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Primo Levi, el hombre que odiaba la palabra Holocausto

Nació en Turín hace 100 años y fue el hombre que contó el horror de los campos de exterminio

Primo Levi en una imagen de 1986 / Getty

Primo Levi en una imagen de 1986

Italia

Decía en una entrevista que no le gustaba el término Holocausto. "Fue usado por el Estado para exterminar a un pueblo, el judío". Lo arrestaron los nazis durante la segunda guerra mundial y dice que se libró de morir por decir que era judío y no miembro de la resistencia. Entonces lo hubieran destrozado al momento.

Nació en Turín y hoy hubiera cumplido 100 años. "Las ideas no mueren nunca, siempre vuelven". Sus antepasados eran judíos piamonteses llegados desde España a esta ciudad. Vivió en la Italia del fascismo de Mussolini. Las primeras leyes raciales, contra los judíos, le pillaron en la universidad, donde estudiaba químicas. Entonces empezó a militar en la resistencia antifascista y se convirtió en partisano. Fue capturado por infiltrados y llevado a un campo de concentración, un campo satélite de Auschwitz-Birkenau, en la Polonia ocupada.

"Tenía 24 años, poca o ninguna experiencia y una decidida propensión, favorecida por la vida de segregación a la que me habían reducido desde hacía 4 años las leyes raciales, a vivir en un mundo escasamente real, recuerda en su obra maestra, Si esto es un hombre.

En su libro rememora el viaje en tren hacia aquel lugar, hacinado en vagones minúsculos con decenas de deportados como mercancía y su llegada al capo de concentración. Levi cuenta de forma precisa todo lo que sus ojos vieron dentro del alambre espinado del campo de trabajo forzado de Monowitz y las humillaciones e impensables vejaciones a los que fueron sometidos miles de hombres, mujeres, ancianos y niños.

El escritor tan solo estuvo un año allí, enseguida fue liberado por las tropas soviéticas. Su carrera como químico, además, sirvió para que le eximieran de los trabajos forzados y se quedara en el laboratorio. “Una sala grande y vacía y nosotros cansados teniendo que estar en pie, y hay un grifo que gotea y el agua no se puede beber, y esperamos algo realmente terrible y no sucede nada y sigue sin suceder nada", relata en su libro. 

La vuelta a casa, la describió en La tregua, un libro publicado en 1963. La vuelta no fue fácil. Italia estaba desangrada por la guerra y Levi empieza a trabajar en una fábrica mientras vuelca sus recuerdos y su drama en sus libros. Compaginó esa doble vida, de químico -después logró un puesto en un laboratorio-, con la de escritor. Sus relatos más conocidos se encuentran en La torcedura del mono, una colección de cuentos sobre trabajo y trabajadores relatados por un narrador que recuerda al propio Levi.

Pero sin duda, su prosa, llena de oscuridad y optimismo, ha servido para considerarle la voz de la memoria. Con Los hundidos y los salvados, publicado ya en los ochenta, completa la trilogía sobre el Holocausto y sus consecuencias. En él decía que no odiaba a los alemanes, pero no podía perdonarlos.

El 11 de abril de 1987, a los 67 años, fue encontrado muerto en su edificio de Turín, tras caer por el hueco de la escalera. La hipótesis aceptada fue el suicidio, aunque aún es discutida. En estos días, Italia honra con numerosos actos, conmemoraciones y conferencias a uno de sus escritores más relevantes del siglo XX, cuya memoria y su legado sigue muy vivo, sobre todo en todos los colegios del país.

 
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