Colíder al estilo rojiblanco

Madrid

El Atlético llegó al duelo con la posibilidad de emparejarse con el Barcelona en la cabeza de la Liga. Y esa presión le pudo en buena parte del encuentro. También el planteamiento del Valverde, que hizo que sus hombres espesaran las ideas de unos rojiblancos a los que les costó un mundo acercarse a la portería de Gorka Iraizoz.

En la vuelta de Raúl García al Calderón, su espíritu contagió al resto del equipo. Porque los vizcaínos achicaron mucho los espacios y se multiplicaron para evitar ese Atlético que ahora toca más la pelota. De hecho, el Athletic tuvo la primera ocasión con un remate de cabeza de Aduriz que paró sin dificultades Oblak.

Fue el primer aviso. Eso sí, al Atlético se le anuló un gol por posición adelantada de Vietto, que empieza a convertirse en el atacante de referencia en el equipo de Simeone. Cabeceó el argentino al fondo de la red, pero estaba en fuera de juego cuando le mandó la bola Koke.

Sin embargo, el marcador se puso de cara para el Athletic. A punto estuvo de inaugurar el marcador Aduriz con una vaselina que atajó el meta local. Gran desmarque del punta, mejor control y genial disparo. Lo atrapó el portero esloveno, que en ese momento no sabía que estaba a punto de ser batido.

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Porque a renglón seguido, en un saque de esquina, Laporte adelantó a los visitantes. La bola le llegó al defensa en el segundo palo, tocada desde el primero por un hombre del Atlético, donde no tuvo oposición para hacer el 0-1.

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La misión de terminar como colíder de la Liga se le complicaba al Atlético. Y no solo por el resultado, sino por las sensaciones que estaba teniendo en el partido. En ese momento, los de Simeone no eran capaces de encontrar el camino. Ni por banda, ni por el centro, ni a balón parado…

Quiso el destino que los rojiblancos empataran el choque en el descuento de la primera mitad. Volvió la eficacia a balón parado en un córner que lanzó Koke y remató en el primer palo Saúl, el jugador al que le ha tocado suplir a un pilar tan importante como es el portugués Tiago.

Respiró el Calderón con el 1-1 al descanso. No habían hecho méritos los suyos para mucho más. Pero no tardó en inquietarse la parroquia rojiblanca cuando en la reanudación el Athletic siguió demostrando que no había cogido el avión para ser un convidado de piedra.

Oblak tuvo que esforzarse para desviar un centro desde la derecha de Eneko Boveda. Inmediatamente después, tuvo que verse las caras con Aduriz en un nuevo mano a mano con el 9 del Athletic.

Tuvo que aparecer Griezmann, una vez más, para romper la dinámica del partido. No había estado a su altura en la primera hora del partido, pero recogió un balón suelto en la frontal del área para armar un zurdazo endiablado que Gorka no pudo atajar y que se convirtió en el 2-1.

Ahora sí, el Atlético estaba empatado a puntos con el Barcelona, líder de la Liga, con casi medio campeonato disputado. Casi nada. Como si rivalizar con los azulgranas y con el Real Madrid estuviera al alcance de cualquiera. Pero a los rojiblancos les quedaba rematar la faena ante un equipo sostenido por la garra de Iturraspe, la clase de Beñat y el peligro constante de Aduriz.

No fue una tarea sencilla para los de Simeone. Además, la entrada de Correa y Fernando Torres no le dio más facilidades a los rojiblancos en ataque. Todo lo contrario. El conjunto madrileño sufrió hasta el final. Porque el Athletic quería y merecía más. Pero esta vez no lo consiguió. No es fácil competir con este Atlético de Simeone, que te gana incluso cuando haces muchos méritos para derrotarlo. Por eso está ahí a estas alturas de la Liga.