La vida sin mascarillas (o casi)

Países Bajos

La sensación de estar desnudo y descolocado ante la realidad asalta a cada paso en Heerlem (Holanda) donde está a punto de echar la persiana el festival internacional de artes escénicas Cultura Nova que, tras 9 días, pone punto y final este domingo. Celebra 30 años el festival de esta ciudad en la que conviven casi 87 mil almas despreocupadas por el uso de las mascarillas, obligatorias solo para usar en transportes públicos.

Con una programación que abarca todo tipo de artes escénicas contemporáneas y en la que participan una decena de compañías europeas, el festival ofrece también el disfrute de la calle frente al principal teatro de la ciudad donde cada noche y con auriculares se pueden ver películas al aire libre. Frente a la pantalla, un gran bar congrega cada noche a una “parroquia” que, como única medida de control pandémico, tan solo tiene que dejar a la entrada un número de teléfono de contacto. No hay mascarillas visibles como tampoco se pueden encontrar en ninguna de las tiendas de Heerlem. Simplemente no son obligatorias.

Tampoco son necesarias para entrar en las salas del teatro. En los accesos, el personal de este importante festival holandés pregunta a quien exhibe la entrada si ha tenido síntomas de COVID o contacto con alguien contagiado. Se presume la sinceridad de quien responde, sin mascarilla, a la pregunta como también se presume el cumplimiento de la única medida preventiva más frecuente, el mantenimiento de la distancia de metro y medio.

Los teatros, que no tienen porcentajes de ocupación obligatorios salvo la necesaria distancia de seguridad interpersonal (o de “burbujas”), están felices estos días porque desde abril ya pueden trabajar, como pudieron hacerlo brevemente desde julio hasta octubre del pasado año, cuando tuvieron que volver a cerrar. Eso sí, protestan porque se encuentran con más limitaciones que las tiendas donde es más fácil encontrar al alguien con mascarilla puesta que hallar una aguja en un pajar.

El público ha agotado las localidades de casi todos los espectáculos en lo que, dicen en el festival, es una muestra del deseo urgente de volver a los patios de butacas. Sorprende además el entusiasmo de su aplauso tras caer el telón entremezclado con la emoción de muchas compañías que viven en su presentación en Cultura Nova la primera escapada al extranjero o, quizás, la vuelta a los escenarios tras el cerrojazo casi mortal que ha asfixiado a un sector que aún lucha por sobrevivir a la pandemia.

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Heerlem celebra hoy su marcha del orgullo LGTBQ+. Impensable en estos momentos en España, la celebración del orgullo ha transcurrido festiva y ruidosa con, entre otros muchos ingredientes, saludos eléctricos y emocionados, decenas de banderas, alguna foto reivindicativa, una “batucada” y - la vida era eso antes y parece que también ahora- sin mascarilla alguna.