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Viaje al este de Ucrania: día uno

Muchos soldados toman el tren dirección a Kramatorsk. Es una de las ciudades que Ucrania recuperó el pasado verano y ahora alberga el centro de operaciones del ejército

Soldados ucranianos en la estación de Kramatorsk. / A. L.

Soldados ucranianos en la estación de Kramatorsk.

Kramatorsk

Muchos soldados toman el tren que parte de Kiev en dirección a Kramatorsk. Es una de las ciudades que Ucrania recuperó el pasado verano y ahora alberga el centro de operaciones del ejército. Desde el pasado mes de febrero impera una frágil tregua en el este del país, pero algunos focos se mantienen activos. "La situación es muy tensa, pero nosotros sólo respondemos cuando nos atacan", explica un soldado que vuelve de permiso. Aquí casi nadie confía en que el alto al fuego vaya a consolidarse.

Entre los pasajeros también hay quien viaja para ver si es posible regresar. Es el caso de Dima, un obrero de la metalurgia que dejó su ciudad natal huyendo de la guerra y ahora vive en Kiev en un centro de acogida con su mujer y su hijo. "Me gustaría volver, pero tengo miedo a que la guerra vuelva a empezar, y además el tema laboral está muy mal".

Explica que las industrias metalúrgicas de la zona trabajan a medio gas porque su principal cliente era Rusia y ahora ya casi no hay transacciones comerciales con este país. Además los precios del acero han bajado.

Para desplazarse desde Kramatorsk hasta el territorio controlado por los separatistas tan sólo se puede viajar en autobús o en coche. Pero para moverse por la zona es necesario acreditarse. Y es aquí donde se impone otra realidad: la de las largas colas de ciudadanos que necesitan una autorización para cruzar de un territorio a otro. "La gente coge estos permisos sólo para venir a Ucrania a cobrar la pensión. Así es como sobrevivimos. No hay otra manera", explica Yuri, un minero jubilado.

El gobierno ucraniano ha cortado el pago de las pensiones en las zonas controladas por los separatistas para evitar que el dinero pueda caer en manos de los rebeldes. Pero esta decisión está teniendo un precio muy alto para los civiles que a veces tienen que esperar hasta dos meses antes de conseguir los papeles y poder así viajar a territorio ucraniano para recibir su dinero.

Y viajar no siempre es fácil: hay que contar con que la situación esté lo suficientemente tranquila como para poder cruzar los numerosos puestos de control que jalonan las carreteras.

 
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