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Congreso PP 2017

Maillo, el 'apagafuegos' del PP

Mariano Rajoy ratifica a María Dolores de Cospedal como su número dos y designa como coordinador a Fernando Martínez Maíllo para llevar el día a día del partido

El vicesecretario general de Organización, Fernando Martínez-Maillo / JuanJo Martín (EFE)

El vicesecretario general de Organización, Fernando Martínez-Maillo

Madrid

Campaña para el 26 de junio de 2016. Mariano Rajoy llega a Tudela. Tiene que dar un mitin en un campo de alcachofas. El líder conservador dice que esta visita "realmente le emociona". De fondo, tras él, se ve una extensión de la finca. Un paisaje en el que predomina el verde de las hortalizas. Una de las imágenes más comentadas de su caravana electoral. Obra de Fernando Martínez Maíllo. A él se le ocurrió la idea. Todos los detalles para mostrar un candidato campechano. Incluso llamó antes al propietario para cerciorarse de que estas no estaban en flor porque son moradas y lo que menos deseaba el PP era que el paseo se asociara al color de Podemos.

Por aquel entonces Maíllo había hecho un estudio estratégico. Había ido repasando el mapa, muy pendiente de los escaños que bailaban. Fijando el objetivo en aquellos lugares dónde se podía perder o ganar un asiento en el Congreso. Con su equipo determinó cuáles eran las provincias en las que los votos a Ciudadanos, en vez de al PP, hacían que, al final, la formación de Pablo Iglesias se terminara apuntando un diputado por los restos. De ese modo, diseñó un recorrido infernal en el que, por ejemplo, los periodistas tuvieron que saltar de Canarias a Lleida, durmiendo unas pocas horas, para cubrir a Rajoy. La idea era cruzar España cada día para arrebatar una plaza. Y lo logró porque el Partido Popular volvió a ganar y salió reforzado con 14 parlamentarios más que el 20 de diciembre.

Maíllo tiene 47 años, ha sido presidente de la diputación de Zamora y vicepresidente de la Federación Española de Municipios y Provincias. Cuando llegó a Génova, en junio de 2015 como vicesecretario de Organización todo el mundo se preguntaba quién era su padrino. El mismísimo Rajoy, que como buen amigo había estado hasta en su boda. Desde entonces ha ido 'apagando fuegos'. Él mismo lo dice. "Se ha comido unos cuantos marrones", señalan los que le rodean. Entre ellos se cuenta el enfrentamiento con Rita Barberá, con quien mantuvo todo un pulso hasta que la exalcaldesa de Valencia abandonó el partido.

Era importante porque PP y Ciudadanos acababan de firmar un pacto de investidura y el Gobierno estaba en juego. Precisamente en las negociaciones de ese acuerdo, Maíllo adquirió un gran protagonismo al convertirse en el portavoz del PP que salía a dar minuto y resultado.

Fue entonces cuando se empezaron a detectar ciertos recelos internos. Hasta ese momento caía bien a casi todos sus compañeros de partido. Hubo un conato de guerra entre La Moncloa y los vicesecretarios pero a él, todos, le dejaban fuera. Sin embargo, después, en cuanto se comenzó a decir que podía ascender y que tenía hilo directo con el presidente, se descubrió que también contaba con enemigos. No se los había dejado en Castilla y León.

Estos son los que se encargan de recordar que su nombre está dentro de una causa judicial. Y es que se está investigando una denuncia de IU en 2011 sobre un presunto delito de administración desleal en Caja España-Duero. Tanto él como el resto de consejeros en esa época recurrieron el tema. Pero hace tan solo unas semanas la Audiencia Provincial de León lo desestimó. Los que le defienden sostienen que fue una operación de refinanciación que, al final, aprobó la Junta. Aseguran que esto no responde a un caso de corrupción y resaltan que Maíllo nunca ha tenido que ir a declarar. Él se ha tenido que leer más de un sumario judicial y le han dado altas horas de la madrugada haciéndolo. Todo para que nadie le pille en un renuncio. Le han dado más de un disgusto.

Aunque su último quebradero de cabeza ha sido elaborar la ponencia Política y de Estatutos, que registró más de mil enmiendas. Más de una la ha solventado para que no llegara viva al debate al Congreso Nacional. Pero no pudo evitar que se hablara de limitación de cargos poniendo el foco de atención sobre María Dolores de Cospedal. Esta se terminó rechazando pero con un margen tan estrecho de votos que dejó tocada a secretaria general. Algunos populares creen que Maíllo le hizo "una encerrona", porque dejó que se produjera este debate, y no auguran que entre ellos vaya a haber una buena sintonía en el futuro aunque tengan que despachar constantemente.

Maíllo era hasta ahora el número tres del organigrama y su posición no cambia. Lo seguirá siendo pero ahora con otros galones. Por encima de los vicesecretarios con los que ahora forma un grupo de whatsapp y con los que se va a comer casi todos los lunes, tras el Comité de Dirección a La Peseta, un bar cercano a la sede nacional. Cospedal ha resistido en su puesto. Lo compaginará con el ministerio de Defensa y, por el momento, la presidencia del PP de Castilla-La Mancha. Tendrá que delegar funciones pero no pierde el control del partido. Eso es lo importante. Rajoy mantiene el equilibrio entre ella y Soraya Sáenz de Santamaría.

El presidente, finalmente, ha decidido recuperar el papel que José María Aznar le asignó a Ángel Acebes, cuando se llevó a Francisco Álvarez Cascos al Gobierno en 1996. Y Maíllo tiene trabajo por delante. Su primer cometido será que todos los congresos regionales se celebren sin problemas y que la maquinaria del partido esté lista por si hay que volver a las urnas en cualquier momento. Al nuevo coordinador general del PP le va a quedar poco tiempo para hacer de "cocinillas", lo que tanto le relaja.

 
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