El éxito del Barça se llama Messi

Un partido, el derbi catalán; dos equipos, Barcelona y Espanyol y un genio sobre el Camp Nou, Leo Messi. El argentino sigue tirando del carro azulgrana, que en los últimos tiempos parece cargar con unos cuantos lastres, pero Messi no le pierde la sonrisa al fútbol, no le da la espalda al gol y machaca las ilusiones blanquiazules con dos acciones prodigiosas. La victoria insufla aire y energías de cara al partido con el PSG y permite al Barcelona no perder el expreso del Real Madrid.

Luis Enrique se estrenaba en el banquillo azulgrana en la historia de los derbis catalanes repitiendo la misma alineación -excepto Rakitic por Mathieu- que en el encuentro ante el Valencia. El croata y Xavi en el medio del campo daba otro toque diferente en un ambiente ya apasionante con el duelo entre dos vecinos de la Ciudad Condal.

Los pericos, encerrados en su media porción del campo, levantaron los muros de Montjüic en el propio Camp Nou. Defendían once y atacaban algunos menos. El Barcelona proponía juego y el Espanyol disponía de las ocasiones. El contraataque golpeaba fuertemente en los cimientos del equipo local, con un Busquets perdido por el césped, lejos de su mejor nivel y con la misma defensa del año pasado. En una de estas acciones Sergio García adelantó al Espanyol. Busquets perdió la pelota y Piqué miró como el ex de La Masía batía a Bravo.

La primera reacción culé fue la de domar a su rival mediante el control del balón, mientras el Espanyol agotaba sus cartuchos malogrando otros dos contraataques. Sergio García con un disparo blando y Víctor Sánchez tras un control demasiado largo, desaprovecharon las opciones de ampliar la diferencia. Entre tanto, su defensa proseguía igual de férrea. Sólo una pulga podía pasar por las casi inapreciables fisuras. Y una vez más lo hizo. Apareció Messi para desequilibrar el partido, salió de la nada para recibir el pase de Xavi -tras una buena maniobra del mediocampista- y colocar el balón en el único sitio donde Kiko Casilla no podía llegar. El cronómetro marcaba el minuto 45 de la primera mitad y el Barcelona conseguía un gol revitalizante.

Los 15 minutos del descanso parecieron sobrarle a Messi, lanzado tras el empate, con ganas de resolver para su equipo. Le bastaron 300 segundos y un túnel al defensor. El segundo tanto lo marcó con la derecha y remataba a un Espanyol que aún pensaba en la rosca imposible del primero de la pulga. Quedaba toda la segunda parte y los goles se sucedieron, eliminando cualquier posibilidad de reacción. Piqué de cabeza conseguía el tercero, Pedro, entrando de refresco ampliaba la diferencia y de nuevo Messi, logrando un hat-trick, redondeaba el resultado (5-1).

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 El Barcelona no es el que era hace unos años, el equipo juega diferente, pero hasta la fecha sigue ganando y hasta el día de hoy sigue disponiendo de uno de los mejores. Messi resuelve la papeleta y tapa los errores de un equipo que espera recuperar partido a partido la sonrisa.