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Las víctimas de la Unión Patriótica no quieren otro proceso de paz fallido

A las víctimas de la UP las siguen acusando de colaborar con la guerrilla; creen que si triunfa el proceso de paz y las FARC forman un partido político, se acabará con el estigma

Esneda López, candidata a la alcaldía por la Unión Patriótica / CADENA SER

Esneda López, candidata a la alcaldía por la Unión Patriótica
  • Escucha el reportaje de Marta del Vado

Reportaje 'Punto de Fuga': Las víctimas de la Unión Patriótica no quieren otro proceso de paz fallido

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Apartadó

Esneda López y su marido Francisco se afiliaron a la Unión Patriótica (UP), el partido de izquierdas que surgió tras el acuerdo de paz (fracasado) entre el gobierno de Belisario Betancur y las FARC en 1984. En el salón de su casa, en el municipio antioqueño de Apartadó (noroeste de Colombia), Esneda recuerda el entusiasmo que trajo el nuevo movimiento político. "La UP creció en un momentico, traía propuestas renovadoras a favor del pueblo, de los campesinos. La gente empezó a unirse, pegábamos carteles, las asambleas se llenaban de vecinos...". La UP apostaba por hacer reformas sociales, económicas y políticas, entre ellas la agraria, similar a la que recoge el primero de los puntos del acuerdo firmado entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC el pasado 26 de septiembre. Denunciaba además la connivencia de la clase política con el paramilitarismo y el narcotráfico. "Pero empezaron a asesinar a guerrilleros desmovilizados, desde el Estado se diseñaron planes para exterminarlos. En esta región de Urabá los paramilitares ejecutaban pero el ejército colaboró en el exterminio. Tumbaban las puertas de las casas, sacaban a la gente, los torturaban, los asesinaban... eran masacres de familias enteras solo por el hecho de pertenecer a la UP".

A partir de ahí empezó el estigma. Los desmovilizados huyeron a las montañas y retomaron las armas; los civiles se quedaron en los pueblos. "Mi esposo era sindicalista y yo trabajaba en el ayuntamiento pero ya estábamos señalados solo por el hecho de ser del partido". Tras la masacre de La Chinita, cometida por las FARC en 1994, arreció la persecución contra los dirigentes de la UP en toda la región de Urabá. "Los paracos empezaban a patrullar a partir de las cinco o seis de la tarde, persona que veían en la calle, persona que asesinaban. Nosotros nos encerrábamos en casa, nos escondíamos, no prendíamos la luz ni el ventilador". En marzo de 1995, Francisco se enteró de que había un operativo para ejecutar a líderes del partido en Apartadó. "Él se quedó en casa", recuerda Esneda, que fue a su oficina en el ayuntamiento. Vio a cuatro chicos con trajes militares y unas radios. Sabía que eran ellos. "Estaba hablando con los ingenieros cuando escuché tres disparos y les dije: oiga, ahí mataron a uno". Unos minutos después llegó su hermano a la alcaldía: "acaban de matar a Francisco". No se lo creía, Francisco estaba en casa. Entonces llegaron sus compañeras con mirada descompuesta. "Él me lo dijo, había una lista de objetivos de la UP pero no sabía que su nombre estaba en ella".

Los meses posteriores fueron un calvario. "El hostigamiento era cada vez mayor y los miembros de la UP estábamos cada vez más solos en medio de la guerra. Los vecinos no nos hablaban. Nos amigos ni nos saludaban. La familia no quería que fuéramos a visitarlos". Otros dos hermanos de Esneda fueron asesinados; ella sabía que era la siguiente. "Empezaron a vigilar mi casa. Rompieron los cristales y metían la linterna para ver dónde estaba... Nos escondimos en el armario. Al día siguiente mandé a mis hijos donde la abuela y yo dormí dentro del clóset durante cuatro meses". En diciembre de 1996 huyó a otro departamento. Esneda se convirtió así en una más de los seis millones de desplazados internos que ha dejado el conflicto colombiano.

Dieciséis años más tarde, volvió a Apartadó. Y el año pasado, contra la voluntad de sus hijos, se presentó como candidata por la Unión Patriótica a las elecciones municipales. Sonríe, resignada, cuando habla de ello, "una lo lleva en la sangre; una no es capaz de dejar de ser". Pero su compromiso es mucho mayor que con ella misma. "Es un deber que tengo como familiar, como amiga, como militante. Es reivindicar el nombre de las personas que fueron asesinadas solo por el hecho de ser de izquierdas". Esneda también forma parte de la corporación REINICIAR, que ha interpuesto una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, alegando que la eliminación de los miembros de la Unión Patriótica constituye un genocidio por razones políticas. En Urabá fueron asesinadas casi 2.500 personas relacionadas con la UP, de las 6.500 que REINICIAR ha identificado de todo el país.

EL PROCESO DE PAZ ENTRE SANTOS Y LAS FARC

El proceso de paz que está en marcha entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC es la primera oportunidad que se le ha dado al pueblo para elegir si avalaban un pacto alcanzado por las partes pero fue rechazado por poco más de 50.000 votos hace justo una semana. "A los que nos ha tocado sufrir la guerra le damos duro a la paz; no entiendo quién puede elegir no a la paz". Otro de los puntos del acuerdo abordaba la participación política de los desmovilizados de las FARC; un flashback para Esneda. "Tenemos mucha expectación con este proceso. No por confiar en Santos, que no sabemos qué as tiene bajo la manga porque no es de fiar... pero creemos que si las FARC logran formar un nuevo partido, va a aliviar la presión sobre nosotros, vamos a demostrar que no somos los mismos". Al mismo tiempo, admite que todo este proceso está trayendo mucha incertidumbre, el municipio le ha asignado dos escoltas (algo inaudito desde que entró en política) y le consta que los paramilitares están amenazando a la gente para que no apoye este proceso. Pero el compromiso de Esneda puede más que su miedo y vuelve a hacer política por la UP para demostrar que la muerte de miles de sus compañeros no fue en vano. "Para honrar la memoria y las ideas de izquierdas de los muertos", dice,"y para limpiar el nombre de los que seguimos vivos".

 
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