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La presidenta desluce el caso Nóos

Samantha Romero no ha sabido llevar el que han llamado el juicio del siglo y sus salidas de tono contra las acusaciones públicas han sorprendido a propios y extraños

Las magistradas Rocío Martín, Samantha Romero y Eleonor Moya, durante la presentación de las conclusiones del juicio del caso Nóos, / J. Grapelli (EFE)

Palma de Mallorca

Era la primera vez que se sentaba en el banquillo un miembro de la Casa Real y aunque quedan 84 años por delante ya lo llamaban el juicio del siglo. El Caso Nóos reúne no solo a Cristina de Borbón y a su marido, Iñaki Urdangarin, sino también a un expresidente autonómico y antiguo ministro de Aznar, Jaume Matas, o a un exvicealcalde como Alfonso Grau. Por haber, hay hasta una medallista olímpica, Mercedes Coghen. Y, claro, con ellos han venido abogados de primer nivel: Miquel Roca, Cristóbal Martell, Manuel González Peeters, José Zaforteza, Jaime Campaner... Etc. Abogados de primera para unos acusados de primera.

Solo faltaba el arbitro pero la máxima del juez predeterminado por la ley ha querido que la final de la champions la arbitre Samantha Romero. La presidenta del tribunal se ha estrenado en Baleares con el juicio del caso Nóos y no ha tenido suerte frente a unos abogados que se las saben todas. Le han sacado de sus casillas y lo ha pagado con el fiscal, Pedro Horrach, con la Abogada del Estado, Dolores Ripoll, y con la abogada de Baleares, María Ángeles Berrocal. Romero ha concedido a las defensas todo lo que ha negado a las acusaciones llegando incluso a faltarles el respeto en algunas ocasiones. Sobre Horrach ha insinuado que parecía defensa y no acusación. El fiscal que ha sentado en el banquillo a 14 personas. Esta semana cuando Horrach pedía "dos minutos para revisar los papeles antes de preguntar", se escuchaba a la presidenta susurrar: "Dios mío, qué paciencia". A Ripoll le ha acusado de "falta de rigor jurídico" y a Berrocal le ha dicho, entre otras cosas, "¿qué clase de pregunta es esa?". Los tres suman 60 años de ejercicio judicial. Este es el primer juicio de Samantha Romero en Baleares.

El tribunal presidido por Romero ha querido mantener tanto las distancias que se le ha ido de las manos. No ha cruzado conversación con las acusaciones, con las defensas o con la prensa. No han permitido usar el parking para no coincidir con nadie allí abajo. Un policía custodia la puerta de la sala a la que se retiran en los descansos. Todo con el objetivo de garantizar el derecho de defensa, blindar su independencia y no dilatar el juicio. El objetivo de blindar la independencia judicial lo han conseguido pero los otros dos, no. En su intento por preservar el derecho de defensa han recortado el derecho de la acusación pública. Y digo pública porque Manos Limpias sí que cuenta con el favor del tribunal. Las concesiones a unos no han sido las mismas que a los otros. Y en su intento de no dilatar el juicio, Samantha Romero no se daba cuenta de que cada intervención suya para poner orden lo retrasaba el doble. Y todo ello salpicado de puyas a Horrach, Ripoll y Berrocal.

Pedro Jiménez

Pedro Jiménez

Redactor Jefe en la Cadena SER. Antes he pasado por los equipos de Hora 14, Radio Madrid, Fin de Semana,...

 
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