Lo que no se ha contado de la llegada de Netflix a España
La gran plataforma norteamericana de televisión por internet ha llegado a España bajo una gran expectación, ¿desmedida?

Momentos previos a la rueda de prensa de presentación de Netflix en Madrid / DAVID REDONDO

Madrid
Eran unas furgonetas negras. De alta gama, con cristales tintados. Aguardaban vacías a las puertas de un céntrico hotel de Madrid. De cuatro estrellas, donde el precio por habitación supera con facilidad los 100 euros por noche.
Dentro del hotel, Netflix. Llega a España el gigante del vídeo bajo demanda y su primer impacto público sería con la prensa especializada. Pen drive con fotografías y nota de prensa y una tarjeta regalo de suscripción a Netflix durante 6 meses para cada periodista acreditado. Entre la prensa, también blogueros. Netflix se mueve en internet: necesita difusión de su oferta en la red, lo mismo vale un gran medio que un pequeño blog.
Mientras redactores de diferentes medios y blogueros esperaban en un salón del hotel donde tendría lugar la rueda de prensa; abajo, un puñado de actores protagonistas de series originales de Netflix posaban ante los fotógrafos.

NETFLIX

NETFLIX
En condiciones normales, cuando cualquier cadena española presenta una nueva serie o un nuevo programa, fotógrafos, cámaras, redactores… conviven bajo el mismo espacio, pudiendo unos ser testigo del trabajo de los otros. Con Netflix todo estaba siendo más hollywoodesco. Con una sonrisa, responsables de la agencia de comunicación española contratada por el gigante norteamericano pedían a cada tipo de profesional permanecer en su sala. O estabas arriba o estabas abajo.
Las furgonetas negras de la puerta no eran lo único lujoso ni lo único opaco de la presentación de Netflix en España. La puesta en escena ante los medios fue digna de un prestidigitador. Ni más ni menos que el CEO y co-fundador de Netflix, Reed Hastings, y su director Jefe de Contenidos, Ted Sarandos, aparecían ante los ojos de unos periodistas expectantes por conocer qué tenían que decir dos de las personas más influyentes en el mercado audiovisual mundial.
No se pueden hacer fotos durante la rueda de prensa. Tampoco las cámaras de vídeo pueden ocupar otra zona en la sala que la habilitada, al fondo, para tal menester. Lo que en la presentación de cualquier cadena española hubiera provocado las protestas y el plante de la prensa, esa mañana de octubre se asumió con normalidad.


Hastings no se cortó en su primera alocución. Todo fue grandilocuente. Escucharle narrar la trayectoria de su empresa a lo largo de sus casi 20 años de vida fue poco menos que escuchar ese famoso discurso de Steve Jobs en la universidad de Stanford. Hastings aunó los conceptos de Internet y Netflix como motores de un cambio en la forma de consumir televisión que marcaría un antes y un después. Pero el discurso de Hastings no solo se regodeó en el pasado y en sus logros, también miró al futuro, convirtiendo a Netflix en la esperanza de todos los allí presentes. ¿Cómo alguien podría pensar que el futuro de la televisión y Netflix no son la misma cosa?
Echando mano de algún chascarrillo, y sin opción a preguntas, los ejecutivos de Netflix compartieron entonces mesa y micro con sus actores. Entre ellos, Miguel Ángel Silvestre, protagonista de la serie 'Sense8' y gran anfitrión de la llegada de Netflix a España.
La rueda de prensa no fue tal. Durante minutos, cada intervención de los actores constituía una campaña de publicidad para Netflix. Los temas de los que se hablaban no eran a cuenta de preguntas de periodistas, sino las que los propios ejecutivos de Netflix pedían a los actores comentar. Tan solo dos -timoratas- preguntas se permitieron con los actores delante de los micrófonos.
Acto seguido, los actores abandonaron la sala. Todo estaba pautado y los tiempos debidamente cronometrados. La prensa quedó entonces con los dos ejecutivo de Netflix. Tenían unos diez minutos para formular sus preguntas. Se les preguntó por la competencia, se les preguntó el por qué de situar su sede europea en Holanda, se les preguntó qué número de suscriptores esperaban alcanzar en los próximos meses… Ni Hastings ni Sarandos respondieron de manera concreta a estas preguntas. Sus respuestas oscilaron entre divagaciones generales y consignas de marketing. No había ni opción ni tiempo para repreguntas. Después de hora y media encerrados en el salón del hotel, las preguntas en la rueda de prensa, probablemente, no llegaron ni a la decena.
Era el turno de entrevistas, unas cuantas con los ejecutivos de Netflix. Los medios elegidos. Algunos periodistas lamentaban haber solicitado, previamente, entrevista con ellos o con los actores invitados y recibir una negativa a su petición.
Concluido el encuentro con medios, las furgonetas negras se ponían en movimiento. Todavía quedaba la gran velada.
Con más periodistas que en la propia rueda de prensa matinal, Netflix España celebró una fiesta nocturna en el Matadero de Madrid a la que acudieron, de nuevo, algunos de los rostros de sus series y todo famoso made in Spain que no pudiera resistirse a la tentación de poder decir aquello de "yo estuve en esa fiesta". Otro campanazo de marketing. Decenas de famosos y periodistas especializados contando a sus miles de seguidores en redes sociales que Netflix había llegado a España y que ellos estaban en la fiesta celebrándolo.
Fue el primer día de Netflix en nuestro país. Logró el objetivo de consolidarse como el acontecimiento mediático del mes, evitando preguntas incómodas y viendo cómo su catálogo de series y películas -así como sus precios- era replicado en una inmensa mayoría de medios de comunicación.
Las razones por las que Netflix se localiza en Holanda -lo que le permite esquivar la ley española que obliga a las empresas de su sector a invertir en obras audiovisuales europeas- o el muy mejorable catálogo con el que Netflix desembarca en España -a años luz de lo que ofrece su principal competidor- fueron asuntos que, por regla general, han quedado tapados por el brillo de los oscuros cristales de esas furgonetas negras con las que Netflix ha llegado a España con la grandilocuencia de Hollywood.