Wolf, Simone de Beauvoir o Rosa Montero han descrito a la perfección el porqué de ese rechazo. Algo que, en realidad, siga estando a la vista de todo el mundo.

Lo peor está en TikTok

"Esas mujeres metidas en la cocina, que piden que nadie toque nada, que se conforman con la última ración o con las sobras... ¡Las mujeres siempre se han sacrificado", explica Arranz. "Era imposible trascender en ese ámbito. En las películas y en las series feministas, de hecho, no saber cocinar es casi un sello de aprobación".

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Pero, por mucho que sea un "espacio complicado", la autora también ha podido experimentar un sinfín de situaciones agradables asociadas a la cocina: cariño, nostalgia, cuidados, recuerdos, creatividad... "Cocinar me ha salvado la vida... ¡y el feminismo también!", asegura.

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Lo preocupante es que, en pleno 2024, no hace falta bucear en una hemeroteca en blanco y negro para dar con chistes machistas asociados a la cocina. ¡Basta con buscarlos en TikTok! "Es que ahí es donde, ahora mismo, encuentras los contenidos más reaccionarios, machistas, racistas y tránsfobos", señala la autora.

"Hasta las tetas de hacerte las croquetas"

Una realidad que, sin embargo, también convive con una imparable ola feminista que, cada 8 de marzo, llena las calles españolas de lemas y pancartas con frases como "Manolito, la cena tú solito", "hasta las tetas de hacerte las croquetas" o "el patriarcado me tiene frita".

¿Por qué nadie conoce a un chef que se haya cogido una baja por paternidad?

"Hay chavales cada vez más machistas, pero también chicas cada vez más feministas", dice María Arranz, que en El delantal y la maza hace un detallado repaso de la obra feminista, desde finales del siglo XIX hasta ahora, pero centrándose sobre todo en la segunda mitad del siglo XX.

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El título del libro, de hecho, es un homenaje a una videoperformance de Martha Rosler que se llama Semiotics of the Kitchen y que, actualmente, se puede ver en el Museo Reina Sofía. "Es la pieza que me hizo entender que había otra forma de hablar de cocina y que, yo quizá aún no tenía las palabras, pero ya sabía alguien sí las había encontrado. Por eso me interesé por lo que habían dicho".

María Arranz también pone en valor las reflexiones de la filósofa y política Angela Davis sobre la falsa asociación entre comida y mujeres porque, cuando trascendía el ámbito doméstico, con reconocimiento social o ganancias económicas, se convertía —de repente— en algo de hombres.

Muy lejos de la igualdad real

El delantal y la maza pone sobre la mesa (de la cocina) varios datos contrastados y que refutan la presunta situación de igualdad en la que muchas personas machistas creen vivir. Según el Instituto Europeo de Igualdad de Género, un 63% de las mujeres se ocupan de las tareas del hogar, frente a solo un 36% de hombres.

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Pero en el ámbito profesional todo empeora: solo un 11% de los restaurantes españoles con estrella Michelin tienen una chef al frente y, en las listas o en los congresos, las mujeres rara vez superan el 10 o del 20% del total. "No normalicemos seguir siendo menos y seguir siendo invisibles", señala.

El libro también destaca las aportaciones de Silvia Federici sobre la posibilidad de remunerar el trabajo doméstico, aunque María Arranz detalla que "no es tanto un fin como una estrategia para visibilizar" porque, en realidad, "nadie tiene muy claro si conviene introducir las lógicas capitalistas en las casas", pero el hecho de "destacar las lógicas ilógicas" sí ayuda a "poner el dedo en la llaga".

Otra reflexión interesante tiene que ver con la apropiación cultural —aquello de lo que acusaron a Rosalía cuando publicó El Mal Querer— de algunos chefs sobre sus madres y abuelas. "Lo harán con todo el amor del mundo, pero recuerdo un artículo muy condescendiente en el que se decía que esa cocina tradicional eran los cimientos que sostenían los rascacielos que ellos habían construido", señala la autora, basándose en los textos de Mary Fawzy. "Muchas mujeres, además, suelen restarle importancia o calidad a sus platos... ¡Pero si ellos lo han cogido de vosotras! Cuando buscan experiencias wow y luego usan a las madres o abuelas para la pátina de calidez, ahí sí hay apropiación".

El engaño de las 'trad wives'

El delantal y la maza también aborda el fenómeno de las trad (traditional) wives: mujeres que reivindican el derecho a vivir como en los años 50, dedicándose casi por completo a las tareas domésticas y a estar guapas para sus maridos. "A veces se trata de una reacción de rechazo al feminismo, pero también hay motivos más sutiles, como el escapismo de refugiarte de la hostilidad del mundo quedándote en casa y dejar que tu marido te provea. Habrá a quien eso le parezca un horizonte medio atractivo", señala María Arranz.

Pero la autora también denuncia que, en muchas ocasiones, se le da verosimilitud a situaciones muy engañosas. "Sus voces son siempre suaves, agradables, está todo limpio, nunca hay caos... ¡El trabajo de cocina y de cuidados nunca es así! Pero ahí está Nara Smith, que cocina con modelos de Chanel y a la que nunca se le mancha nada. ¡Eso no es real!".

María Arranz ha acabado dedicándose al periodismo, pero también cuenta con 5 años de experiencia en la hostelería —tanto en cocina como en barra— y ahí ha vivido en carne propia varias situaciones desagradables: condescendencia, menosprecio, acoso por parte de clientes... "Le tendríamos que dar una vuelta a la cultura laboral de la gastronomía".