Los estudiantes se quedan en la calle pese a las concesiones del Gobierno
Valls anuncia medidas por valor de 500 millones anuales
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Cientos de jóvenes, durante una concentración celebrada en el marco del movimiento "Nuit debout" ("Noche en pie") / JEREMY LEMPIN (EFE)
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París
Los estudiantes franceses quieren seguir ocupando la calle pese a las millonarias concesiones que ha hecho el Gobierno para facilitar el acceso laboral a los jóvenes.
“Estamos satisfechos con las medidas anunciadas” porque son reivindicaciones de los estudiantes, manifestaron los representantes de una buena parte de los sindicatos estudiantiles, pero “queremos que se retire el proyecto de ley” que reforma la ley del Trabajo.
Por eso mantendrán la convocatoria intersindical de huelga para el 22 de abril. Por su parte, el movimiento paralelo ‘Nuit debout’–“noche en pie- que este domingo cumplió su décimo día, pretende volver a la Plaza de la República de París, donde fueron desalojados por la policía este lunes por la mañana temprano.
Tras una reunión del primer ministro, Manuel Valls, con los representantes estudiantiles, el Gobierno socialista ha anunciado once medidas para calmar los ánimos. Entre ellas la prolongación durante cuatro meses de las becas a menores de 25 años tras obtener el diploma, con el objetivo de facilitar la vida de los estudiantes mientras buscan su primer empleo. Esta medida también se aplicará a los escolares que quieran incorporarse al mercado de trabajo, “para que el principio de la vida activa no sea sinónimo de precariedad”, según Valls.
Además se creará una mutua complementaria a la seguridad social, para los estudiantes que, por motivos diversos hayan salido de la cobertura familiar. Se prevé también una remuneración más alta para los aprendices entre los 16 y 20 años, un aumento de la cuantía de las becas (congeladas desde 2012) y una garantía de alquiler para jóvenes.
Valls ha prometido también corregir una vez más el proyecto de ley en trámite en el Parlamento, para penalizar los contratos temporales, que constituyen el 87 % de las primeras contrataciones. Con el objetivo de incentivar así, sostiene el Ejecutivo, la contratación indefinida.
Con estas iniciativas, que tendrán un coste para el erario público de unos 500 millones anuales, Valls y Hollande quieren calmar los ánimos en la calle. El presidente de la República había prometido que esta legislatura que acaba en mayo de 2017 “sería la de los jóvenes”. El 58% de los franceses creen que los menores de 30 viven ahora peor que en 2012, de ahí que el movimiento de los “indignados” cobre cierta popularidad entre los franceses de a pié.
'Merci Patron'
El colectivo ‘Nuit debout’ que “ocupó” la Plaza de la República de parís por vez primera la noche del 31 de marzo, tiene su embrión en una sala de cine. Fue el 23 de febrero, durante la proyección de un documental, Merci patron (Gracias jefe), sobre la historia de una pareja de obreros despedidos de una fábrica de la marca de moda Kenzo deslocalizada a Polonia. Esa marca pertenece al hombre más rico de Francia, Bernard Arnault, dueño del grupo de lujo LVMH (Dior, Céline, Sephora, Vuitton, Loewe , el champagne Moët & Chandon, etcétera), cuya fortuna personal se calcula en 38.000 millones de euros. El film está dirigido por François Ruffin, de 41 años, fundador de la revista Fakir, hecha por voluntarios.
Extendido ya a un centenar de ciudades francesas, reúne a personas de todas las edades, credos y profesiones. “Por qué vengo, porque la política de austeridad de los últimos años ha puesto en dificultad a mucha gente, lo veo cada día y luego hay un gran problema de democracia popular”, cuenta Isabel.
Bejamin es biólogo investigador y relata que tiene curiosidad por lo que está naciendo. “Lo que tenemos en común es la lucha contra la resignación. Nos hemos dado cuenta que en nuestra sociedad nos resignamos a los que pasa aunque no nos guste, porque no sabemos o no podemos reaccionar”.
Todos coinciden en que cada día son más, que pese a que se convocan con las redes sociales digitales “necesitamos encontrarnos, vernos, discutir y reflexionar juntos”, señala Clotilde. Mientras, desde los altavoces de la plaza se anima a los congregados a quedarse, “no nos dejemos otra vez desalojar”. En Madrid llegaron a ser tantos que no pudieron echarlos.