Sinfonía de colores

Jerez de la Frontera

Nunca mejor dicho lo de sinfonía. La pequeña y sorprendente bodega Espinosa de los Monteros debe ser la única que tiene un piso superior. Y por si fuera poca esta rareza arquitectónica para una bodega de vinos generosos, encontramos en ese piso superior más instrumentos musicales que botas de vino en el piso de abajo (no más de 100 botas). Alberga una impresionante colección de guitarras, mandolinas, balalaikas, bandurrias, banjos... Esta colección la inició el inquieto Antonio Espinosa de los Monteros, alma coleccionista, cuando encontró una guitarra de 1780 ... “y le dio la locura por los instrumentos de cuerda” dice su hijo Ezequiel. Fue la primera piedra para una gran colección de unas 250 piezas de los siglos XVIII y XIX. Entre ellas, algunos pianos excepcionales (son también instrumentos de cuerda aunque no lo parezcan). Antonio es un hombre apasionado del siglo XIX. Y es casi seguro que el origen de las soleras de esta singular bodega pertenezca a este mismo siglo pues son heredadas del abuelo de Antonio y por tanto, bisabuelo de Ezequiel, que era almacenista. Los hijos separaron el negocio y el padre de Antonio heredó algunas botas y las cuidaba con esmero pero ni vendía como almacenista ni como nada. Eran sus botas, su capricho. Para su disfrute y el de sus amigos.

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Antonio Espinosa de los Monteros ha sido arrumbador en la bodega Garvey donde trabajó desde los 13 años y allí permaneció hasta los años 80, cuando la expropiación de la bodega tras el affaire Rumasa. Se recicla y crea un negocio de embotellado junto a otros socios para dar servicio a las bodegas que no tenían máquinas para miniaturas y botellas especiales. A los pocos años se queda él solo al frente del negocio y se traslada al Parque Empresarial donde actualmente está la bodega, junto a la gran nave que alberga los trenes de embotellado de la empresa Esporsil. Curiosidades de la vida: las soleras del bisabuelo y abuelo que en su día nunca se embotellaron, han propiciado que ahora se conviertan en VORS con todos los honores. No fue hasta el año 2020 cuando Antonio decidió embotellar estos vinos, amontillados, palos cortados y olorosos, todos VORS, todos con mucho más que los 30 años de media. Concretamente el palo cortado que ha tenido una crianza estática, cuando llegan a las soleras tiene más de 60 años. Estos VORS, coincidiendo con la cercanía de la celebración de la 20 Edición de Copa Jerez, han decidido presentarse al mercado vestidos para la ocasión. Con una nueva imagen que aquí les presentamos.

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Siguiendo el estilo de esta bodega, que en casi nada se parece a ninguna... embotellan sólo y exclusivamente 10 botella de brandy -que no pertenece a la D.O. Brandy de Jerez- realmente fuera de lo común y sacadas de una única bota madre. (El precio de cada botella es de 1.000 euros). Su nombre Primogenitum. Y de cada palo (oloroso, amontillado y palo cortado) sólo embotellan cada año 1000 unidades en total. Siguiendo con las singularidades de esta nueva vieja bodega Espinosa de los Monteros, no tengo más remedio que añadir que la vocación coleccionista de Antonio, no se quedó sólo en los 250 instrumentos de cuerda, no. La ha extendido a aquellos carros que llevaban botas de vinos fermentando desde los lagares de las viñas a las bodegas de crianza en el caso urbano de Jerez. Preciosas e interesantes piezas que comparten nave con cientos de romanas, balanzas, básculas... del siglo XIX. ¡!El peso del tiempo está perfectamente medido en Espinosa de los Monteros!!

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También el peso y el paso del tiempo se miden en la recién estrenada firma Viñedos de Robyn, que acaba de aumentar el “pantone” de los vinos de la zona con los tres distintos tonos rojos (rubí, púrpura y cereza) de sus tres nuevos tintos en el mercado. Hace años, Viña Almocadén, que así se llama esta viña histórica situada en lo más alto de un cerro en pleno pago de Carrascal, estaba rodeada de viñedos de palomino y pertenecía a Williams & Humbert. Poco después desapareció el viñedo completamente en aras de otro tipo de cultivos entonces más rentables. También cambió la propiedad y como dije hace un año, Viña Almocaden como otras casas de viñas de los pagos jerezanos fue adquirida por nuevos bodegueros llegados de otros territorios e incluso de otros países como es el caso del norteamericano Noel Robyn y su mujer Regina. Tras varios años, recuperaron lo que quedaba de la vieja casa de viñas y la convirtieron en una preciosa y confortable vivienda rodeada de jardines, flores, árboles y viñedos. Un verdadero paraíso en pleno pago de Carrascal. Las viñas volvieron a cubrir gran parte de las 16 ha de albariza y esta vez cambiaron de color. Mayoritariamente son uvas tintas de las variedades pinot noir, tintilla, petit verdot, syrah, chardonnay y malbec. Muchas de ellas ya conocidas por las albarizas de la zona ya que hace años que se elaboran vinos tintos en la zona. Llama la atención la presencia de la malbec, uva de origen francés que se implantó en Argentina a partir de 1800, en donde se ha hecho uva predominante. Sus vinos se caracterizan por su profundo color violeta, y sus aromas indiscutibles de moras, ciruelas y grosellas negras. Hay pocas plantaciones de malbec en nuestro país y desde luego me atrevería a asegurar que en la provincia de Cádiz los únicos son los de Viñedos de Robyn. Primerizo, un malbec de Carrascal sobre albariza, todo un descubrimiento. Tinta Rota es el monovarietal de tintilla, y también presentaron en sociedad su coupage de syrah, pinot noir y malbec llamado 3oro.

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Gracias a Noel y Regina, Mr y Mrs Robyn por haber elegido estos territorios jerezanos para situar su vivienda, viñedos y bodega. Tras dar la vuelta al mundo -y además de verdad pues lo hicieron en barco, son grandes navegantes- y vivir en diferentes lugares de los Estados Unidos, Argentina, e Italia, desembarcan finalmente en los mares de albarizas jerezanos, convirtiéndolos en un verdadero paraíso.

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