Jenny and the Mexicats, dispuestos a comerse el 2016

Madrid

Cuatro componentes y tres países. Una londinense (Jenny), dos mexicanos (Icho y Pantera) y un madrileño, David, que como gato (cat, en inglés) aporta el final de este nombre tan peculiar al grupo. Para hacerlo todavía más anecdótico, se conocieron en un tablao flamenco: "Pantera y yo trabajábamos allí y Jenny fue un día con la orquesta en la que trabajaba como trompetista. Intercambiamos e-mails y dos años más tarde nos unimos para hacer música”, cuenta Icho, el contrabajista de Jenny and the Mexicats, que recuerda cómo aquel tablao se convirtió en su primer local de ensayo.

Durante esos primeros años, la música era el único lenguaje del grupo. Jenny tardó tres años en decir una palabra en castellano pero ya ha conseguido un acento mexicano muy chingón. Sus composiciones empezaron a mezclar el español y el inglés, y los distintos sonidos que cada uno aportaba al grupo: “Siempre hacemos un spanglish muy nuestro. No nos ponemos barreras ni en los idiomas ni en los ritmos”, explica Icho. “Cada uno tira un poco a lo que le gusta más, independientemente del estilo del tema. Si es un reggae, pues yo lo voy a acompañar con el cajón flamenco a mi manera. Nos vamos adaptando a los estilos que queremos tocar”, apunta David.

Lo que hace especial a este grupo es su base instrumental: una trompeta, una guitarra, un contrabajo y un cajón. Una composición que, en ocho años sólo, han encontrado en otra banda llamada Track Dogs. “Ellos tocan country folk pero nos los llevamos a abrir nuestros conciertos porque utilizábamos los mismos instrumentos y no había problema con el backline”, explica David que todavía recuerda el impacto que les produjo la coincidencia. La voz de Jenny hace el resto. Además de ser muy especial, conjuga perfectamente con su instrumento: “Nunca hemos utilizado la trompeta como acompañamiento sino como una segunda voz. Hay versos enteros que están tocados por una trompeta, se nota que es una melodía inventada por una trompetista”, destaca Icho.

La primera decisión clave que tuvo que tomar el grupo fue dónde desarrollar su carrera. En Inglaterra empezaban a tener ofertas pero también había buenas oportunidades en México. Finalmente tiró la parte latina y decidieron instalarse en el D.F.: “Al principio vivíamos todos en la misma casa pero luego cada uno empezó a buscarse su sitio porque ¡había peleas hasta en el Monopoly! Viene bien tener tu espacio…”, cuenta David entre risas.

Y de México, al mundo. Su intención es seguir expandiéndose: “Cada vez vamos más a Estados Unidos y a varios países de Sudamérica y venimos a España 3 ó 4 veces al año. Esperamos venir más”. De momento, cumplieron con su tradición de pasar la Nochevieja juntos y lo hicieron en Madrid, donde el próximo 9 de enero tocarán en la sala Joy Eslava. Buenas intenciones para un 2016 que, según Icho, promete: “En 2015 han empezado a cambiar las cosas. Tenemos más conciertos, estamos empezando a sonar en series de televisión, damos más entrevistas en más países… El 2015 ha sido el inicio de lo que será el 2016, y viene fuerte”.