La metanfetamina vertida en los ríos afecta directamente sobre la conducta de los peces y los vuelve adictos
Un estudio en República Checa ha analizado cómo influyen los residuos de las drogas que quedan en el agua sobre el comportamiento de los peces, que se vuelven adictos a ellas, una prueba más de la transmisión de problemas sociales humanos a los ecosistemas acuáticos
Madrid
Las drogas y los residuos que quedan de ellas sobre los ríos y mares afectan directamente sobre los peces y su comportamiento. Así lo ha determinado un estudio publicado en la revista Experimental Biology que ha revelado que las truchas marrones de los ríos de la República Checa se están volviendo adictas a las metanfetaminas que son consumidas y vertidas por los seres humanos a las aguas.
Como recoge El País, la investigación ha determinado que el consumo agudo e inmediato de esta droga provoca un aumento de la actividad cerebral de los peces por un periodo corto de tiempo, pero durante la abstinencia disminuye notablemente. "Los antojos de recompensa de drogas de los peces podrían remplazar las recompensas naturales como la búsqueda de comida o el apareamiento", asegura Pavel Horky, profesor del departamento de zoología de la Universidad de Ciencias de la Vida de Praga y primer autor del trabajo.
Los peces se vuelven adictos a la metanfetamina
El estudio ha abordado un experimento en el que ha medido el grado de adicción de los peces con los estupefacientes. Dividieron durante ocho semanas a 120 truchas marrones en dos tanques de agua de 350 litros. En uno de ellos había cientos de nanogramos de anfetaminas por litro, que coinciden con el nivel de concentración hallado en los ríos checos.
Pasadas esas semanas, los científicos eliminaron la metanfetamina del tanque experimental y observaron el comportamiento de los peces en los diez días posteriores. Construyeron un tanque con dos compuertas que simulaban el fluir del río, en uno agua limpia, y en el otro con restos de la droga. “El pez de control no mostró preferencia por un lado del arroyo o por el otro, pero el pez que había sido drogado eligió repetidamente permanecer en el agua con metanfetaminas”, concluye el análisis.
Los peces sufren una alteración de conducta
Como ha explicado Horky en declaraciones a El País, la exposición de este fármaco a los peces les produce un cambio de conducta muy dañino, porque altera los patrones de comportamiento natural de los animales, ya que los peces afectados eran menos activos que los otros, y por tanto podría reducir sus posibilidades de sobrevivir y reproducirse. “La contaminación de los ríos con estas sustancias podría cambiar el funcionamiento de ecosistemas enteros”, añade.
El estudio es, como apuntan los investigadores, una prueba más de la transmisión de problemas sociales humanos a los ecosistemas acuáticos: "La llegada de drogas ilícitas a los ecosistemas de agua dulce causa adicción en los peces y modifica las preferencias de hábitat con consecuencias adversas inesperadas de relevancia a nivel individual y poblacional”.
Un problema que ocurre en todo el mundo
Esto no solo ocurre en la República Checa, sino en todo el mundo, como apuntan. "Sabemos que donde hay usuarios de metanfetamina, también hay contaminación de agua dulce por metanfetamina”, asegura. De hecho, un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito de 2018 señala que la metanfetamina es la droga sintética más utilizada alrededor del mundo y que más ha crecido en los últimos años.
También una investigación publicada en la revista Enviromental Science & Technology, revela que las metanfetaminas están alterando la base de laa vida de los ríos en Norteamérica, ya que las aguas residuales llevan narcóticos que afectan a las algas, bacterias e insectos fluviales.
Un problema 'invisible' de contaminación humana
Por ello, los científicos del estudio han querido mandar una reflexión a la sociedad, pues la contaminación humana muchas veces se centra en el petróleo o el plástico, algo palpable, pero desconoce los efectos que, efectivamente, las drogas tienen sobre los peces y el ecosistema marino.
Aunque Honky asegura que todavía hay que hacer más investigaciones al respecto, las conclusiones son claras, y anima a los gobiernos a testar sus aguas para analizar estos comportamientos. La Unión Europea es la única que hace un seguimiento periódico de aguas residuales en 67 ciudades para el programa de control de estupefacientes.