"Mi marido me encañonó con una escopeta y ha sido absuelto"
Ana Alvero, malagueña de 38 años, ha sufrido violencia de género durante 16 años
Graci junto a la presidenta de la Fundación Ana Bella en el II Congreso Internacional de Mujeres Supervivientes.
Madrid
Ana estuvo 16 años con él. Todo empezó poco a poco. Le controlaba, le decía la ropa que tenía que ponerse, a dónde iba o con quién salía. "Al princio había momentos bonitos, no te das cuenta de lo que está pasando y le dices a todo que sí", explica esta mujer malagueña de 38 años. Ana sólo se atrevió a denunciar a su marido el día que él le apuntó con una escopeta: "Me encañonó, apuntándome al estómago, y me encerró una noche en el garaje de mi casa".
Han pasado sólo cuatro años desde aquel día. Ana es una mujer sonriente, con una melena lisa y rubia, estatura media y muy simpática. Ya no tiene miedo y asegura que da la cara para que otras mujeres maltratadas se atrevan a denunciar. "Es muy difícil darte cuenta de lo que te está pasando, necesitas ayuda, sola no puedes salir". Después de denunciar a su pareja todo fue a peor. Su maltratador tenía una orden de alejamiento y se la saltaba: "Me acosaba por la calle hasta que un día me amenazó de muerte". Entonces Ana tuvo que esconderse, estuvo siete días en un centro de acogida. Pero el miedo, y la Justicia, según explica, no le dejaban vivir tranquila. "El juez dijo que no había pruebas, él salió absuelto. ¿Cómo salgo yo del centro cuando la Justicia me dice eso? Cuando tú tienes al maltratador delante no piensas en las pruebas, te anulas, casi pierdes la vista. ¿Tenemos que ir con la cabeza chorreando de sangre para que nos crean?", mientras cuenta su historia alza la voz enfadada.
En el caso de Graci su acosador desapareció el día que se divorciaron. "Sufrí violencia de género. Hace cinco años decidí dar el paso y hoy tengo una vida nueva junto a mis dos hijos". Graci explica que se casó jóven y enamorada y que pensaba que las actitutes de su esposo eran lo "normal" en una relación de pareja. "Él tomaba todas las decisiones, tenía todos los derechos y yo ninguno. Ahora veo que eso no es lo normal". Cuando le preguntan cómo ha aguantado 18 años siendo maltratata psicológica y físicamente, siempre responde lo mismo: "Le quería y le perdonaba".
Los hijos de Graci tenían que ver cómo su padre insultaba y golpeaba a su madre. "Cuando se oía la puerta de casa, mis niños (con dos y nueve años) se agarraba a mí como si fueran mis escoltas. Insultaban a su padre, llegaron a odiarlo. Nunca podré olvidar esas imágenes". La pesadilla de esta mujer de 38 años terminó cuando le pidió el divorcio a su marido. Se separaron, él se fue y Graci no lo denunció por malos tratos. Sin embargo, a día de hoy, según explica, no le pasa la pensión de sus hijos y le ha denunciado porque no paga los gastos que todavía tienen en común.
Ana también tiene que aguantar a su acosador después de separarse. Según comenta, ahora él le ha denunciado porque dice que miente. "Él tiene dos sentencias a su favor. El juez nunca ha visto pruebas suficientes. Cada vez que ha salido del calabozo se ha sentido más fuerte. Y ahora, ¿la mala, la mentirosa, soy yo? Quiere venganza, mucha vengaza", comenta con la voz rota. Pero entonces se repote y con los ojos muy abiertos explica que nunca podrá robarle su sonrisa.
Ana y Graci llevan la misma camiseta. Es negra, de manga corta y con un mensaje escrito, Somos supervivientes. No víctimas. Este lunes se reunieron en Madrid en el II Congreso Internacional de Mujeres Supervivientes organizado por la Fundación Ana Bella, una asociación que ayuda a mujeres maltratadas. Las dos coinciden en que es imposible salir de una situación así sin ayuda de otras personas. En el caso de Ana, su médico de cabecera fue quien le ayudó a dar el paso para acudir a un centro de atención a la mujer. Graci, en cambio, se econtró un día por casualidad con la directora de la Fundación Ana Bella y fue entonces cuando contó su historia y decidió empezar "a vivir". Las dos hacen un llamiento a todas las mujeres que están siendo maltratadas, les ofrecen su ayuda, y les animan a denunciar.
