Un Real Madrid de luto gana un partido aún más oscuro

El Córdoba le planteó un partido de tú a tú al Real Madrid, sin complejos, sin desear un partido trámite, tal y como proponía su entrenador; sin adoraciones a los astros del rival y creyéndose un gran equipo, uno de Primera. La moral pesa, las ganas de ganar aún más, aunque los esfuerzos no siempre conllevan recompensa. La eficacia de los de Ancelotti pudo con las intentonas de su rival y el gol de Ghilas quedó invalidado ante las respuestas de Benzema y Bale en un Madrid que no brilló pero que se impuso en el resultado final (1-2).

En la mente de los blanquiverdes aún perdura la reprimenda de Djukic, avergonzado de los suyos tras la abultada derrota de Barcelona. Los jugadores se lo tomaron muy en serio, tanto que, tras aquellas palabras de su entrenador, el equipo no había perdido ni un sólo partido. Con las intenciones puestas en conseguir otro resultado positivo, el Córdoba saltó a jugar como si no hubiera un mañana y a los 50 segundos llevaba la esperanza a todo El Nuevo Arcángel y revivía viejos demonios en Madrid, los mismos que dejaron al campeón de invierno fuera de la Copa: relajación inicial y poca intensidad. Nabil Ghilas adelantó al conjunto andaluz de penalti cometido por Sergio Ramos, que interceptó un disparo con el brazo. El árbitro dudó, no así el delantero argelino en el lanzamiento.

La diferencia pudo ampliarse gracias a un recién llegado; Bebé encendió los motores de su monoplaza y superó los límites de velocidad en la autopista que dejaba Marcelo en cada subida. Pero cuando enfrente se encuentra el Real Madrid no hay madera suficiente que apuntale tus defensas. Kroos asumió los mandos del equipo y puso a sus compañeros a remar contracorriente para remontar el resultado. Vino aquí y allá para hacer sus funciones y las de Khedira, que perdió hasta 11 balones en la primera mitad. A la media hora se llegaba a la primera meta volante con un ávido Benzema. El francés, uno de los mejores en sus filas durante los 90 minutos, recogía la peinada de Bale tras un lanzamiento de esquina y resolvía en área chica ante la pasividad de los defensores.

En la sombra, camuflados con su indumentaria negra, permanecieron la mayoría de los jugadores de Ancelotti, encabezados por un Cristiano Ronaldo irreconocible y echando de menos a un sobrecargado Isco o al tan ausente Modric. Las miradas de Carleto al banquillo no aportaron claridad a la escena y sólo supo cambiar dos bombillas fundidas por dos luces tenues. El hombre por hombre -Illarramendi por Khedira y Coentrao por Marcelo- insinuaba un conformismo ante un lobo con piel de cordero. Y en verdad, el Córdoba no presentó rendición ni cobardía. Primero Fede Cartabia y después Bebé avisaban de lo peligrosos que pueden ser. Pero fue Florin quien quitó el hipo de todo el madridismo con una vaselina que acabó rebotando en el larguero.

Entonces Cristiano Ronaldo mostró su cara más fea, eliminó el brillo del oro de su balón y su comportamiento le acarreó una expulsión totalmente merecida por su actitud desquiciada ante su escaso nivel durante el partido. Le propinó una patada a Edimar y se quitó de encima a Crespo, dejando a su equipo con diez.

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El Madrid no fue a peor -se antojaba difícil- e incluso logró la remontada. Bale, especialista en faltas en los últimos partidos, lanzó una más y fue Fede Cartabia quien tuvo que detener un balón que apuntaba al fondo de la red. Otro penalti por otra mano, otra amarilla y segunda expulsión del encuentro. El propio galés se encargó de lanzar la pena máxima a falta de escasos minutos para el final y culminar la remontada. El líder sigue líder, el Córdoba luchando abajo y aún resta toda una vuelta para conocer el desenlace.