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La lucha por el liderazgo del PSOE, en cinco claves

Desde el día después de las elecciones hasta la decisión de volver a retrasar el congreso, la fecha para elegir al secretario general socialista ha sido el primer caballo de batalla en el partido

El candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno de España, Pedro Sánchez. / Ángel Medina G. (EFE)

El candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno de España, Pedro Sánchez.

Madrid

La fecha del 39º Congreso Federal del PSOE ha sido el caballo de batalla desde el día después de las elecciones. En estos tres meses, los socialistas han especulado con los distintos escenarios y han movido sus fichas desde la dirección federal y el sector crítico para reforzar sus posiciones. Después de varias idas y venidas y un importante desgaste interno, el partido vuelve a la casilla de salida: a tener que volver a definir un nuevo calendario interno para celebrar un congreso en el que dirimir su crisis interna.

El 21 de diciembre, un día después de cosechar el peor resultado electoral de la historia del PSOE, la dirección federal indignó a las federaciones de Andalucía, Extremadura o Castilla La Mancha al plantear, de forma unilateral, la intención de Ferraz de retrasar el cónclave. Al primer Comité Federal que hubo tras los comicios, el 28 de diciembre, llegaron los secretarios generales críticos defendiendo que había que celebrar ese congreso en su fecha (“cuando toca”, repitieron todos los referentes críticos en la puerta de Ferraz) más allá de las fechas de la gobernabilidad que esgrimía en aquel momento Pedro Sánchez, que quería aire para poder negociar una posible investidura. Dentro de la reunión a puerta cerrada solo Javier Fernandez, presidente de Asturias, puso voz a esa reclamación. El secretario general le reprochó entonces que se antepusieran los intereses del partido a los de España.

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Fruto de esa presión, hubo otro Comité Federal el 30 de enero para fijar el congreso, que finalmente quedó convocado para la fecha que los dirigentes críticos forzaron tras rechazar el planteamiento inicial de la dirección federal de llevar a junio el cónclave. Los plazos del calendario interno y de la gobernabilidad de España ya se solapaban entonces, pero esa fue la decisión que se tomó por unanimidad. Ferraz cedió porque quería evitar, a dos días de la audiencia de Pedro Sánchez con el rey, una votación en la que no tenía garantizada la mayoría y que lanzase la imagen de un partido dividido. Los críticos la propusieron porque pensaban que, a estas alturas, el líder socialista ya habría zanjado la cuestión de la investidura: o era presidente del Gobierno o había perdido la oportunidad de serlo.

En la federaciones críticas no contaban con que Pedro Sánchez siguiera teniendo oxígeno tras dos votaciones fallidas en el Congreso de los Diputados de su investidura, pero el acuerdo con Ciudadanos le permitió seguir llevando la antorcha de la gobernabilidad. Salió de ese Pleno con el apoyo de 131 escaños en lugar de los 90 del PSOE, pactando con el partido que sostiene a Susana Díaz en Andalucía y haciendo suyas cada una de las palabras que los dirigentes críticos pronunciaron en el tenso comité federal a cuyas intervenciones tuvo acceso la Cadena Ser. En definitiva, los pasos que dio Sánchez para su investidura fueron dirigidos a blindarse internamente. La posibilidad, por remota que sea de seguir siendo presidente del Gobierno, es la que le sirve, según fuentes de Ferraz, para frenar a sus detractores, que asistieron a la consulta a la militancia sobre el pacto con Ciudadanos como meros espectadores. No hubo campaña por el no a ese acuerdo, pero tampoco movilización por parte de los secretarios generales críticos. Susana Díaz se confesó neutral. Finalmento votó 52% de las bases del PSOE, de los que un 80% dijeron sí al pacto con el partido de Albert Rivera. El argumento de la dirección federal estuvo servido: ese sí fue un sí a Pedro Sánchez. En su entorno lanzaron desde ese día el mensaje de que Sánchez había salido "reforzado".

Después de multitud de roces internos y de una relación definitivamente insalvable entre Pedro Sánchez y Susana Díaz (la presidenta andaluza recitó todos sus reproches en el Comité Federal del 30 de enero, delante del secretario general y del conjunto del partido), en el PSOE andaluz se abrió el debate sobre qué pasos dar. Fuentes de los socialistas andaluces defendieron en privado que el mejor de los escenarios para la presidenta andaluza era el retraso del congreso, evitando de ese modo que la presidenta tuviera que verse en la tesitura de abandonar la Junta de Andalucía. El retraso le permite aspirar a la secretaría general sin tener que ser el cartel electoral y dejar al Ejecutivo autonómico. En definitiva, esperar a que Sánchez agote sus posibilidades para reforzar la candidatura de la dirigente andaluza, con margen además para preparar su sucesión en Andalucía. Sin embargo, en los últimos días, desde el entorno de Susana Díaz habían trasladado la determinación de la líder andaluza de dar el paso, de presentar en la fecha que fuera, satisfaciendo de este modo la demanda de algunos dirigentes históricos que entienden que es ella el revulsivo que necesita el PSOE en los comicios si finalmente se repiten. Esas presiones, según fuentes socialistas, siguen produciéndose ahora que está sobre la mesa el retraso del cónclave. No está en esa nómina Felipe González que, públicamente, recomendó a Díaz que se quedara en Andalucía.

En Ferraz aseguran que no han dado crédito a estos mensajes porque entienden que los críticos no cuentan con una justitificación fuerte para plantar cara a Pedro Sánchez en un momento en el que sigue intentando ser presidente del Gobierno. Dan a entender que Díaz iba de farol para presionar a Sánchez para que hiciera lo que finalmente ha hecho: proponer que se aplace el cónclave. Y esa decisión es la que le sirve a algunas voces del PSOE-A para hablar ahora de la debilidad del secretario general: si no mantiene la fecha, dicen, es porque no tiene garantizada la mayoría. En público los socialistas andaluces han evitado en todo momento enseñar sus cartas. Lo cierto es que, consultadas todas las federaciones y después de semanas de pulso interno, este lunes ha sido cuando el secretario de Organización, César Luena, ha telefoneado a sus homólogos territoriales para comunicarles su propuesta. Primero llamó al andaluz Juan Cornejo que, según fuentes socialistas, evitó mostrar sus posicionamiento. Se produjo una segunda llamada del número dos de Pedro Sánchez al segundo de Susana Díaz poco después, una vez abordado el asunto con el resto de federaciones y constatado, según una nota de prensa emitida por la dirección federal, existe un "amplio consenso" para ello. Hay secretarios generales como los de Aragón y Extremadura que públicamente se han pronunciado a favor del aplazamiento. Habrá congreso, añaden, cuando haya gobierno, lo cual deja la puerta abierta a que el cónclave se celebre después del verano. Esa letra pequeña es la que quiere conocer el PSOE andaluz en el Comité Federal del 2 de abril antes de pronunciarse públicamente sobre este nuevo escenario.

 
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