Ocio y cultura

Dubrovnik, la princesa del Adriático

Dubrovnik es de esas ciudades que no pueden faltar en la pasarela sobre la que desfilan las más bellas del mundo. Orgullo de la Costa Dálmata, de Croacia y, diría que de todo el Mar Adriático, la vieja Ragusa es prima hermana y, a su vez, rival histórica de Venecia. Sin canales pero con gruesas murallas y ese mar azul verdoso tan balcánico, le planta cara calle a calle, palacio a palacio y tejado a tejado. Sus días de gloria y fortaleza ya pasaron, pero Dubrovnik sigue exhibiéndose como la princesa del Adriático, abrazándose a las olas y resplandenciendo un blanco marmóreo que fue defendido con uñas y dientes durante toda su historia.

Entramos a la ciudad amurallada por la puerta principal

Dubrovnik estaba defendida por un sistema de gruesas y altas murallas que la convertían en inexpugnable. Hoy día aún la mayor parte de la gente entra por la conocida como Puerta de Pile (pile significa puerta en griego, lo que añade redundancia al nombre), que da acceso a la vía principal de la ciudad. Son dos puentes, uno de piedra y un segundo levadizo. Al parecer cada noche se cerraban las puertas de Dubrovnik y las llaves las guardaba el príncipe hasta la mañana siguiente. Así que durante la noche la vieja Ragusa permanecía cerrada a cal y canto, y quedaba al amparo de los centinelas que vigilaban desde lo alto de los muros.

Stradun, la arteria principal de Dubrovnik

Desde Puerta de Pile accedemos a la vía principal de la ciudad, Stradun, también llamada Placa. Es una avenida peatonal de 300 metros de longitud que guarda gran parte de los lugares más interesantes y monumentales de Dubrovnik, así como un buen número de tiendas donde se compran recuerdos. Lo primero que sorprende es la calzada, blanca y suave como el mármol, aunque realmente está hecho con piedra caliza pulida imitando las bondades del propio mármol. Desde ahí es obligatorio ir midiendo cada paso porque a izquierda y derecha nos irán saliendo rincones que no perderse en Dubroknik, como por ejemplo la Fuente circular de Onofre, del Siglo XV y de cuyas figuras místicas sale el agua más pura que nos podamos imaginar.

A la izquierda de la fuente aparece el Monasterio de San Francisco, coronado por una cúpula oscura. En sus paredes aún se pueden apreciar los disparos del Ejército Yugoslavo en el inicio de la Guerra de los Balcanes. El claustro merece la pena pero existe un aparte delicioso que es una farmacia del Siglo XIV que muchos dicen que es la más antigua de Europa en funcionamiento (esta disputa la encontramos, en realidad, en todo el continente.

El final de Stradun llega hasta el corazón nobiliario de la ciudad. El símbolo es la famosa columna de Orlando, con un caballero medieval sosteniendo una espada. Tras ésta no se nos escapan dos edificios esenciales para comprender Dubrovnik como son el Palacio Sponza o la altísima torre del reloj. Ahora sí podemos decir que hemos buceado hasta las entrañas de la antigua República de Ragusia.

A la izquierda la Iglesia de San Blas nos muestra un evidentísimo barroco veneciano que vuelve a unir a las dos ciudades, a pesar de sus peleas históricas (Antes de ser independiente, perteneció a la Serenísima República de Venecia, con la que luego se enfrentó en numerosas ocasiones). De los tiempos de Ragusia nos queda la sede oficial, denominada “La casa del Rector” y que recuerda una época llena de esplendor.

Continuando nuestro camino por fin vemos la espectacular fachada de la Catedral de la Asunción de la Virgen (Velika Gospa), construida en 1192 pero muy afectada por los terremotos de 1671 y 1713 que asolaron la ciudad y son los responsables de que el interior del templo no sea tan majestuoso como podíamos esperar.

Paseo de ronda por las murallas de Dubrovnik

Y aunque después nos queda callejear y descubrir rincones con encanto en los que no hay tanta gente, no podemos irnos de Dubrovnik sin subir a lo alto de sus murallas y hacer un recorrido integral e ininterrumpido por sus fortificaciones. Como si de centinelas se tratase, se puede rodear la vieja Dubrovnik desde las alturas, lo que nos permitirá observarla desde un millón de ángulos prodigiosos.

Sólo comparable a las olas turquesas de la costa dálmata es la marejada de tejados que se ciernen sobre las calles de la ciudad. Este punto es probablemente el más privilegiado y el que más gusta a los visitantes. Permite observar en silencio y con tiempo, el rostro hermosísimo de la princesa del Adriático. Para hacer fotos, probablemente sea la mejor elección de todas.

Luego en Dubrovnik nos quedarán muchas cosas que hacer, como encontrar buenos restaurantes o, si hace buen tiempo, darnos un bañito extramuros. Tanto en las rocas que dan la espalda a la ciudad o en la playa que hay a su lado y que ya sólo su color de agua enamora.

Por algo dicen que es la perla del Adriático. Nosotros vamos más allá, es la princesa, la dueña y señora del Adriático y toda la Costa Dálmata que merece un viaje por sí sola.

CÓMO IR

Numerosas líneas aéreas vuelan desde España hasta Dubrovnik, como por ejemplo Iberia, Vueling, Lufhtansa, Norwegian, además de otras muchas. Es un destino muy tradicional para hacer un crucero por el Adriático y con escalas en la ciudad y las islas griegas. También puedes aprovechar Fin de Año y despedir el año por todo lo alto desde Dubrovnik.

La ciudad es muy pequeña y se puede hacer perfectamente a pie, y si ya quieres conocer más rincones de la costa dálmata hay buenas conexiones vía bus o puede ser interesante alquilar un vehículo.

 
  • Cadena SER

  •  
Programación
Cadena SER

Hoy por Hoy

Àngels Barceló

Comparte

Compartir desde el minuto: 00:00