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ENTREVISTA

Actores de usar y tirar, ficción basura y cómicos

Nos llevamos a Alfonso Sánchez y Alberto López ('Allí abajo') al Café Gijón donde nos presentan su obra 'Patente de Corso'

Alfonso Sánchez y Alberto López posan para la foto en el rincón del Café Gijón donde se ha llevado a cabo la entrevista / DAVID REDONDO

Alfonso Sánchez y Alberto López posan para la foto en el rincón del Café Gijón donde se ha llevado a cabo la entrevista

Madrid

¿Habéis tenido alguna vez la sensación de decir "somos gilipollas"? "La tienes cuando te fijas en el mercado, pero no cuando te subes a un escenario. El escenario no miente, el teatro no miente. Por eso nosotros queremos volver al teatro, para seguir creciendo, ponernos a prueba y seguir investigando. Seguiremos aprendiendo hasta el día que nos muramos", comenta Alfonso Sánchez. A su lado, Alberto López, con idéntico acento sevillano, explica: "Nosotros hemos dicho que no a muchas cosas".

Están sentados en una esquina del Café Gijón de Madrid. A unos cuantos metros, en el escenario del teatro Marquina, aguardan los bártulos que componen la escenografía de 'Patente de Corso', obra escrita y dirigida por Alfonso a partir de cientos de columnas de opinión que ha ido publicando Arturo Pérez Reverte en más de dos décadas. Alfonso y Alberto, además de únicos protagonistas, son también productores. Con ella llevan girando meses por diferentes teatros de la geografía española: Sevilla, Valencia, Barcelona, Madrid, Málaga… un viaje, como el de ser actor, tan gratificante como, en no pocas ocasiones, amargo.

Alfonso y Alberto posan bajo los retratos de Paco Rabal y Fernando Fernán Gómez en el Café Gijón

Alfonso y Alberto posan bajo los retratos de Paco Rabal y Fernando Fernán Gómez en el Café Gijón / DAVID REDONDO

Alfonso y Alberto posan bajo los retratos de Paco Rabal y Fernando Fernán Gómez en el Café Gijón

Alfonso y Alberto posan bajo los retratos de Paco Rabal y Fernando Fernán Gómez en el Café Gijón / DAVID REDONDO

Pasan en los últimos tiempos por el que quizá es el momento más dulce de esta pareja de actores que, sin pretenderlo ni buscarlo, es ya casi imposible imaginarlos por separado. Han formado parte de las taquilleras '8 apellidos vascos' y '8 apellidos catalanes' y poseen papeles principales en la comedia más exitosa de 2015 en televisión: 'Allí abajo'.

Pero ellos miran allí arriba, sobre sus cabezas, donde lucen los retratos enmarcados de Paco Rabal y Fernando Fernán Gómez. Sus ojos se dirigen a ellos con una mezcla de admiración y respeto. Piden, a la conclusión de la charla, una foto que inmortalice su paso por tan insigne rincón cultural de la capital.

"A lo tonto, tenemos ya el culo un poco pelao con esta gira", afirma Alfonso. El culo pelao con la gira y con el oficio, el del actor en el que ambos comenzaron desde bien abajo. "Sevilla es muy pequeña… Alberto fue el primero que me dio trabajo a mí. Tenía una compañía de espectáculos y estaban haciendo un espectáculo itinerante sobre El Quijote por Sevilla y yo hacía ahí un personaje. Ahí lo descubrí yo a él como actor", recuerda Alfonso Sánchez mientras Alberto escucha cabizbajo el sinfín de parabienes que salen de la boca de Alfonso sobre el talento de su compadre.

Compadres son y así se les conoce coloquialmente. La culpa de este sobrenombre la tienen dos maravillosos personajes a los que, sin duda, Alberto y Alfonso les deben buena parte de la deriva -para bien- de su carrera: el Culebra y el Cabeza. Dos personajes que encarnaron en un cortometraje de título 'Esto ya no es lo que era' (2008) y que acumula cientos de miles de visitas en Youtube [ver vídeo de debajo] y más de un premio. "Yo quería hacer una peli sobre canis en Sevilla. La secuencia de arranque era la del Culebra y el Cabeza. La rodamos, mandamos a festivales… y a ver qué pasa. Y aquello se convirtió en la locura, en un fenómeno de internet", relata Alfonso. "De repente, con esto, hay una legión de gente que quiere verte y que le interesa lo que cuentas. Luego te lo tienes que ir ganando curro a curro".

De ese primer corto en el que Alberto y Alfonso ofrecían una particular visión de la vida a partir de los ojos de aquellos dos canis sevillanos, surgieron otros dos cortos más, 'Eso es así' y 'Aquello era otra cosa'. Con similar estructura y formato, camaleónicamente mutaban en señoritos sevillanos en el primero y en antisistema en el segundo. Esta trilogía sevillana, de gran y brillante mordacidad y que se cimenta en ágiles diálogos cargados de significado, fue públicamente aplaudida por Arturo Pérez Reverte; quien, a la postre, terminó convirtiéndose en amigo de estos dos tipos que, hasta entonces desconocía ("en el tercer compadre", afirman). Su amistad le ha valido para que el escritor le ceda los derechos de sus columnas y así Alfonso y Alberto hayan podido levantar 'Patente de Corso', obra también elogiada por el propio Reverte: "El espectáculo es la vida vista a través de los ojos de Arturo. Él habla de muchas cosas con mucho sentido común y de una forma muy global. Son las reflexiones de Arturo", explica Alberto sobre la obra de teatro.

Actores de usar y tirar y ficción basura

Pero el camino de estos compadres no ha sido nada sencillo. Pequeñas producciones y personajes insignificantes era el lugar que el show business les reservaba a estos dos sevillanos nacidos y formados para ser actores: "La relación y todo lo que hemos hecho surge de la desesperación y de estar completamente desahuciados. Nadie confiaba en nosotros ni en nuestros guiones ni en mí como actor. Me llamaban para el típico personaje de cuatro frases en un capítulo en una serie: venía a Madrid, decía las tres frases y para tu casa. Era desesperación", recuerda Alfonso.

Alberto, pasó unos años en la compañía de espectáculos del parque temático 'Isla Mágica', en Sevilla. Aunque difícil, la etapa que pasó allí la recuerda como una lección de vida y de formación: "Es muy duro trabajar en un parque temático, pero te enfrentas a un público diario. Todos los días te ven durante tres o cuatro pases, trescientas o cuatrocientas personas. Así durante cuatro años… No hay escuela que lo haga. Lo académico tiene un valor, pero este tipo de oportunidades te dan una dimensión de las cosas que no tiene precio".

Se reafirman en no haberse sentido nunca como gilipollas por no haber elegido o encontrado el camino que otros sí, el de quienes -por diferentes motivos- productoras de cine y televisión confían papeles protagonistas a personas que apenas saben ponerse en marca. "Hay actores buenos y actores malos…", apunta Alberto "y hay actores y gente que se pone delante de una cámara a decir cosas. O gente que trabaja con pinganillo o que se escribe el texto en papelitos por el escenario…", continúa Alfonso.

Alfonso y Alberto entienden la postura del compañero que, de la noche a la mañana, se ve como gran estrella del cine o la televisión, matizan la diferencia que existe entre un actor de carrera y formación con la de un recién llegado, pero lo comprenden: "Es cierto que hay gente que puede aprender el oficio si le dan una oportunidad, que le pone mucha voluntad y ven que hay un negocio y que pueden trabajar en esto en vez de en otros oficios", afirma Alfonso.

Sin embargo, su preocupación por este tipo de fenómeno dentro del negocio no tiene que ver tanto con que se convierta en estrella a aquel que mal sabe interpretar, como sí que esto sea una manera de precarizar el oficio. "El rollo es que tú le crees que ilusión a alguien que nunca pensó en ser actor, en hacer cine o televisión. Y en esa ilusión quepa todo: el aprovechamiento, el crearle un mundo de ilusiones alrededor y no tenga cabida saber cuáles son tus derechos como actor, qué convenios hay… ", comenta Alberto, "No es lo mismo coger a un tipo que venda castañas en Barbate, plantarlo a un plató y darle 5.000 euros al mes, que te va a trabajar las horas que tú quieras, que echar mano de un profesional de carrera, que esté afiliado a la Unión de Actores…".

Con la tarde cayendo sobre el paseo de Recoletos, con la atenta mirada desde la pared de Paco Rabal y Fernán Gómez y con el jaleo de conversaciones que se respira en el Café Gijón, Alfonso pone sobre la mesa uno de los peligros de lo que él llama ficción-basura: "A mí me da miedo, con todo esto, que el oficio de actor se vaya convirtiendo en algo más barato cada vez. Que haya actores que no sepan hablar, que sean artículos de usar y tirar… Tiene también un poco de ver con el tipo de vida que llevamos últimamente, de comida rápida, comida basura. Creo que se puede correr el riesgo de llevarnos hacia una ficción-basura". Del actor de usar y tirar, a la ficción-basura.

"Con la bonanza económica, los niños dejaron de jugar a la pelota en la calle"

Pese a que con Alberto y con Alfonso es complicado aguantarse la carcajada cuando se meten en la piel de sus personajes, por ese fino dominio de la ironía y el sarcasmo que les caracteriza, ellos reniegan del término "humorista", pero no del de "cómico". Eso sí, entendido a la antigua usanza: "Para mí, la palabra cómico tiene nostalgia, dureza… Para mí tiene polvo y es vetusto", comenta Alberto.

Con las consumiciones ya acabadas sobre la mesa desde hace tiempo, siguen departiendo sobre el oficio de actor delante de la grabadora: "El show-business es despiadado, es una locura. Y si tienes un camarada con el que recorrer el camino, es una suerte; porque es muy duro, muy impersonal, muy solitario y muy ingrato este camino", explica Alfonso. "Date cuenta que cuando tú afrontas entrar en un rodaje, afrontas entrar en una empresa en la que hay 90 personas y no conoces a nadie. Eso es muy duro de llevar", dice Alberto.

La soledad del actor. Del cómico. De la sociedad. "En mi niñez, que era una época muchísimo más precaria que ahora, las relaciones que había en los barrios eran más auténticas. Las relaciones profesionales eran más auténticas. Con la bonanza económica, la gente se fue aislando… los niños empezaron a dejar de jugar en las calles", opina Alfonso. "Con la crisis, la gente se ha dado la hostia y ha tenido que volver a la pureza, a decirle al vecino: ¿tú me dejarías un paquete de arroz? ¿Me dejarías ducharme en tu casa porque no puedo pagarme el agua caliente? La desesperación une mucho al ser humano".

Con el rodaje de la segunda temporada de 'Allí abajo' en marcha y con 'Patente de corso' conquistando plazas teatrales por toda España, Alfonso y Alberto aún guardan otra bala en su revólver: 'El mundo es suyo', secuela de 'El mundo es nuestro' (2012), la modesta ópera prima de Alfonso nacida a partir de la historia de el Culebra y el Cabezas. Tras casi 3 años intentando financiarla, parece que 2016 será cuando por fin vea la luz 'El mundo es suyo'.

Despacio, con obstáculos y sentido del humor. Así se cocinan los proyectos y las carrera de Alfonso Sánchez y Alberto López. Ellos no son actores de usar y tirar, sino cómicos con el culo pelao.

Foto promocional de 'Allí abajo', con Alfonso Sánchez a la izquierda

Foto promocional de 'Allí abajo', con Alfonso Sánchez a la izquierda / ATRESMEDIA

Foto promocional de 'Allí abajo', con Alfonso Sánchez a la izquierda

Foto promocional de 'Allí abajo', con Alfonso Sánchez a la izquierda / ATRESMEDIA

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