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Cirugía

El hospital que busca la última esperanza veterinaria para animales al límite

"Somos un centro exclusivo de casos que son remitidos por otras clínicas u hospitales que han considerado que podían tener una última oportunidad con nosotros", afirma en una entrevista Jorge Llinás, director y responsable de cirugía

Animales bendecidos por la festividad de San Antón. / Getty Images

Valencia

Apolo, un perro mestizo al que reconstruirán con una prótesis la mandíbula que alguien le partió, o Lía, un bichón maltés de 3 meses de vida al que han operado del corazón, son algunos de los casi 5.000 casos extremos y complejos que pasan al año por el Hospital Veterinario AniCura Valencia Sur.

"Somos un centro exclusivo de casos que son remitidos por otras clínicas u hospitales que han considerado que podían tener una última oportunidad con nosotros", afirma en una entrevista con la Agencia EFE Jorge Llinás, director y responsable de cirugía del centro, al que remiten muchos animales maltratados o que han sido desahuciados tanto de otros puntos de España como del extranjero.

Llinás está considerado el "Cavadas de los animales" por las complejas intervenciones que realiza, como la de Sky, un perro que remitieron desde Alemania, donde iba a ser sacrificado, y fue sometido a una cirugía maxilofacial para reconstruirle la mitad de la cara, que le había sido seccionada con un arma blanca.

"Me halaga el símil, pero estamos a años luz de un cirujano tan grande como (Pedro) Cavadas; ojalá podamos hacer cosas tan parecidas", afirma el veterinario, que añade que Valencia Sur es un centro de referencia donde se realiza un "trabajo en equipo" y ayudan en casos que no parecían tener solución.

Uno en los que trabajan actualmente es el de Apolo, un mestizo que llegó al centro con un "traumatismo bestial" y la mandíbula al aire y al que, tras conseguir extraerle la filarias (gusanos) que tenía en el corazón, le están preparando una prótesis tridimensional para que pueda comer con normalidad.

El centro valenciano, abierto desde hace siete años y donde trabajan 60 personas, ofrece un servicio integral con la práctica total de las especialidades veterinarias y cuenta con un equipo multidisciplinar que aporta su experiencia en hospitales de Europa y Estados Unidos "para resolver los casos más complicados".

Uno de estos especialistas es el italiano Roberto Bussadori, quien tras intervenir a Lía, un cachorro de bichón maltés de apenas 800 gramos de peso, de una anomalía vascular entre la aorta y la arteria pulmonar, explica a EFE la especial dificultad de esta operación. Lía, que ha sido remitida desde Murcia, sufre la tercera anomalía congénita más frecuente en el perro y aunque este problema podría ser resuelto con otros métodos menos invasivos, solo se ha podido realizar con cirugía tradicional por su escaso peso, detalla Bussadori, quien destaca que la profesión de veterinario es "totalmente vocacional".

También está de acuerdo con esta afirmación Jorge Llinás, que afirma que ser veterinario, "más que una filosofía, es una forma de vivir. El veterinario nace con esa vocación", y lamenta que España sea uno de los países a la cabeza del maltrato animal.

"Es una situación real y objetiva, es muy preocupante, y creo que es una cuestión de concienciación social y de actuación", destaca este especialista en cirugía maxilofacial y odontología veterinaria, que añade: "Como muchos compañeros en España, estamos haciendo un servicio para atender a un montón de animales que, por desgracia, son abandonados".

Confiesa que los casos que más le han marcado son aquellos en los que no ha conseguido salvarlos -"Veo esas familias rotas...", lamenta- y explica que tienen en el centro un perrito que ha llegado desde Madrid por una parálisis laríngea y sus dueños están vendiendo el coche y haciendo todo lo posible por él.

El centro también ha hecho intervenciones como la de Magnus, un cachorro de león de 4 meses que trabajaba en un circo y cuyo problemas de esófago le impedían comer alimentos sólidos, o la de Duna, que llegó al Hospital con la cara destrozada tras ser abandonada por un cazador y era incapaz de comer y beber.

"Lo más frustrante es cuando ves que no lo consigues, el dolor de la familia se te queda en la cabeza y el corazón, la última mirada de ese perro o gato... Eso duele", revela Llinás.

 
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