Religión sin mística

Madrid

Un exvicepresidente, una exconsellera y un exconseller del Gobierno catalán alegaron ante la juez sus creencias religiosas por si eso fuera argumento de la defensa, como si, en el fondo, hubiera una relación íntima entre el procés y la fe. Pero se ha ido perdiendo toda la mística y a lo que antes se conocía como procés ahora lo llaman campaña. A secas.

El independentismo trata de quitar trascendencia a la brecha que existe entre las declaraciones que sus líderes hicieron a los ciudadanos y las que han hecho ante los jueces, conscientes de que esa brecha -hay quien lo llama credibilidad- puede marcar sus expectativas de voto. En el PP, mientras, admiten que no pueden buscar la confrontación directa contra Ciudadanos, pero la endurecerán. En el PP han tomado nota de las encuestas, en las que Rivera crece. Con este debate en marcha, ha regresado la reivindicación de una financiación justa para las autonomías, el cupo vasco y la tensión en el PSOE.

De eso se va componiendo el debate: creencias, encuestas y la discusión sobre el reparto equitativo del dinero. Esa es la mezcla a las puertas de una campaña electoral (otra) atípica e identitaria, porque apenas hablan de ideología. A Rajoy casi se le escapó un eslogan en el Senado: “Soy un maniático del Estado de Derecho”. Es lo que tienen las campañas, que van acumulando frases sueltas que luego tienen vida propia.