Comedianta

Madrid

Pues mira, Llum, hoy que te tenemos aquí de jefa y que hemos hablado de y con mujeres que, como tú, hacen comedia, he querido fijarme en la palabra que ha nombrado vuestra profesión desde siempre: comedianta. Y tengo que confesarte que me he acercado con prevención, porque es de esos términos que, junto a su sentido recto, tienen también una consideración peyorativa. Porque comedianta, como teatrera, no es solo la mujer que se sube a un escenario. También tiene un uso coloquial, compartido con el masculino comediante, con el que nos referimos a quien desea llamar la atención o pretende engañarnos aparentando lo que no siente en realidad, a la persona histriónica, exagerada o afectada... Y estos comediantes y comediantas prosperan como florecillas en primavera en todos los ámbitos, casi más que en los teatros, desde los parlamentos a los estadios de fútbol. ¡Qué le vamos a hacer!

Pero la palabra comedianta tiene un aspecto digno de destacar, porque nombró desde el principio en femenino a las mujeres que se dedicaron al oficio de la comedia. Las comediantas y las cómicas llegaron al diccionario un siglo antes que las presidentas, cuando muger se escribía aún con g, y cuando el resto de oficios aparecían en femenino solo por la vía consorte, no para nombrar a las mujeres que ejercían un oficio sino a las que estaban casadas con hombres que lo ejercían. Tiempos en los que si una alcaldesa iba al teatro a ver a una comedianta, solo una de ellas trabajaba en lo suyo.