Ocio y cultura

'La ilusión del lejano Oeste', en el Thyssen

La exposición sigue los pasos de los artistas que en el siglo XIX se adentraron (real o imaginariamente) en los territorios del Oeste norteamericano

Edward S. Curtis, 'Un oasis en las Badlands', 1905 / Edward S. Curtis

Edward S. Curtis, 'Un oasis en las Badlands', 1905

Madrid

Durante años, el cine y Hollywood se han encargado de configurar nuestra imagen del lejano Oeste americano, esas llanuras inmensas pobladas por sioux o apaches que siempre cabalgaban más rápido y amenazaban con cortarle la cabellera al primer colono con el que se cruzaban.

Sin embargo, esa tierra mítica también fue explorada por artistas del siglo XIX, pintores y fotógrafos que inmortalizaron sus paisajes, sus tribus, sus hábitos y vida cotidiana, combinando una imagen romántica y de admiración con los tópicos y clichés de los que nacería el mito del indio salvaje. Esta muestra que el Museo Thyssen abre al público el 3 de noviembre, 'La ilusión del lejano Oeste', acoge una selección de la obra de artistas como Karl Bodmer, George Catlin, Henry Lewis, Albert Bierstadt, Edward S. Curtis o Carleton E. Watkins.

Una ilusión que empezaron a cartografiar exploradores españoles, cuyos mapas abren la exposición: "Son mapas muy detallados de las primeras exploraciones que los españoles hicimos a estos territorios. Estos territorios fueron la comanchería, del Misisipi al oeste, y fue español mucho tiempo, y nosotros fuimos los primeros que luchamos con los apaches y firmamos tratados con los comanches", explica el comisario de la muestra, Miguel Ángel Blanco.

Y si los españoles se preocuparon por mapear el territorio, a finales del siglo XIX fueron los propios jefes indios quienes se preocuparon por inmortalizar su imagen, y en esta muestra vemos retratos fotográficos, en blanco y negro, de Toro Sentado, Gerónimo o Joseph, además de óleos con el rostro del Jefe dos Cuervos, el Jefe Caballo y el guerrero Danzante Veloz. Con sus tocados de plumas, sus pinturas en el rostro, sus collares, su porte orgulloso y su mirada casi desafiante, cuadros firmados por George Catlin, autor de una especie de "gabinete de maravillas, retratando indios y escenas, que llega a los 520 cuadros". En el Museo Thyssen se pueden ver tres de ellos y, a su lado, una vitrina que contiene una camisa, probablemente pies negros, anterior al año 1869.

George Catlin. 'Shon-ka-ki-he-ga, Jefe Caballo, gran jefe pawnee, 1832

George Catlin. 'Shon-ka-ki-he-ga, Jefe Caballo, gran jefe pawnee, 1832

George Catlin. 'Shon-ka-ki-he-ga, Jefe Caballo, gran jefe pawnee, 1832

George Catlin. 'Shon-ka-ki-he-ga, Jefe Caballo, gran jefe pawnee, 1832

Junto a paisajes y retratos, el visitante encontrará también el tocado de un  jefe indio, una maza comanche, una pipa sioux, un par de mocasines de las Grandes Llanuras, un cinturón navajo, novelas del oeste o los carteles de películas como 'Río Grande' o 'Por un puñado de dólares'.

Y, galopando entre las vitrinas del Museo Thyssen, también veremos unos pocos  indios y vaqueros de plástico, juguetes que conservan intacta la ilusión por aquel lejano Oeste de nuestra infancia (y la del comisario de la exposición, porque son suyos).

 
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