El gobierno de coalición de izquierdas en que se mira Sánchez presenta unos presupuestos para ir a por la mayoría absoluta
Aumentan las pensiones, el salario de funcionarios públicos y los fondos dedicados a Cultura, Educación y Medio Ambiente
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El primer ministro de Portugal, Antonio Costa. / Rafael Marchante (REUTERS)
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Lisboa
Pocos minutos antes de la medianoche del lunes, a punto de cumplirse el plazo límite marcado por la ley, el ministro de Finanzas luso, Mário Centeno, entregó el borrador de los Presupuestos Generales para 2019 en la Asamblea de la República Portuguesa. Se tratan de los últimos Presupuestos de la legislatura, y una clara apuesta por parte del Gobierno del socialista Antonio Costa para seducir el electorado luso y conseguir una mayoría absoluta en las elecciones legislativas que celebrarán en menos de un año.
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Costa asumió el poder en 2015 prometiendo "pasar página a la austeridad", y aseguró que su Ejecutivo minoritario –que gobierna gracias al apoyo de la alianza parlamentaria de varios partidos de la izquierda portuguesa– traería consigo el fin a los recortes impuestos por la Troika y el conservador Pedro Passos Coelho durante los años de la crisis.
Aunque restauró los salarios de los funcionarios, repuso las pensiones y canceló la privatización de los transportes de Lisboa y Oporto, su tiempo en el Gobierno ha sido caracterizada por la política financiera de gasto público ultra-limitado mantenida por el ministro Centeno quien, de esa manera, ha conseguido cumplir con los pactos comunitarios y reducir el déficit público –situado en el 4,4% del PIB en 2015– de manera espectacular. Siguiendo el actual trayecto, el año que viene Portugal cerrará el año con el déficit entre el 0 y el 0,2 % del PIB, una cifra jamás alcanzada en la historia de la democracia del país vecino.
La política de austeridad light se ha notado en Portugal, donde la economía ha mejorado gracias al boom del turismo, pero donde los funcionarios públicos no han visto un aumento de salario desde 2009, los hospitales públicos carecen de personal y recursos necesarios, y el sistema ferroviario está en un claro estado de decadencia. Pero Costa quiere que los lusos se olviden de las dificultades de los últimos tres años con estos Presupuestos Generales, llenos de guiños a los votantes en este año electoral.
Los grandes beneficiados son los pensionistas y los trabajadores de la Administración Pública. Los presupuestos introducen una subida extraordinaria de las pensiones, que aumentarán por los menos 10 euros, y se reducen los impuestos aplicados a las prejubilaciones. La mayoría de los funcionarios públicos disfrutarán de un aumento salarial del 3%, conseguido en gran parte a través del aumento de las promociones a los trabajadores; en total, unos 800 millones de euros se reservan exclusivamente para para este fin.
Varios ministerios ven sus presupuestos particulares incrementados. Medio Ambiente ve un aumento del 16%, mientras que se aumentan los fondos destinados a la Cultura en un 12,6%, y reduce el IVA cultural del 13 al 6%. El Ministerio de Educación se beneficia del primer aumento de su presupuesto –que sube un 1,3%– desde 2010. Los manuales escolares pasan a ser gratuitos hasta el 12º año, y se reducen las tasas de las universidades públicas.
Para beneficiar a las familias, se destinan 83 millones de euros para la reducción de las tarifas de los transportes públicos –que pasan a ser gratuitos para los menores de 12 años–, y 168,2 millones de euros para CP, la empresa ferroviaria estatal, cuya infraestructura desgastada es motivo de preocupación para los viajantes.
El sistema sanitario luso, fuente de infinitos dolores de cabeza para el gobierno de Costa debido a sus graves problemas estructurales, recibe nuevos mecanismos de financiación. Centeno aprovechó la presentación de los presupuestos para anunciar la abertura de cinco nuevos hospitales, pero la noticia se ha desinflado al demostrarse que la creación de los mismos está prevista desde 2016 y que, como pronto, sólo abrirán a partir de 2021.
Con estas medidas, entre muchas otras, el Ejecutivo pretende cerrar la legislatura repartiendo el dinero público que hasta ahora guardó para conseguir los objetivos marcados por Bruselas. En un contexto formal, la estrategia marcada por Centeno ha funcionado: el Eurogrupo ha señalado a Portugal como un ejemplo a seguir en su salida de la crisis, y el viernes pasado Moody's, la única de las grandes agencias de calificación que mantenía el rating de la deuda soberna lusa como ‘bono basura’, mejoró la nota del país vecino, señalando la recuperación de la confianza del mundo financiero.
Sin embargo, aunque el actual Gobierno es popular entre el electorado luso, que reconoce que las cosas están mejor que hace cuatro años, en las encuestas los socialistas de Costa no consiguen dar el salto que les permitiría hacerse con la mayoría necesaria para gobernar en solitario a partir del año que viene. Costa intenta demostrar que se vive mejor ahora no sólo gracias al boom del turismo, sino también como resultado de las políticas de su Gobierno, y con estos Presupuestos el primer ministro se lo juega todo, esperando que los portugueses noten una mejora sustancial durante los próximos 12 meses y le premien con su confianza a la hora de votar.