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'La Embajada' o cómo ser un intento fallido de 'House of Cards'

Con toda probabilidad, la serie de Antena 3 no tendrá segunda temporada

Belén Rueda y Raúl Arévalo en 'La Embajada' / Atresmedia

Madrid

Apuntaba maneras desde que se dio a conocer la premisa, pero finalmente no ha podido ser. Sin lugar a dudas, Bambú Producciones tenía muchas esperanzas puestas en La Embajada, una serie que bebe de la corrupción y los sentimientos para ofrecer al espectador un relato único que no se había tratado anteriormente en la ficción española. Reparto excepcional (con secundarios de primera), calidad estética y uno de los prime times más codiciados de la semana. Sin embargo, a la serie de Antena 3 le ha faltado lo más importante: el favor del público.

Este lunes, La Embajada echaba el cierre en la cadena principal de Atresmedia subiendo hasta el 14,3% de cuota de pantalla y 2.038.000, frenando esa tendencia a la baja que llevaba experimentado desde el primer capítulo, y también máximo de temporada (22,5% y 4.034.000). Su estreno iba acorde a las previsiones, pero la tendencia a la baja que se impuso desde el principio ha sentenciado finalmente a la serie de Bambú.

¿Por qué no ha conquistado a la audiencia? Ramón Campos, creador y productor ejecutivo de la serie nos lo cuenta en primicia: “En Bambú pensamos que cuando una serie no mantiene los datos de audiencia, es que hay algo que no ha atrapado a la audiencia. De alguna manera, el tema de la corrupción no ha convencido. Tampoco hemos sabido generar una historia de relaciones sentimentales suficientemente potente”.

Pese a todo, La Embajada se despide con un buen 16% de media y más de 2.7 millones de espectadores (2.730.000), datos por encima de la media de la cadena. Aunque a priori pueda parecer un nuevo fracaso para la productora, tras el desplome de Bajo sospecha en su segunda temporada, lo cierto es que la audiencia se ha mantenido dentro de los esquemas básicos. “He vivido fracasos y La Embajada no lo es. Tampoco es un gran éxito. Es una serie que se encuentra dentro de unos datos medios y, solo por eso, estamos contentos. Guante Blanco (La 1) o Imperium (Antena 3)…eso sí que son fracasos.”, asegura Ramón Campos.

Para el principal artífice de la serie, el resultado que ha registrado a La Embajada en su primera temporada se debe a su propio sistema narrativo. Aunque se nutre de la corrupción como núcleo central, la ficción persigue un formato basado en el exceso de información. “La mayoría de escenas son verbalizadas y hay mucha información que pasa de unos personajes a otros. No es una serie sencilla de ver en una televisión en abierto”. Y añade: “La gente mayor me decía que le costaba seguirla”. Sin duda, el ritmo de La Embajada es difícil de digerir en ciertos capítulos y la falta del thriller by Bambú en su ADN ha llevado a la serie por unos senderos muy próximos al aburrimiento.

Eso sí, de todo se aprende. De momento, Ramón Campos no sabe si La Embajada no ha funcionado por la trama emocional entre Belén Rueda y Chino Darín, o por el arco argumental de la corrupción. “A veces creemos que el público está más preparado para dar más pasos adelantes de lo que pensamos. Mezclar determinadas tramas no funciona bien”.

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