Enemigos íntimos

José Castro y Pedro Horrach pertenecen a dos generaciones distintas. Les separan 20 años pero les une su amor por la Justicia. No conocen horarios ni festivos y es habitual que la luz de su despacho esté encendida por las tardes. Su compromiso con el trabajo les otorga el innegable mérito de haber limpiado la isla de Mallorca de la corrupción que anidaba en la etapa de Jaume Matas. Un cáncer que no ha vuelto a reproducirse después porque ellos han conseguido que las instituciones aprendan que no todo vale.

Castro nació en Córdoba, le gustan las artes marciales y montar en bici. Horrach nació en Mallorca, es fumador militante y se relaja dando largos caminos al caer la tarde. Juntos, codo con codo, han superado las presiones, los seguimientos, las investigaciones a las que les han sometido los grupos de poder a los que investigaban que han escudriñado su patrimonio y su vida. Mano a mano han investigado el caso Palma Arena que ha enterrado políticamente a Jaume Matas y que nadie duda de que le llevará a la cárcel. Han compartido confidencias y estrategias sobre este sumario incluso cuando decían desconectar y se sentaban en cualquier terraza para tomar una cerveza.

Una causa que han desgajado en 27 piezas separadas hasta que la 25 les ha separado. La infanta Cristina ha cortado de raíz la lealtad y la comunicación que se regalaban. El fiscal tuvo claro desde el primer momento que no había indicios suficientes para imputarla. El juez pensaba lo mismo pero cambió de opinión conforme avanzaba la investigación y ese ha sido el detonante para que haya quedado suspendida la relación personal y profesional que ambos han cimentado estos últimos años. Y eso a pesar de que queda mucha investigación del sumario Palma Arena por cerrar y que tendrán que hacerlo juntos. Antes eran amigos; ahora son enemigos pero nunca van a dejar de ser íntimos.