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CHALECOS AMARILLOS

Más agentes que 'chalecos amarillos' en las manifestaciones de Portugal

El fuerte dispositivo de seguridad que había organizado el Gobierno del socialista Antonio Costa, con más de 20.000 policías preparados para intervenir, provocó que en la mayoría de los actos hubiera más agentes que 'chalecos'

Agentes de policía controlan a los manifestantes del movimiento 'chalecos amarillos' durante una protesta en Portugal. / PAULO NOVAIS (EFE)

 Agentes de policía controlan a los manifestantes del movimiento 'chalecos amarillos' durante una protesta en Portugal.

Lisboa

La protesta de los llamados 'chalecos amarillos' tuvo este viernes un impacto prácticamente nulo en Portugal, donde la jornada transcurrió sin incidentes, salvo cuatro detenidos por intentar cortar el tráfico en Lisboa y Oporto. Entre las demandas de los 'chalecos' en Portugal están la subida del salario mínimo —que el Gobierno elevó el jueves de 580 a 600 euros—, mejoras en prestaciones sociales, rebaja de impuestos a combustibles y electricidad y medidas contra la corrupción.

Convocada a través de las redes sociales bajo el lema 'Vamos a parar Portugal' e inspirada en la experiencia de los 'chalecos amarillos' franceses, la movilización lusa pasó sin pena ni gloria en un viernes marcado por el clima navideño.

Los temores a que la protesta bloqueara los accesos a las grandes ciudades desde primera hora no se cumplieron y tanto el transporte como el resto de los servicios públicos funcionaron con normalidad. Sólo en Lisboa y Oporto las concentraciones reunieron a centenares de personas, mientras que en el resto —se habían convocado 25 movilizaciones en 17 ciudades del país— los manifestantes se contaron apenas por decenas.

El fuerte dispositivo de seguridad que había organizado el Gobierno del socialista Antonio Costa, con más de 20.000 policías preparados para intervenir, provocó que en la mayoría de los actos hubiera más agentes que 'chalecos'.

En el centro de Lisboa, tomado en estos días por las ferias callejeras de venta de artesanía navideña, el mayor atasco de tráfico se registraba a primera hora en los alrededores del estacionamiento de un conocido centro comercial español, desbordado por la clientela.

La protesta tampoco alcanzó a los aeropuertos lusos, donde se había establecido hoy una zona de exclusión en un área de 6 kilómetros para prohibir la navegación a los aparatos no autorizados, incluidos los drones, tras la experiencia del aeródromo londinense de Gatwick.

Los únicos incidentes de la jornada se registraron en la lisboeta Plaza de Marqués de Pombal, donde tres personas fueron detenidas cuando intentaban cortar el tráfico, y en Oporto, con un detenido.

"En Portugal hay democracia, pero no lo parece. Están los manifestantes encerrados en una corriente policial. Los policías están cercando a las personas. La libertad está condicionada", denunció uno de los manifestantes tras las detenciones. "Nosotros no queremos hablar sobre política, queremos hablar sobre los derechos del pueblo. No estamos apoyados por ningún tipo de partido, ni sindicato", apuntó a otro de los 'chalecos amarillos'.

El único político que apareció en la movilización fue José Pinto Coelho, líder del ultraderechista Partido Nacional Renovador (PNR), con un nulo peso político, que se mantuvo durante unos minutos en un segundo plano. Su presencia fue utilizada por los organizadores para justificar el fracaso de la movilización.

"Nuestra manifestación fue estropeada por un grupo de personas de extrema derecha", dijo Luísa Patrão, miembro de uno de los colectivos convocantes, para explicar el mínimo seguimiento. Ante el escaso poder de convocatoria, los organizadores desistieron de avanzar con la manifestación prevista hacia el Parlamento en Lisboa para la tarde de hoy.

Aunque la protesta de los 'chalecos amarillos' se desinfló en Portugal, el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, advirtió hoy de que el sistema político "tiene que reajustarse". Sin mencionar directamente la convocatoria, subrayó que hay que "estar atentos a los movimientos inorgánicos que surjan, y a los nuevos desafíos difíciles para la democracia", en especial en un mundo "electrónico y digital", con "nuevas formas de expresión política".

 
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