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Sociedad | Actualidad

"Vine de interna y acabé en un puticlub"

Son las víctimas invisibles. La nueva esclavitud del siglo XXI. España es el segundo país de la Unión Europea con más casos detectados de explotación sexual

Madrid

Son engañadas por mafias que las traen con falsas promesas de trabajo. Entramos en uno de los pisos que gestiona en Madrid el Proyecto Esperanza. Su coordinadora, Marta González, nos explica la labor que hace la congregación de religiosas adoratrices recientemente galardonada con el premio Rey de España por ayudar a mujeres en situación de exclusión o marginalidad. Un trabajo que comenzaron en 1999 cuando desarrollaron un programa de apoyo integral para las víctimas de la trata de seres humanos con fines de explotación principalmente en la prostitución y también en el servicio doméstico, matrimonios serviles o trabajos forzados en condiciones de esclavitud.

'Vine de interna y acabe en un puticlub'

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No hay un único "tipo" de la víctima de este delito. Es un fenómeno complejo que afecta a miles de personas en el mundo. La mayoría de las mujeres tienen en común el deseo y el objetivo de salir de su país para luchar por una vida mejor para ellas y sus familias. En el otro lado, las personas o redes que las captan con el fin de explotarlas utilizan el engaño, la violencia, amenazas y otros medios de coacción para conseguir sus fines.

Marta González nos explica que en el último año casi la mitad de las mujeres que han atendido en las casas del Proyecto Esperanza son nigerianas víctimas de trata para explotación sexual. Pero también en 2014 han atendido a mujeres de Paraguay, China o Rumania. "La mayoría de las víctimas de trata tienen entre 18 y 29 años, pero también hay niñas de 12 y mujeres mayores de 30 años. Muchas vienen pensando que van a ser empleadas en el servicio doméstico cuidando a niños o personas mayores y acaban trabajando en la prostitución de calle, en pisos o en clubes de alterne, donde son obligadas a mantener relaciones sexuales con los clientes en contra de su voluntad. En otras ocasiones son explotadas para la comisión de actividades delictivas como traficar con droga o para la mendicidad en la calle.

"Volví a mi país por temor a que las personas que me trajeron le hicieran algo a mi niño y que se metieran con mi familia. Por eso pedí que me deportaran, porque me daba miedo que les pasase algo", cuenta una de las chicas atendidas en el proyecto Esperanza. La situación de trata no se limita a nuestras fronteras y las amenazas pueden continuar en el país de origen durante mucho tiempo. Por este motivo es fundamental el compromiso y la coordinación efectiva con los organismos y las fuerzas y cuerpos de seguridad de los paises de origen para que se lleve a cabo un retorno voluntario, seguro y asistido.

 
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