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Salvar a las abejas para salvar el Amazonas

La conservación de las polinizadoras pasa por repensar lo que producimos y cómo

El ecólogo Jerônimo Villas-Boas apunta a los monocultivos como la principal causa de la desaparición de las abejas y de la diversidad en los ecosistemas. / Nuria Tesón

El ecólogo Jerônimo Villas-Boas apunta a los monocultivos como la principal causa de la desaparición de las abejas y de la diversidad en los ecosistemas.

São Paulo

El Amazonas brasileño arde, el Amazonas brasileño se extingue, el pulmón del mundo de ahoga. ¿O habría que decir mejor lo queman, lo destruyen, lo ahogan? Sus pobladores nativos lo denuncian y alertan de ello los científicos. Los números les dan a ambos la razón. En el último año la deforestación del Amazonas aumentó un 29% con respecto al mismo período del año anterior. 10.000 km cuadrados. El mayor porcentaje en la última década.

Detrás están el saqueo ilegal de tierras indígenas para explotaciones ganadera ilegales, denuncia Amnistía Internacional. Unos dos tercios de las zonas del Amazonas deforestadas entre 1988 y 2014 fueron quemadas y convertidas en pastos: casi 500.000 kilómetros cuadrados, denuncia la organización. "La ganadería ilegal es el principal motor de la deforestación del Amazonas", según Richard Pearshouse, director de Crisis y Medioambiente de AI. Eso no es sólo una "amenaza real a los Derechos Humanos de los pueblos indígenas y tradicionales que viven allí, sino también para el todo el ecosistema del planeta", advierte en el informe Cercar y traer ganado : ganadería ilegal en el Amazonas de Brasil, publicado la última semana de Noviembre, antes de que arrancara la Cumbre del Clima que estos días se celebra en Madrid. Amenazas a las comunidades indígenas y también a las autoridades que tienen el mandato de proteger las reservas son algunas de las denuncias que aborda la organización.

Víctimas directas de esa destrucción, las principales responsables de la polinización: las abejas. Este verano en el Amazonas brasileño han muerto más de 500 millones. Aparejado con la ganadería industrial otra de las prácticas destructivas que están acabando con el Amazonas son los monocultivos, . El ecólogo Jerônimo Villas-Boas apunta a ella como la principal amenaza para las abejas y por ende, para el ecosistema. Ambas dos caras de la misma moneda.

"Todo comienza con la expansión de las fronteras agrícolas para la extensión de monocultivos. Para eso es necesario limpiar la vegetación nativa", afirma Villas-Bôas. En segundo lugar la homogenización del paisaje. "Las abejas dependen de una variedad diversa de plantas para cosechar néctar y polen. Los paisajes agrícolas convencionales no ofrecen esa variedad y, bueno, las abejas... se mueren de hambre", lamenta el ecólogo.

En tercer lugar el experto apunta a lo que considera "el factor más grave", y una consecuencia de los dos anteriores: "el uso indiscriminado de pesticidas que envenenan y matan efectivamente a las abejas". De acuerdo con Greenpeace, el uso de pesticidas ha aumentado en Brasil. En tres años han contabilizado la utilización de hasta 193 productos que contienen químicos prohibidos en gran parte de Europa. Desde enero de este año más de 290 nuevos productos obtuvieron licencias del gobierno brasileño para entrar en el mercado, coincidiendo con la llegada de Jair Bolsonaro al poder. Más del 65% de esos productos registrados en los primeros 7 meses del año son fabricados por empresas extranjeras en cuyos países dichos productos están vetados: Alemania, Estados Unidos, Suiza... Más de medio millar más estaban siendo evaluados a finales de verano, mientras el Amazonas continuaba en llamas. Muchos de eso productos son genéricos, es decir, se usaban con nombre comerciales y ahora se han hecho accesibles (con el abaratamiento de precios de un producto sin marca). Brasil es el tercer exportador mundial agrícola, pero además es uno de los principales consumidores de agroquímicos del mundo, según la FAO. Muchos de esos productos son altamente tóxicos y, especialmente, afectan negativamente a los polinizadores.

Es la pescadilla que se muerde la cola: Tres de cada cuatro cultivos del planeta dependen, al menos en parte, de los polinizadores, principalmente las abejas, según datos de la FAO, la organización de Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura. Con la destrucción de su entorno se destruye el arma principal para tener mejores cultivos, y combatir naturalmente la deforestación. El ecólogo advierte que hasta que no reconsideremos cómo comemos y cultivamos las abejas seguirán muriendo. Fortalecer la cadena de producción y a los productores es clave para su supervivencia. “Existen personas, poblaciones, culturas que dependen del bosque para vivir y generalmente estas personas explotan algún recurso. Cuando estructuramos cadenas es justamente una forma de conservación. Podemos proteger todo un conjunto de ecosistemas y biomas que están asociados a una práctica cultural”.

En Brasil existen más de 250 especies de abejas nativas sin aguijón que ha sido un cultivo complementario en zonas indígenas ancestralmente. El ecólogo trabaja con comunidades nativas para promover su conservación de una forma sostenible que beneficia al medio ambiente, a sus moradores, y a las abejas. “Una forma de conservar abejas es consumir miel producida por una comunidad movilizada en conservar esta abeja. Para que existan las abejas es necesario que existan los bosques y en estos bosques viven otros animales que son conservados por esta cadena…"

La desaparición de las abejas puede impedir o reducir drásticamente la reproducción de muchas especies de plantas, lo que puede resultar no sólo en la pérdida de la biodiversidad y en un desequilibrio de los ecosistemas sino también poner en riesgo la producción agrícola. Empoderar a las comunidades locales para hacer lo que siempre han hecho: cultivo variado y sostenible. 

 

 
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