Un mes hace que Andrés Velencoso tuvo que soplar treinta y seis velas. Quizá él ya no haga esas cosas, lo de soplar velas por su cumpleaños. Quizá nunca las hizo. Es un tipo serio. Más que serio, interesante. Enigmático. Con una capacidad de seducción congénita que proyecta cuando habla, al atusarse el pelo, al sonreír o al encajar con total tranquilidad preguntas maliciosas sobre su vida privada. Siempre se le ha visto definirse como modelo. De hecho es uno de los top model españoles más codiciados a nivel internacional. Ahora también, Andrés Velencoso añade el oficio de actor a su tarjeta de presentación. «Estudiaba turismo en Barcelona y al lado de la facultad había una agencia de modelos. Llamé a la puerta y me hicieron unas polaroids. Al día siguiente me llamaron para un trabajo». Lo relata como lo más sencillo que le ha pasado en su vida. Andrés Velencoso encontró su vocación como modelo golpeando una puerta. Un gesto que, por fácil que parezca, no todos se aventuran a ajecutarlo. Inició una larga carrera que le ha llevado a desfilar en la pasarelas de mayor renombre mundial y a ser la imagen de las marcas más caras y exclusivas del mundo. Llamó a esa puerta siendo aún un pipiolo con ganas de comerse la vida y de dejar de fregar platos y servir mesas. Como cualquier buen hijo, Andrés echaba una mano cuando era necesario en el negocio familiar, el restaurante Casa Andrés de sus padres en su costera localidad natal, la hermosa y mágica Tossa de Mar (Gerona). «Sí, he fregado platos, he estado en la cocina... pero ya no. Mis padres están jubilados. El restaurante lo llevan mis tíos ahora.», confiesa con una medio sonrisa que seduce igual que si fuera completa. «¿Terminaste los estudios de Turismo?», le preguntan. «No», responde. «Y no te has arrepentido, ¿verdad?». Sonríe Velencoso. Difícilmente podrían haberle ido mejor las cosas a este catalán, orgulloso de serlo. Tanto como de ser español. «Prefiero no hablar de esto. Una vez opiné en Facebook y me cayó de todo», asegura al ser preguntado por el referéndum que pretende llevar a cabo el Govern. Ha sido en el único tema en el que Andrés ha pedido no entrar en materia. Ante la enorme mesa colmada de periodistas y platos de ibérico, Velencoso ha ido respondiendo pacientemente a preguntas de toda índole: desde las que se interesaban en sus nuevos proyectos profesionales hasta las que buscaban hurgar en su privacidad. «En alguna ocasión me he cortado de hacer ciertas cosas por miedo a que me hagan fotos o saquen cosas que no son», confiesa a los periodistas congregados. Sin ningún atisbo de divismos, Andrés pone cordura a la expectación que pueda generar su presencia en algún lugar: «Lo que no hago es meterme en el ojo del huracán. Si veo que va a haber mucha gente y que me van a tocar las narices, evito ir a ese sitio. Y si es algo que me interesa mucho, termino yendo igual». Asume con total naturalidad el otro precio de la fama y de la belleza, aunque eso implique renunciar a algunas de esas pequeñas cosas que para él son auténticos placeres: «Lo que más me fastidia es no poder ir al chiringuito de mi pueblo en la playa en agosto, porque ahora todo el mundo te puede hacer fotos con el móvil y eso me agobia. Pero bueno, en vez de ir en agosto, voy un miércoles de junio que sé que habrá menos gente y ya está». Nueva etapa profesional como actor Por estúpido que parezca, Andrés debe justificar su deseo de dar el paso al mundo de la interpretación. Los prejuicios del mundo de la prensa y de la sociedad en general levantan muros para un tipo guapo que no desea probar suerte en el mundo de la interpretación, sino trabajar en él. Es legítimo que Andrés pida una oportunidad como actor. Su fama, los contactos de su representante y su larga carrera como modelo, le ponen la casilla de salida en una posición más ventajosa que a otros, cierto, pero la lupa también se la acercan más. «[Ser actor] Está siendo más difícil de lo que esperaba. No hay trabajo ni para actores consagrados, imagínate para mí que acabo de empezar», comenta Andrés en este mismo encuentro con la prensa en el que presenta su primer proyecto como actor para una serie de televisión. Debutará en la serie «B&b, de boca y boca». Andrés aparecerá en los últimos dos episodios de la primera temporada de la ficción de Telecinco y, posiblemente, Rubén Barahona -su personaje- tenga continuidad en la segunda entrega de la serie. En «B&b», Andrés interpreta a un afamado actor que termina manteniendo una relación de amor con el personaje de Belén Rueda. Ella, que también está en este encuentro con periodistas, intenta en todo momento proteger a su chico. De manera inconsciente, Belén participa en las preguntas que dirigen a Andrés, algunas más propias de fiscales que de periodistas, como cuando se le cuestiona su preparación y formación para adentrarse en esta nueva aventura profesional: «Surgió de forma natural. Pensé que quería ser actor y me empecé a formar. Estaba más instalado ya viviendo en Europa y con menos miedos que antes, así que me decidí y poco después llegó la oportunidad de hacer Fin (con Maribel Verdú) en el cine. Ahora me sigo formando, de hecho hace nada estuve haciendo un curso con la gente de Cirque de Soleil de lo más interesante», responde Andrés a las inquisitivas preguntas. «El hecho de que tú quieras dedicarte a una profesión que es tan diferente no quiere decir que tengas que renegar de la otra», opina, a la Cadena SER, Belén Rueda que entiende que su nuevo compañero quiera seguir compaginando su actividad de siempre, modelo, con el nuevo deseo, el ser actor. «Si le apasiona [ser actor] y tiene la posibilidad de hacerlo y está utilizando lo que ha sido anteriormente para poder entrar por una puerta un poquito menos trasera, bendito sea», dice Belén. Este es el tercer proyecto como actor que afronta Andrés Velencoso tras su paso por el filme «Fin» y por otra cinta, aún por estrenar, «Summer Camp». Conoce las dificultades que entraña el oficio del actor, es sabedor de que su fuente real de ingresos sigue siendo el mundo de la moda, pero Andrés quiere intentarlo. Cree que puede y le apasiona. El resultado de su trabajo y de su esfuerzo, que dice que no es poco, se verá en pantalla y entonces se podrá juzgar. Antes no procede, por más costumbre que tenga la prensa de hacerlo. Para entonces, Andrés quizá esté desfilando en Milán. O tomándose una cerveza en el chiringuito de la playa de su pueblo. Esto último seguro que no cambia. Se percibe el apego de Andrés por su tierra y por su gente. Y es que este chico de seductora actitud, antes que actor y modelo, estuvo entre fogones en el negocio familiar.