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Cómo tener un buen nivel de inglés sin hacer inmersión lingüística

Los campamentos internacionales y el visionado de películas en lengua extranjera son herramientas útiles

¿Quién sabe decir palabras del día a día como “tapa de una olla” o “manillar de la puerta” en inglés? / GETTY

Madrid

Uno de los grandes desafíos a los que se enfrenta nuestra sociedad hoy sigue siendo, sin contar con la importancia de la adquisición de competencias tecnológicas, el aprendizaje de una lengua extranjera, concretamente el inglés.

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Cada vez es más común que los propios colegios ya oferten una segunda o tercera lengua extranjera a los alumnos, normalmente alemán, francés o chino. Sin embargo, la sensación que compartimos muchos docentes de lenguas es que los estudiantes todavía no han terminado de aprender al 100% la primera lengua extranjera.

Toda esta falta de aprendizaje se demuestra cuando nuestro hijo/a es capaz de hablarnos de tecnicismos que aprende en la asignatura de Science y, sin embargo, no sabe decir palabras del día a día como “tapa de una olla” o “manillar de la puerta” en inglés.

Ante esta incongruencia, cualquier progenitor duda si su hijo está realmente aprendiendo la lengua extranjera o si es solo un loro que repite palabras como fossil fuels (“combustibles fósiles”) o brainstem (“bulbo raquídeo”).

Entre las soluciones que muchos padres y madres ponen a este problema están los profesores particulares, las academias y los campamentos de verano. ¿Es suficiente con todo esto? ¿Podemos hacer algo más? ¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos?

¿Es la inmersión una utopía o una realidad?

La inmersión lingüística ya es parte del acervo cultural. Todos queremos que nuestros hijos sean expuestos al inglés la mayor parte del tiempo posible.

En cuanto a los centros educativos, por muy bilingües que sean, siempre tendrán un componente esencial en español, de ahí que sean bilingües. Por lo tanto, es complicado realizar una inmersión lingüística completa en la mayoría de colegios españoles. Y, en cualquier caso, estos alumnos viven en un país donde el inglés no es una lengua vehicular, por lo que la inmersión siempre es un tanto incompleta.

Por ello, muchos de nosotros optamos por realizar periodos de inmersión lingüística en diferentes momentos de nuestra vida, principalmente a través de programas de intercambio como el Erasmus, para alumnos de secundaria, o de universidad.

Sin embargo, esto es mucho más difícil para estudiantes de educación primaria, ya que necesitan muchos más cuidados y son más complicados de coordinar por su edad.

Campamentos de verano

Una buena solución para este problema son los campamentos de inmersión lingüística, a los que pueden acudir niños de primero a sexto de primaria. Sin embargo, es casi imposible que los estudiantes no incumplan en algún momento la regla de hablar solo en inglés.

Por eso, es interesante que puedan acudir a campamentos con alumnos internacionales y en un contexto intercultural, pues de esta manera el uso del español no les facilitaría la comunicación con sus nuevos amigos.

En el caso de adolescentes es siempre más fácil que puedan ir a un campamento al extranjero. Esta experiencia siempre será muy positiva para ellos, no solo a nivel lingüístico sino también en su crecimiento personal y su apertura de mente a otras culturas.

En cualquiera de los casos, ya sea un campamento de verano o una estancia de inmersión lingüística más prolongada, somos propensos a socializar y siempre tendemos a buscar contacto con gente culturalmente afín a nosotros. No debemos temer si esto sucede, pues la reflexión sobre el proceso de aprendizaje del inglés junto con otros hispanohablantes también puede ser muy enriquecedora.

¿Y si no tengo recursos económicos?

¿Es posible aprender otro idioma sin realizar una inmersión? Por supuesto que sí. Incluso en un contexto de inmersión, se aprende mejor si la experiencia se combina con clases formales. Por lo tanto, para empezar, lo mejor es asistir a clase y combinarlo con más recursos.

La educación formal es muy necesaria. Sin embargo, es difícil que nuestras necesidades específicas y nuestro estilo de aprendizaje se tengan en cuenta si se comparte espacio con otros 25 alumnos.

Por eso, acudir a academias con grupos reducidos es siempre una buena opción. En estas clases el alumno puede practicar aquellas competencias que no puede por sí solo, como la interacción oral con el profesor y los compañeros.

Otra herramienta útil es el visionado de películas en lengua extranjera. En los niveles bajos es preferible utilizar subtítulos en español. Cuando aprendemos inglés, lo hacemos a nivel consciente e inconsciente. El segundo tipo de aprendizaje es incluso más común que el primero. Además, de este modo se puede seguir el hilo del argumento y no se pierde la motivación. En un nivel superior, al cabo de un año aproximadamente, el alumno ya podrá utilizar subtítulos en la lengua extranjera. Por último, los subtítulos podrán eliminarse pasado otro año.

Entre otros buenos consejos estaría la lectura de textos en lengua extranjera adaptados a la edad y con un tema que nos interese. De un libro más corto a otro más largo, porque no se debe empezar por leer la trilogía de El Señor de los Anillos.

Y utilizar la tecnología. Por ejemplo, hay muchas herramientas en internet para conocer amigos por correspondencia (penpal friends).

El bilingüismo: una carrera de fondo

No tener una certificación de inglés no significa no ser bilingüe. Ante todo, debe saber que el bilingüismo no es una meta que se puede alcanzar, sino una forma de vida. Por ejemplo, sin utilizar un diccionario, ¿sería capaz de explicar a otra persona qué es un “curricán”? ¿Podría explicar por qué en español un “chucho” puede ser un perro y a la vez un pez pequeño? No todos somos expertos en pesca ni en todas las variedades del español. Y sin embargo, somos hispanohablantes nativos.

Ocurre lo mismo con una lengua extranjera. A veces parecemos más bilingües dependiendo del tema del que hablamos. Si somos incapaces de describir el funcionamiento de un motor turborreactor de flujo axial en inglés, todavía hay esperanza de que podamos ser bilingües. Una buena forma de medir si somos bilingües es comprobar que podemos hablar sobre cualquier tema en dos lenguas. Simplemente recuerde: el bilingüismo se adquiere pero, sobre todo, se vive.

Daniel Martín González, Director del Máster en Lingüística Aplicada a la Enseñanza de ELE, Universidad Nebrija

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

 
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