Marc Pataut, el objetivo de los más vulnerables
El Reina Sofía expone "Primeras tentativas", 300 fotografías que el artista francés realizó de los colectivos más desfavorecidos de su país en los años 80 y 90
Madrid
Niños enfermos, trabajadores precarios, familias sin techo. Marc Pataut (París, 1952) tuvo su primera toma de contacto con una institución pública en 1981 en el Hôpital de Jour, un centro de salud mental de Aubervilliers, al norte de París. Los internos eran niños psicóticos. Y Pataut decidió repartirles cámaras desechables. Después reunió todas las imágenes que captaron y los retratos que hizo de ellos. Para Pataut aquél primer trabajo le ayudó a comprender que no sólo bastaba con denunciar, que tenía que llegar a comprender al otro. "No importa lo que yo opinara sino cómo ellos podían participar de mi trabajo".
"Las personas con las que trabajo son mi primer público" explica Pataut con su pequeña cámara de fotos que le acompaña durante toda la rueda de prensa. "Primeras tentativas", la primera exposición individual del artista en España que puede verse en el museo Reina Sofía hasta el 27 de agosto, recorre sus principales trabajos en los años 90, salvo el principio de la muestra con las fotografías de los niños del hospital de día, inicio de su trabajo colaborativo con los grupos socialmente más desfavorecidos de su país. Destaca ese aspecto de mediación el comisario de la muestra Jorge Ribalta y la importancia de su papel bisagra entre dos épocas. "Lo que Marc Pataut nos enseña es que nuestra propia subjetividad está determinada por las condiciones históricas. Es una figura puente entre la socialdemocracia de los 80 y el inicio del neoliberalismo de la siguiente década. Es la mejor representación de la subjetividad precaria que se constituye, sobre todo, en Francia a principios de los 90 a partir de las primeras movilizaciones de los antiglobalización". Y esa idea de precarización la interioriza hasta el punto de que su papel se disuelve, cuenta Ribalta, y su trabajo consiste en repartir cámaras, en hacer talleres, en ayudar.
Como ejemplo están las colaboraciones de Marc Pataut con la asociación Ne Pas Plier, un grupo comprometido con la transformación social volcado con trabajadores en situación precaria, protagonistas de las movilizaciones masivas de principios de los 90. Para Pataut "una imagen no es nada, sino cómo se utiliza". El uso de la imagen es clave, explica Ribalta, cómo las imágenes se materializan desde el principio en la exposición "hay hojas de contactos, ampliaciones, carteles, pósters, revistas. Aquí lo importante son las formas de circulación y de uso y la relación texto-imagen".
Pero es la relación con el sujeto fotografiado lo que hace diferente el trabajo de Pataut. Se puede ver en la serie que realizó en Le Cornillon, un solar en Saint-Denis donde se iba a construir el estadio para el mundial de fútbol de 1998, al norte de París, donde estaba instalada una pequeña comunidad de personas sin techo. Lo explica el comisario de la muestra "es una mezcla de trabajo colaborativo y de vivir con la gente. El propio Pataut habla de cómo el trabajo que hizo con las personas de aquel solar fue como hacer un álbum familiar. Es una relación de intimidad que también se traduce en amistad, en relación personal. Lo podemos ver con Antonios, el arquitecto griego que vivía en las calles en París y que colaboraba en La Rue, un periódico de personas sin hogar, con el que Pataut establece una complicidad personal e intelectual muy fuerte". Según Ribalta, en los dos casos se pueden apreciar formas de buena vida, de complejidad y de belleza. Como en las imágenes tomadas en el interior de las chabolas de Sant Denis donde el objetivo de Pataut nos muestra pequeñas bibliotecas o reproducciones de Boticcelli.
La exposición acaba con la colaboración entre Pataut y la artista Sandra Álvarez de Toledo. Sus paseos por los terrenos que ocupaba un antiguo hospital psiquiátrico fueron documentados con imágenes y texto a modo de diario. Las fotografías enmarcadas acompañan esas reflexiones, impresas en las paredes de la sala del museo sin dejar espacio al blanco. "Es una relación con el inconsciente" explica Pataut que cierra un recorrido que empieza igual que acaba.