Ocio y cultura

Beatriz González, el retrato del dolor

El Reina Sofía reúne la mayor antológica de la artista colombiana en Europa con cerca de 160 obras entre pinturas, dibujos, láminas, esculturas e instalaciones realizadas entre 1965 y 2017

Agencia EFE

Madrid

Artista fundamental de la segunda mitad del siglo XX, a Beatriz González (Bucaramanga, Colombia, 1938) se la conoce en su país como "la maestra". Cuenta la anécdota el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, en la presentación de la muestra, que puede verse en el palacio de Velázquez del parque del Retiro hasta el próximo mes de septiembre, y que parte de la premisa de que "el arte cuenta lo que la historia no puede contar". González se sirve de las imágenes, de la historia del Arte o de la propia imaginería popular, para contar la historia dramática de su país "sin miserabilismos, desde la empatía" asegura Borja-Villel que habla de la obra de González desde una dimensión "íntima y pictórica", "con una mirada irónica y llena de humor, que la hace coherente, única y especial". Durante años dedicada a la museografía, también crítica y profesora, sin su obra no se entiende la de otros artistas como Óscar Muñoz o Doris Salcedo.

Concebida como una exposición temática (no cronológica o lineal), la primera obra se puede apreciar integrada en el friso de la entrada del palacio de Velázquez "Auras anónimas", una reproducción de las pinturas que realizó la artista en los columbarios del cementerio central de Bogotá entre los años 2007-2009, cuando el alcalde de la capital planteó cerrarlo. "Pesa mucho el dolor", reconoce la propia artista, que se confiesa muy religiosa, y que concibió aquella obra gigantesca de siluetas pintadas en negro para evitar que las auras de las tumbas vacías escaparan. Su idea es crear en Bogotá un lugar de duelo para tantas muertes anónimas que se producen en su país. El epílogo de su obra.

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El inicio de la exposición en la entrada del palacio está repleto de muebles y telones, obras experimentales, que por primera vez vieron la luz en la Bienal de Sao Paulo en 1971 y que le valieron el calificativo de artista marginal en palabras de su profesora de arte, la crítica Marta Traba. Explica Beatriz González que le preguntaron entonces por qué hacía ese tipo de obras y ella contestó "vengo de un país subdesarrollado y estas son obras para una subcultura". "La Gioconda" de Da Vinci o "Desayuno sobre la hierba" de Manet son algunas de las referencias históricas que reinterpreta de manera subersiva en muebles que ella misma recuperaba de anticuarios que se iban a tirar. "Un inventario de curiosidades" como ella misma define.

La artista colombiana, que prefiere eludir el calificativo de pop, plantea una crítica del poder en obras como "Zócalo de la comedia" y "Zócalo de la tragedia" y de la propia sociedad colombiana. Lo podemos ver en una de sus obras más icónicas "Los suicidas del Sisga", pintura a color de 1965 que reproducía la fotografía que publicaron los periódicos de la época de una pareja que se suicidó porque creía que en el mundo que vivían nunca podrían vivir su amor. Esa imagen forma parte del ingente archivo de imágenes que atesora. Hoy en día las fotos ya no son las mismas, reconoce la artista, "cada vez son más perfectas y a mi me gusta que sean todo lo contrario".

La obra de González se expone a pocos metros del Palacio de Cristal del Retiro donde hasta abril se muestra otra obra sobre el dolor, la de los inmigrantes muertos en el Mediterráneo, "Palimsesto" de Doris Salcedo, a quien inició en la lectura y no en el arte, "su discípula de pensamiento", como a Beatriz González le gusta llamar.

 
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