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Irán

Bailes persas para conjurarse contra el coronavirus en Irán

Hasta en los momentos más difíciles los iraníes encuentran una razón para bailar: pasito a la izquierda y a la derecha, sacudida de pecho, golpe de cadera, giro de mano, como desenroscando una bombilla

Bailes persas para conjurarse contra el coronavirus en Irán / Twitter

Bailes persas para conjurarse contra el coronavirus en Irán

Teherán

Hasta en los momentos más difíciles los iraníes encuentran una razón para bailar: pasito a la izquierda y a la derecha, sacudida de pecho, golpe de cadera, giro de mano, como desenroscando una bombilla. Enfermerías de todo Irán se han convertido en escenarios improvisados donde los trabajadores sanitarios, punta de lanza de la guerra al coronavirus declarada por Irán, se contornean al ritmo de canciones de toda la vida para conjurarse frente al enemigo microscópico y, de paso, levantar la moral de pacientes y ajenos.

La República Islámica es uno de los países más azotados por el Covid-19. El brote se originó en Qom, el conocido como Vaticano iraní, y de ahí se ha dispersado por toda la región siguiendo, en algunos casos, los pasos de los peregrinos. Dos semanas después de oficializarse, el número de muertos por la enfermedad ronda el centenar y el de infectados supera los 2.800, según cifras oficiales. El virus ha puesto en jaque incluso al sistema, varios de cuyos miembros han resultado infectados.

Tras unos titubeos iniciales, que costaron numerosas críticas dentro y fuera del país, las autoridades han tomado medidas extraordinarias con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud, que colabora proporcionando asesoramiento y material médico a un sistema sanitario dañado por las sanciones de los EEUU. La otra pata de la respuesta al coronavirus son sus profesionales sanitarios, entregados plenamente a la causa, conscientes de que la falta de equipamiento los expone al riesgo de contagio.

Su reacción acapara aplausos en las redes sociales: bailes en los hospitales con el traje de aislamiento puesto - garantía de anonimato - y compromiso pese a todo. "Buenas noches, queridos amigos. Aquí el hospital de Kamkar de Qom, departamento de enfermedades infecciosas", saluda una enfermera, antes de mostrar a sus colegas, joviales. "Cuidaos mucho. ¡No salgáis de casa!", advierte una de ellas. "Rezad por nosotros y por nuestros compañeros. Buenas noches, os queremos a todos", acaban.

En otra grabación, un grupo de médicos explican que una de sus compañeras ha decidido posponer su propia boda para trabajar apoyándoles. En una grabación más, una joven explica cómo le reprendió su madre, que había servido durante la agónica guerra Irán - Irak de los 80, cuando le propuso quedarse a cuidarla, en vez de ir a trabajar al hospital: "'Si lo haces, no te bendeciré', me dijo, 'el frente de Irán está en los hospitales. Si no vas, serás una desertora, y no dejaré entrar a mi casa a desertoras'". Pero no todo son bailes electrizantes. En otra grabación puede verse a un enfermero recitando, en voz alta, un poema religioso. Un momento de recogimiento que emociona a muchos de los enfermos presentes. En un vídeo grabado en el norte de Irán, en la provincia de Mazandaran, un artista ofrece un recital de guitarra y canto para mejorar el estado de ánimo de los enfermos y, de paso, conmover a las redes.

Aunque los nichos más recalcitrantes del sistema iraní desaprueban la danza como forma de ocio, todos han coincidido en elogiar la actitud de enfermeras y médicos, cuya función, el oficialismo, equipara a la de los combatientes que resistieron el embate de las tropas de Saddam Hussein hace más de tres décadas. Los trabajadores sanitarios se han llevado muchos más elogios que los gestores públicos, culpados por muchos iraníes de contribuir a la inquietud con una respuesta tardía y confusa a la enfermedad.

Con el paso del tiempo, la reacción gubernamental ha ganado vigor. Los centros educativos se han cerrado por más de una semana, los rezos comunitarios de los viernes se han cancelado dos veces y se ha adelantado el tradicional permiso temporal para que 54.000 prisioneros puedan salir de prisión por el Año Nuevo persa. El Gobierno sigue recomendado a la población no salir de casa a menos que sea estrictamente necesario, algo difícil en vísperas de fiesta y con un tiempo en constante mejora; y por si acaso hiciera falta, los enfermeros ponen la buena cara.

 
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