"De niños nuestro parque era un campo de minas antipersona"

Madrid

Mahmud y Massoud Hassani eran unos niños cuando huyeron de su país, de Afganistán, dejando atrás una infancia acostumbrada a la guerra. "Nací en plena guerra, pero éramos niños normales. Queríamos jugar, ir a la escuela, tener amigos... Teníamos todo eso, pero en circunstancias diferentes". Su parque era el desierto que había cerca de su casa, plagado de minas antipersona abandonadas. "Ahora veo a los niños de siete años holandeses yendo en bici por ahí y me doy cuenta de que mi infancia no fue normal, pero a mi sí me lo parecía".

Llegaron a Holanda hace 17 años y tienen claro su objetivo: "aportar algo valioso al mundo". En Afganistán no tenían juguetes, los creaban. Eran estructuras que funcionaban con el viento y se divertían echándolos a rodar por el desierto. Uno de esos juguetes fue la inspiración para crear Mine Kafon, el proyecto final de Massoud, que terminaba su carrera en Diseño en Eindhoven. Volvió a su infancia, construyó de nuevo esos juguetes y se propuso cambiar la forma en la que se desactivan las minas. Mahmud, que desde el comienzo del proyecto ha trabajado con su hermano en desarrollarlo, explica que "ahora se trabaja con perros, con ratas, con detectores de metales... Las personas tienen que andar en los campos y no debería ser así. Es muy peligroso, muere muchísima gente. Lo que hacen es admirable, trabajan para hacer del mundo un lugar mejor y nosotros queremos hacer su trabajo seguro, fácil y rápido".

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Ahora ese prototipo, una esfera construida con plástico y bambú, ha evolucionado para convertirse en un dron antiminas que funciona en tres fases. Detecta los lugares en los que hay posibilidad de que haya minas, las localiza, crea un mapa interactivo y utiliza un brazo mecánico para colocar un detonador que las desactiva. Pero ese primer proyecto, Mine Kafon, les sirvió para cumplir su primer objetivo: "Creemos que un problema tiene que ser popular para poder acabar con él. Las minas antipersona son un problema olvidado. La gente tiene que saber sobre el tema para interesarse y querer ayudarnos a solucionarlo, así que nos propusimos concienciar y hacer que las minas antipersona sean populares de nuevo".

Dieron conferencias, hicieron exposiciones y gobiernos y organizaciones comenzaron a interesarse por su proyecto. Se calcula que hay 110 millones de minas en el mundo. Cada día, 10 personas mueren o sufren mutilaciones y el 40% son niños. Según datos de la ONU, se tardaría más de 260 años en eliminar todas las minas, con el dron aseguran que podrían hacerlo en 10 años.

Afganistán es, precisamente, uno de los países más afectados. Mahmud y Massoud quieren aportar algo al país en el que nacieron. Un país que parece haber salido del radar mediático, pero en el que la guerra continúa. "Nosotros vinimos porque era cuestión de vida o muerte, la situación en Afganistán es terrible. Lleva 40 años en guerra... ¡40 años! Imagina el daño que eso ha hecho. Y ya no hay noticias de Afganistán porque, claro, pasa algo todas las semanas, alguien muere o resulta herido, así que no es una novedad y la gente se olvida de lo que está pasando allí".

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Massoud y Mahmud se sienten como en casa en Holanda, pero no se olvidan de Kabul. De hecho, su próximo objetivo es volver allí, a poner en funcionamiento su dron y salvar vidas.