Lo de los pactos no es nuevo
En 1993 y en 1996, el PSOE y el PP se enfrentaron al reto de gobernar en minoría. En ambas ocasiones los nacionalistas vascos y catalanes apoyaron la investidura de Felipe González y de José María Aznar respectivamente, y suscribieron pactos de legislatura de los que Cataluña y Euskadi salieron beneficiadas. Repasamos el proceso que llevó a estos pactos, desde aquel "Pujol enano habla castellano" hasta "Yo hablo catalán en la intimidad"
Madrid
Se avecinan los pactos. Lo han dicho los analistas durante la campaña electoral, algunos en tono apocalíptico, como si una mayoría absoluta diera mayor confort al escenario político. Pero las fonotecas están para recordar, en este día, que España ya ha tenido dos acuerdos de investidura y legislatura, que han permitido gobernar al partido más votado.
La primera vez fue en 1993. El PSOE ganaba por cuarta vez consecutiva las elecciones, pero se quedaba a 17 escaños de la mayoría absoluta. Entonces se plantearon dos posibilidades: sumarse los escaños de IU, que tenía 18, o pactar con los nacionalistas catalanes y vascos. En el seno de IU se montó un follón importante. Quedó excluida. El PNV prefería dar un portazo y así lo dijo Xabier Arzalluz: "Con un poco de dignidad lo que tocaba era dar un portazo y arréglense ustedes". Pero al final, catalanes y vascos apoyaron a González en su investidura, eso sí, sin entrar en el gobierno. "No está la situación madura para estas cosas", dijeron los vascos. Y Pujol añadió: "No tenemos garantías para defender nuestra política autonómica si entramos en el gobierno".
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Desde ese momento el gabinete de Felipe González debió ajustar su programa a las aspiraciones y demandas nacionalistas: prueba de ello fue la cesión del 15% del IRPF a las comunidades autónomas. Tres años después, Convergència no apoyó los presupuestos de 1996 y forzó un adelanto electoral.
Y aquí viene el segundo pacto: el Partido Popular ganó las elecciones, pero Aznar tampoco consiguió la mayoría absoluta. Durante dos meses, el PP se enfrentó a unas negociaciones peliagudas, porque tenía que hacer olvidar aquello de "Pujol enano, aprende castellano" que se gritó la noche del triunfo electoral. Fue entonces cuando Aznar presumió de hablar catalán en la intimidad. Pujol y Aznar, antes tan distanciados, entablaron una buena amistad. También Arzalluz se mostró dispuesto a pactar e incluso elogió al líder del PP diciendo que era "persona decente y honesta que cumple lo que dice". Finalmente llegó el pacto, que se materializó en la cesión del 30% del IRPF a las comunidades autónomas, la administración única y el traspaso a los vascos de los impuestos de alcohol, tabaco y gasolina.
Finalmente podemos recordar otro pacto, pero preelectoral: el que el PSOE e IU firmaron de cara a las elecciones del año 2000, con un programa común y candidaturas conjuntas al Senado. Y lo que son las cosas, en aquellas elecciones el PP logró la mayoría absoluta y la izquierda perdió más de dos millones y medio de votos.