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Carlos Alonso Zaldívar, exembajador de España en La Habana

"La muerte de Castro tiene simbolismo histórico, pero escaso efecto político"

Carlos Alonso Zaldívar, embajador de España en La Habana de 2004 a 2009, asegura que el futuro de Cuba depende hoy mucho más del porvenir del proceso abierto con EE UU

El diplomático critica la defensa de José María Aznar de la posición común europea hacia la isla y alaba la postura del Gobierno actual

Varios ejemplares de periódico recién impresos reflejan la muerte de Fidel Castro. / José Luis González (Reuters)

Varios ejemplares de periódico recién impresos reflejan la muerte de Fidel Castro.

Madrid

Carlos Alonso Zaldívar (Bilbao, 1946) es diplomático, y fue embajador de España en Cuba entre 2004 y 2009. En una entrevista en la Cadena SER, se muestra convencido de que la muerte de Fidel Castro tiene un impacto más simbólico que efectivo en el porvenir de la isla, dependiente ahora del futuro del proceso de normalización de relaciones entre el país caribeño y Estados Unidos.

Se han ido abriendo y cerrando etapas en Cuba, con Estados Unidos, con el Vaticano... ¿En qué etapa nos encontramos tras las muerte de Fidel?

Yo diría que la muerte de Fidel Castro tiene un enorme simbolismo histórico, pero escaso efecto político en cuanto a lo que se va a producir en Cuba. Hay que recordar, en términos prácticos, que Fidel Castro hace casi 10 años que no viene gobernando en Cuba. Él lo dejó claro con un mensaje muy de su estilo. Algún día apareció con chándal. Aquello era muy claro: el comandante en jefe no puede aparecer en chándal. Si aparece en chándal, quiere decir que no es el comandante en jefe.

Entonces, hace 10 años Fidel dijo que lo dejaba por razones muy bien fundadas y bien conocidas en España. Entonces se hizo cargo su hermano y desde entonces hay un proceso que es una nueva etapa histórica y política en Cuba, que tuvo su manifestación clara hace dos años cuando, también sorprendiendo al mundo, al alimón, el presidente Obama y el presidente Raúl Castro anunciaron su voluntad de normalizar las relaciones diplomáticas.

¿Es más entonces, en su opinión, un efecto psicológico que el inicio de una nueva historia política, que estaría por escribir?

Completamente. Los cubanos saben de sobra que Fidel hace diez años que no manda. Lo cuento a través de la imagen del chándal. Usted no ha visto a Raúl con chándal, ¿verdad? Saben quién manda. Además, por si había alguna duda, ha ido dando pasos. Los pasos con Estados Unidos no son un paso cualquiera. Eso está escrito, tendrá el futuro que tenga, pero eso no lo quita ni lo pone la muerte de Fidel. Otra cosa es que haya quien no se haya enterado de eso o quien tenga la intención de creer que esto le da pie para cambiar lo que hace dos años se estableció.

En fin, simbólicamente, [la muerte de Fidel Castro] tiene un peso enorme; esto quedará en los libros de historia, pero políticamente esto prácticamente no cambia nada. El futuro de Cuba ahora depende mucho más del futuro de las relaciones Cuba-Estados Unidos, del señor presidente electo Donald Trump, que de la muerte de Fidel Castro.

Si Donald Trump cumple con lo que dijo en campaña respecto a las concesiones que se hicieron a Cuba, ¿qué puede ocurrir?

 Ha dicho muchas cosas, que además no voy a repetir porque haría falta hacer juicios de intenciones y responder así a su pregunta. Hay que ver, atenerse a los hechos e ir juzgando según se vayan desarrollando [sus políticas].

¿Europa debe pronunciarse sobre la famosa posición común? ¿Qué debe hacer? ¿Cuál cree que será su reacción?

Bueno, yo fui embajador en Cuba para deshacer la posición común de Europa. Ésa fue mi misión en condiciones muy difíciles porque incluso no teníamos interlocución con el gobierno cubano, Estados Unidos estaba en la actitud agresiva característica del anterior presidente, Bush, la mayor parte de los países europeos, aunque no todos, seguían la posición americana, y durante años trabajamos en esa dirección pero sin obtener resultados.

Ese tipo de políticas que España impulsó entonces ha tenido su materialización mucho después. La tuvo a través de la nueva actitud de Estados Unidos y de la apertura de una relación entre Estados Unidos y Cuba. Cuando Obama dice "el colapso de Cuba no le interesa al pueblo estadounidense ni al cubano" termina con algo que empezó muchos años antes en Bahía de Cochinos. Ahora hay una etapa en la que ese camino que se empezó a andar, y que se habla mucho más de lo que trasciende, se puede acelerar o decelerar en función de las decisiones que vaya tomando el presidente estadounidense, que yo no pretendo prejuzgar.

Europa ha hecho el ridículo. Tenía que haber hecho en el año 96 lo que terminó haciendo Obama en el año 2014. Así de sencillo. La prueba es que al día siguiente de que Obama lo hiciera, todos corriendo por esa senda.

Y la postura política de España, ¿cómo habría que valorarla?

España vendió algo que era muy valioso. Nadie conoce ni tiene una presencia en Cuba como España, es una experiencia secular. La postura que sostenía tradicionalmente en la Unión Europea era seguida por los demás porque entendían que teníamos una relación especial como la puede tener Holanda con ciertas zonas del sudeste del Pacífico.

Pero el presidente José María Aznar decidió supeditar esa capacidad que tenía España a una decisión común de todos los europeos, entre los que hay muchos países cuyo interés, presencia y relación con Cuba son mínimas y por lo tanto tienen una propensión natural, porque así son la vida y la diplomacia, a vender su voto sobre Cuba a cualquiera que pudiera favorecerles en otras cosas.

No se puede encontrar mayor error político en la historia que ese, aunque tiene su explicación. Aznar estaba tratando de ganar en relación con los Estados Unidos algo de lo que estaba muy carente la derecha española: la confianza que se había estropeado cuando al señor Manuel Fraga se le ocurre un día decir que a él el cuerpo le pedía votar no a la OTAN. Aznar hizo un cálculo que no salió bien, pero significó tratar de abrir un nuevo camino entre la derecha española y Estados Unidos.

España jugó a eso, fue un error. Al final, Europa. Hoy España lo está haciendo muy bien, está tratando de restablecer esto y consigue hacer cosas que en mi época como embajador, con un gobierno socialista, no pude hacer, como renegociar la deuda con Cuba. Las declaraciones que he escuchado al ministro de Asuntos Exteriores de España y al Gobierno es una declaración muy consciente de que el futuro de Cuba no depende hoy de que Fidel haya fallecido o no, sino de que el nuevo proceso que se abrió hace dos años continúe la dinámica que tenía, acelerándola o retrasándola. Eso no está escrito.

Hablaba usted al principio de esta entrevista del simbolismo histórico de la muerte de Fidel Castro. ¿La historia dónde lo colocará?

[Se ríe] Esa es una pregunta obligada y la respuesta también es obligada. Fidel dijo "la historia me absolverá". Yo no soy la historia, así que no puedo ni absolverlo ni condenarlo. La historia lo juzgará.

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Esther Bazán

Esther Bazán

Editora de informativos, boletines y programas especiales. Dirigió, editó y presentó los informativos...

 
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