Campaña
"Pues sí, aunque parezca mentira, esta medianoche comienza la campaña electoral. En esta ficción léxica vivimos. Pero vamos a fijarnos en la palabra campaña, que vino del latín tardío campania, derivada a su vez de 'campus', “lanura”. Y por eso su primera acepción se refiere al “campo llano, sin montes ni asperezas”
Madrid
Pues sí, aunque parezca mentira, esta medianoche comienza la campaña electoral. En esta ficción léxica vivimos. Pero vamos a fijarnos en la palabra campaña, que vino del latín tardío 'campania', derivada a su vez de 'campus', "lanura". Y por eso su primera acepción se refiere al "campo llano, sin montes ni asperezas". Ese latinismo pasó después por el árabe kanpinya, con k, e y, y de ahí nos quedó campiña, que también es un espacio grande de tierra, pero destinado a la labranza.
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Más tarde, la palabra nombró cualquier periodo de tiempo o conjunto de actos de diversa índole para conseguir un fin determinado. Y tenemos campañas militares, campañas de la renta, campañas en la mar o campañas de odio, que siempre existieron, pero ahora se multiplican en las redes. La palabra nos da pistas sobre cómo, en el paso del latín al castellano, se creó la grafía eñe con su correspondiente virgulilla, esa especie de tilde extraña sobre la ene. Fue el Alfonso X el Sabio el que la incluyó en su reforma ortográfica y quedó en el castellano, el gallego el asturiano, en algunas palabras en euskera y, más tarde, en algunas lenguas amerindias. Más costó que llegase a los dominios de internet que no pudieron nombrarse con eñe hasta 2007. Gracias a esta letra, el annus acabó siendo año y la campania, que así quedó en el catalán, pasó a campaña en las lenguas que adoptaron esta curiosa y práctica letra.
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