El PSOE paraliza hasta después del 20-D su recurso contra la reforma unilateral del PP del Constitucional
En un momento en el que se quiere presentar una imagen de unidad sin fisuras, cuestionar las herramientas de que se ha dotado al Constitucional para enfrentar el desafío soberanista daría argumentos gratuitos al independentismo
Madrid
Cuando cambian las circunstancias hay batallas que conviene no dar. Al menos, no inmediatamente. Los socialistas –y con ellos toda la oposición parlamentaria- se pusieron en pie de guerra cuando el Gobierno reformó unilateralmente y por sorpresa la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional con el propósito de dar capacidad ejecutiva a este tribunal.
El PSOE anunció incluso su intención de presentar un recurso de inconstitucionalidad contra la reforma. El recurso está redactado y listo. De momento, se quedará en el cajón.
La ley da un plazo de tres meses para la presentación del recurso, desde la entrada en vigor de la reforma. Es decir, hasta el 15 de enero. Los socialistas han decidido que al menos hasta después de las elecciones del 20-D el asunto duerma el sueño de los justos. No está el horno para bollos. Persiste la amenaza de que el parlamento catalán –o el nuevo govern, si acabar constituyéndose- siga adelante con su avance hacia la independencia, y el Tribunal Constitucional se vería obligado a echar mano de las prerrogativas que le concede la reforma aprobada por el Partido Popular. En un momento en el que se quiere presentar una imagen de unidad sin fisuras, cuestionar las herramientas de que se ha dotado al TC para enfrentar el desafío soberanista no sería entendido por la opinión pública y daría argumentos gratuitos al independentismo.
El PSOE sigue convencido de sus objeciones de fondo a la reforma. Persisten en la idea de que la ley ya tenía instrumentos para hacer efectivas las sentencias del alto tribunal sin necesidad de plantear una reforma que, según los socialistas, ha desvirtuado la naturaleza de esta institución para convertirla en “gendarme del Gobierno”.
Pero todo ha cambiado tras la resolución independentista. Así que todo debe ser recalculado. Y para eso es necesario tener una idea clara de cómo queda el escenario político tras las elecciones del 20-D, cuál será el nuevo reparto de fuerzas y, sobre todo, cuáles serán los siguientes pasos desde Cataluña en un momento delicado en el que pueden darse las condiciones para la tormenta perfecta: un Congreso disuelto, un Gobierno en funciones, un largo periodo de negociaciones y quizá muchas dudas sobre quién será finalmente el nuevo inquilino en la Moncloa.
Así que, de momento, el recurso se guarda. Y después del 20-D deberá decidirse si se queda ya para siempre dentro del cajón o si se sigue adelante con él.