Elizabeth Duval: "Los políticos tienen que asumir su responsabilidad en la miseria y la tristeza humana"
La escritora narra en esta nueva entrega de los Episodios Nacionales de Lengua de Trapo, el uso de la violencia y el auge de movimientos neofascistas desde una historia de amor en un Madrid en llamas
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Decía Max Aub que si se perdiera todo el material histórico y solo quedaran los Episodios Nacionales de Galdós no importaría. Eso da muestra de la importancia de la obra del escritor realista que a lo largo de 46 novelas históricas contó la historia de un país. Desde hace meses, la editorial Lengua de Trapo se ha propuesto hacer algo similar sobre nuestro tiempo, época convulsa, de cambio. Madrid será la tumba es la última entrega, escrita por Elizabeth Duval, filósofa, intelectual y escritora nacida en el año 2000.
Centrada en un Madrid desolado, dividido y empobrecido, Duval narra las luchas de un movimiento neofascista y de una casa Okupa de izquierdas. En realidad el relato es una historia de amor y violencia, que refleja el momento político actual y que, como hacía Galdós, va del relato íntimo al relato social que explica un país o, al menos, una parte. De ahí la importancia de la cuestión de clase.
"La cuestión de clase es fundamental, más aún cuando observamos que la diferencia entre cómo viven unos y cómo viven otros se ahonda en ella o se va haciendo más grande. Cuando hay producciones culturales donde se hace evidente. Ves la serie Valeria, con esos pisos, y crees que no hay pobres en la ciudad y esa no es la realidad. Hablar de la existencia de Vallecas o de zonas o barrios empobrecidos, no se hace en la producción cultural, cuando no es la imagen de la libertad de las cañas. Están muy bien las cañas, pero hay muchas cosas más allá", explica en una entrevista en la Cadena SER.
Sin embargo, para Duval es importante el matiz de que no toda la extrema derecha se ha ido hacía la clase obrera. "Hay muchas dinámicas, eso no quita para que luego Vox se lance en algunas partes del territorio a la búsqueda de ese voto obrero. Eso se vio por ejemplo en las elecciones en el voto en Cataluña", incide.
Madrid será la tumba se cuenta a dos voces, dos relatos periféricos en una ciudad que representa la centralidad. Dos relatos que tratan de ganarse el favor de la clase obrera, la legitimación de la sociedad, en definitiva. "Son grupos que están fuera más allá de sus espacios de acción. Ellos casi no afectan a la historia. También está la cuestión de que el mismo relato no gana en todas partes, lo cual no quita que en la actualidad sí vivimos un momento en que el discurso público se ha vuelto más reaccionario y empezamos a emplear términos más reaccionarios".
La reflexión sobre la violencia está en todo el relato. Escribe la autora que todo madrileño de bien piensa siempre en el exterminio de la clase social a la cual no pertenece. Y frente a esa violencia, está el amor. "Es el otro quién nos salva, escribía al final de Después de lo trans. Y es que es la capacidad para empatizar con el otro, para comunicar es una cuestión más importante. Esa mirada hacia el otro que intenta buscar qué hay de humano en el otro con atención y sinceridad. Me lo sigo creyendo. Eso no implica, como vemos dentro de la novela, que el amor no pueda con todo. Una cosa es el amor y otra que pueda parar ciertas cosas".
El libro se divide en cinco partes, casi una estructura de tragedia. Cada capítulo tiene el título de un pecado capital, exceptuando la pereza y la gula, que se los guarda para ella, como muestra en la dedicatoria. "No quería que los títulos desvelaran mucho sobre las partes y me di cuenta de que encajaba muy bien esta cuestión de encarnar los pecados capitales porque el tema del pecado, la vergüenza y el arrepentimiento mueven la novela. Hay un viaje a través de eso, en una escala de los pecados capitales, empezando por la soberbia que es el origen de todo", explica Duval.
Y también mucho de reflexión política, de cómo gestionar ese vacío, la soledad abierta en las ciudades, la falta de recursos... en definitiva, las causas del auge de movimientos fascistas o de extrema derecha que cargan y demonizan a otros colectivos. ¿Están capacitados los políticos para gestionar la soledad?
"Claro que están capacitados, pero no quieren, por ejemplo, hablando a niel local aquí en Madrid con Almeida. Se habla de esta cuestión de que a lo largo de los años en Madrid haya una progresiva eliminación de la ternura. Esa voluntad de llenarlo todo de asfalto, y convertirlo en un territorio hostil para la vida humana, las relaciones y cualquier tipo de existencia que no esté mediada por el consumo en una terraza. Una ciudad que es más amigable para los coches que para las personas. La política puede crear soledad y puede crear situaciones de soledad al no ofrecer respuesta o a agravar las condiciones. Los políticos son responsables de eso y tienen que asumir su responsabilidad en la miseria y la tristeza humana. Las políticas que tienen que ver con lo material y lo económico no solo afectan ahí , sino que son profundas causantes de depresión". Hay una cita de Delueze y Guattari que habla del deseo de las masas.
"Las masas no fueron engañadas, desearon el fascismo y eso es lo que hay que explicar", dice la cita. Y esa es la misión que se ha encomendado la escritora.
"Cuando se le hace una entrevista en prime time a una persona que dice la culpa es del judío, ahí hay un problema de enfoque", señala Duval. Sin embargo, hay una cuestión importante a la que muy pocos están atendiendo y es ese deseo de las masas. "Algo importante a la hora de cómo desmontar a la extrema derecha es comprender el deseo que genera en la gente en esa extrema derecha. Eso no implica plegarse al deseo. Implica pensar y hacer un esfuerzo de reflexión por decir que mucha gente que va a simpatizar con los fascistas no es la encarnación del mal, sino que hay una serie de cuestiones que les han llevado ahí y hay que hacer frente a esas cuestiones".
Volviendo a la obra de Galdós, una de las cualidades era la veracidad a los acontecimientos históricos en una ficción. En el relato de Duval hay una parte real, la de su experiencia con quince años como militante del espacio Casa Roja, ocupada en 2016 por Iniciativa Comunista. "Hay una parte totalmente real, las clases de yoga, las películas socialistas… esa parte es real y no es que se preste a ser caricaturizada, sino que se convierte en una", reconoce. "Aunque hubiera una pretensión de que íbamos a hacer la reflexión marxista leninista, luego veíais que lo único que hacíamos era un club de lectura de Lenin. Siempre hay una gran distancia tremenda entre los actos y las palabras que los describen y el músculo y poder real de esas organizaciones. Me ha servido mucho la novela para discutir conmigo misma. Quería hacer un protagonista fascista que fuera inteligente", explica
El libro lo comenzó a escribir durante la campaña de las elecciones madrileñas, que se vivió en términos de fascismo y antifascismo. De ahí que se cuelen cosas que acabamos de vivir y personajes que identificamos muy rápidamente, como el de La Capitana. "Tiene un correlato en la realidad muy evidente, de hecho, Melisa Rodríguez me escribió un mensaje en Instagram que quería leer la novela. No se puede considerar un texto equidistante, pero tampoco se ríe de los fascistas. Esa reflexión es importante".
Pepa Blanes
Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada en Periodismo por la UCM y Máster en Análisis Sociocultural...