Ecuador
"Nos sirvió para bautizar veinte siglos después uno de los trece países que atraviesa esta línea imaginaria que divide la Tierra en dos y que saca de quicio a los terraplanistas. Y es una palabra que, por la vía de la metáfora, nos permite nombrar hoy el ecuador de una campaña electoral o de una legislatura, de una temporada radiofónica o de un partido de fútbol"
Madrid
Este fin de semana hemos pasado el ecuador de la campaña electoral y esa es hoy nuestra palabra. Un concepto geográfico que imaginó un griego, que nombraron nuestros abuelos latinos, que nos sirvió para bautizar veinte siglos después uno de los trece países que atraviesa esta línea imaginaria que divide la Tierra en dos y que saca de quicio a los terraplanistas. Y es una palabra que, por la vía de la metáfora, nos permite nombrar hoy el ecuador de una campaña electoral o de una legislatura, de una temporada radiofónica o de un partido de fútbol... o el paso del ecuador, el viaje que hacen los universitarios a mitad de carrera o la fiesta que celebra el pasaje cuando su barco atraviesa el paralelo 0, que eso es el ecuador.
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Ecuador, el país, pudo ser Equador, escrito con q, porque así se registró la palabra en castellano hasta el año 1817, igual que equación o equanimidad. Y esa transición nos ilustra sobre cómo una misma raíz latina, aequator, originó una triple descendencia. Tenemos la equidistancia, la equivalencia, los triángulos equiláteros y los equinoccios, que mantuvieron la q original. Tenemos el ecuador, la ecuación o la ecualización, que se despojaron de esa q originaria y asumieron la c hace dos siglos. Y todas esas palabras guardan en sí el concepto de igualdad, que es la palabra que sufrió la evolución más sofisticada desde el latín y que nombra la mayor revolución de la humanidad, que aún está en su ecuador.
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