La última visita de Buffon

Madrid

Magari. Esa palabra italiana que invoca a la esperanza y al milagro fue la más repetida por Gianluigi Buffon ante los medios de comunicación nada más aterrizar en Madrid. Sabe que alcanzar las semifinales es casi imposible, algo que no le amarga. Representa a la Vecchia Signora, y en todo momento antepone el escudo a su leyenda personal.

Ha vivido noches inolvidables en Chamartín. Una dura derrota con Italia que le alejó de Rusia, un empate con sabor a triunfo y visado para Berlín incluido, también batallas más terrenales en diferentes partidos de fase de grupos. Siempre con sus manos de portero y su mirada de hombre bueno. La visita en Abril de 2018 huele a despedida. Cerca de la retirada, ni de niño había soñado decir adiós a la Copa de Europa jugando en el Bernabéu.

Como dice el escritor Eduardo Verdú en su fantástico libro 'Todo lo que ganamos cuando lo perdimos todo', hay gente que recurre al analgésico del odio para soportar la tristeza de la soledad. Gigi no es así, al contrario. Su rueda de prensa previa a la vuelta de cuartos de final fue un ejemplo de buena educación. Transmite ilusión en cada respuesta como si en vez del último partido fuera el primero. Responde cada pregunta con el respeto que se presupone a la mayor estrella del calcio desde Zoff. Recuerda que el Bernabéu ya le ha ovacionado otra veces, pero no espera nada especial ni cree que el público español se lo deba.

Gracias a los caprichos del fútbol, tendrá mejor despedida del Bernabéu que su amigo Casillas. Cuando el estadio le aplauda sobrevolará en el ambiente la sombra de Iker, porque su casa le debe un homenaje al portero español más importante de la historia. Seguro que Giggi se acuerda de él. No será el único.