Ocio y cultura

Jardiel Poncela, el guionista de la Fox que murió en la miseria

La exposición 'Enrique Jardiel Poncela, la risa inteligente', en el Instituto Cervantes, reivindica la figura del dramaturgo y le muestra como un hombre total del teatro y la escritura

Enrique Jardiel Poncela en una imagen de archivo

Madrid

Dice su nieto, Enrique Gallud Jardiel, que su abuelo "fue famoso pero no muy conocido” y recuerda que el autor de 'Eloísa está debajo de un almendro' murió en la pobreza y con problemas para estrenar y publicar: "Enrique Jardiel Poncela ha sido una persona muy perseguida por el poder, muere en la miseria y sin haber tenido jamás ninguna ayuda ni del gobierno ni de la municipalidad de Madrid". Cuenta su nieto que Jardiel "sufre persecuciones literarias, la mayor parte de sus obras tiene grandes problemas para estrenarse y las novelas están prohibidas. Jardiel está mal visto por el régimen: es un rojo para el gobierno de Franco y un ateo para la iglesia". Además, añade Gallud Jardiel, en los años 70 y 80, "se le asocia errónea e injustamente con el franquismo y por esta razón se le relega, menosprecia y evita".

Su nieto hablaba así en la presentación este lunes de la exposición 'Enrique Jardiel Poncela, la risa inteligente' que muestra en el Instituto Cervantes, a través de 150 piezas, la obra de quien fue guionista, dramaturgo, novelista, ilustrador, director de cine o empresario. Jardiel, que además fue fichado como guionista por la Fox en 1932, con un contrato de seis meses y 100 dólares semanales: "dice que sí y se embarca, estuvo allí dos años trabajando para la Fox, adaptando guiones de películas que se habían rodado en inglés". Cuenta su nieto que por el día se rodaban las películas en inglés y por la noche se volvían a rodar con actores hispanos, con los guiones que Jardiel había adaptado al español: "durante mucho tiempo, a una gran velocidad, escribe guiones que no se parecen al original porque lo que hace es mejorar aquella producción de Hollywood, hasta que decide que no tiene sentido reescribir historias y adapta para el cine su comedia 'Angelina o el honor de un brigadier' y hace la primera película en verso de la historia del cine, todo un hito".

Piezas originales del escritor Enrique Jardiel Poncela

Piezas originales del escritor Enrique Jardiel Poncela / Álvaro Sánchez

Piezas originales del escritor Enrique Jardiel Poncela

Piezas originales del escritor Enrique Jardiel Poncela / Álvaro Sánchez

En Estados Unidos conocerá a Chaplin, de quien aprenderá que para tener éxito había que controlar todo el proceso creativo. Chaplin, cuenta Gallud Jardiel, le dijo: "no se puede hacer una obra de arte (en cine) sin que una misma persona realice las 4 funciones esenciales: escritura del guión, supervisión de la producción, la dirección y el montaje". Y Jardiel aplicará esta norma a su trabajo literario. Por cierto, que cuando regresa a España, dirá que los americanos "son unos niños grandes" que "no tenían nivel".

La exposición acoge manuscritos originales, primeras ediciones, revistas, cortometrajes, películas, tiras cómicas, carteles, dibujos y cartas. La muestra reproduce la proyección en vídeo de las 200 páginas del guión de "Angelina, o el honor de un brigadier" -primera película en verso-, corregidas por la censura; los "Celuloides rancios", que realizó en París superponiendo diálogos cómicos a películas mudas o los bocetos de un nuevo modelo de teatro que diseñó el propio Jardiel.

Además, quien fuera continuador de la "vanguardia castiza" que abrió Ramón Gómez de la Serna, según ha explicado el director del Instituto Cervantes, Juan Manuel Bonet, también fue un gran amante de los cafés, donde trabajaba habitualmente. En la exposición se muestra que el escritor gastó 73,90 pesetas en consumiciones para escribir "Una letra protestada y dos letras a la vista". Y se explica que "el número aproximado de las consumiciones hechas hasta rematar el libro, contando con que el autor al trabajar solo toma café, alcanza unos 112 cafés, que al precio medios de 55 céntimos, eleva la suma de gastos desembolsada a 61 pesetas con 60 céntimos. Agregando el 20% de propinaje, resulta un total de pesetas de 73,90, lo que prueba que la literatura no es un deporte caro".

 
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